El prefecto inaugura el II Congreso Internacional de Pastoral de los Ancianos Farrell: "La longevidad es un 'don divino' que requiere una respuesta pastoral adecuada"

Longevidad
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En la apertura del II Congreso Internacional de Pastoral de los Ancianos, que se celebra en la Curia Generalicia de los Jesuitas, el cardenal prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida invita a mirar la longevidad como gracia

Vivimos una transición demográfica en la que los mayores constituyen una "proporción amplia y creciente" de la población. Farrell aportó algunos datos: en Europa, más de una quinta parte de los habitantes ya supera los 65 años

Incluso en África, un continente tradicionalmente caracterizado por una baja edad media, los ancianos se están convirtiendo en una presencia estable y significativa

(Vatican News).- La prolongación de la vida es uno de los signos del “cambio de época” que estamos viviendo. Por un lado, el crecimiento de la población anciana suele interpretarse como una “emergencia que gestionar”, una carga para la sociedad. Por otro, la Iglesia propone reconocer en la longevidad un “don” divino que requiere “respuestas pastorales adecuadas”, capaces de poner en valor la contribución de los mayores.

Con estas palabras, el cardenal Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, inauguró este jueves 2 de octubre el II Congreso Internacional de Pastoral de los Ancianos, en curso en la Curia Generalicia de los Jesuitas.

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"La riqueza de los años"

El purpurado recordó la intuición que surgió hace cinco años con el primer congreso, titulado La riqueza de los años, que se reveló como una respuesta concreta a “una necesidad real y creciente” en la comunidad eclesial: desarrollar una pastoral específica para la tercera edad.

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"Tocar con las manos"

El trabajo de quienes acompañan a los ancianos es “esencial”, subrayó Farrell, porque para planificar acciones adecuadas es necesario “tocar con las manos” la vida cotidiana de las personas mayores: sus alegrías, sus esperanzas, pero también sus fatigas. Solo así puede nacer una pastoral “enraizada en la escucha”, capaz de reconocer el “aporte único” de la vejez, evitando iniciativas “impuestas desde arriba”.

La atención de Francisco

El cardenal recordó la constante atención que el papa Francisco ha tenido hacia los ancianos: desde las audiencias dedicadas a ellos, hasta el ciclo de catequesis sobre la vejez —“rico en sabiduría humana y espiritual”—, pasando por la institución de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos y los mensajes publicados con esa ocasión.

El "rol creativo" de la tercera edad

Sin embargo, esta atención hacia los mayores no es algo reciente. Ya san Juan Pablo IIdurante su viaje apostólico a España en 1982, había pedido una pastoral capaz de poner en valor el “rol creativo” de los ancianos. Una intuición desarrollada después por el Pontificio Consejo para los Laicos en el documento La dignidad del anciano y su misión en la Iglesia y en el mundo (1998) y por el mismo Papa polaco en su “conmovedora” Carta a los ancianos (1999).Benedicto XVI continuó en esta línea: en 2012 visitó la casa-familia ¡Vivan los Ancianos! y dejó una reflexión aún vigente: “La calidad de una sociedad se mide también en cómo trata a sus ancianos. Quien da espacio a los mayores, da espacio a la vida”.

"Los ancianos son el futuro"

La reflexión eclesial sobre la pastoral de la tercera edad hunde sus raíces en el Concilio Vaticano II, cuando la Iglesia se reconoció como “Pueblo de Dios en camino”, reafirmando la dignidad bautismal de todos los fieles y su corresponsabilidad en la misión. De esa visión nace el reconocimiento del papel activo de los mayores en la vida eclesial. Siguiendo las constituciones conciliares Lumen Gentium y Gaudium et Spes, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha renovado su compromiso hacia esta etapa de la vida. Ya en el primer congreso, el papa Francisco lo había expresado claramente: “Los ancianos son el futuro de la Iglesia, no solo su pasado: su experiencia, su fe arraigada y su sabiduría son un tesoro inestimable para todo el Pueblo de Dios en camino”.

Una "longevidad extendida"

La realidad social, sin embargo, está cambiando con rapidez: por primera vez en la historia, vivimos una “longevidad extendida”. Una transición demográfica en la que los mayores constituyen una “proporción amplia y creciente” de la población. Farrell aportó algunos datos: en Europa, más de una quinta parte de los habitantes ya supera los 65 años; en países como Japón, Italia y Alemania ese grupo representa ya un cuarto de la ciudadanía. Las causas del fenómeno son múltiples: desde el “bienestar generalizado” hasta el despoblamiento de las zonas interiores, las migraciones y las crisis económicas y políticas que empujan a los jóvenes a emigrar. Incluso en África, un continente tradicionalmente caracterizado por una baja edad media, los ancianos se están convirtiendo en una presencia estable y significativa.

Las oportunidades de una vida más larga

El Concilio invitaba a “leer los signos de los tiempos a la luz del Evangelio”. Desde esa perspectiva, el actual “alargamiento de la vida” debe acogerse como gracia, como una “nueva oportunidad”. Más años de vida, a la luz de la fe, significan más tiempo para abrirse “con entusiasmo” al anuncio del Evangelio, enriqueciendo a toda la comunidad.

Pastorales sinodales y no "prefabricadas"

Las parroquias, concluyó el prefecto, ya hoy están animadas por la presencia activa de la tercera edad. La jubilación ya no es sinónimo de inactividad, sino que a menudo se convierte en un tiempo lleno de compromisos y pasiones. Por eso se necesita una pastoral que sepa acompañar y dar valor a esas energías, evitando “recetas prefabricadas” y promoviendo, en cambio, caminos compartidos “en un espíritu auténticamente sinodal”.

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