Aniversario de la muerte del cardenal Lustiger, judío y católico (II) Ángel Aznárez: "¿Por qué tanto silencio sobre la nueva adscripción del judaísmo dentro de la Curia vaticana?"

Judaísmo
Judaísmo

"Saber qué es lo cristiano es fácil; saber qué es lo judío es difícil. Quien desee conocer en profundidad al judaísmo, ha de ir a textos escritos por judíos, no por cristianos"

"En la parte anterior o primera, nos referimos ya a los artículos 146 y 147 (paso al Dicasterio para la Promoción de la Unión de los Cristianos del Judaísmo) de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium"

"Desde el punto de vista judío, la cuestión no es tan benévola ni amable. Con mucho interés leí en Internet (Vatican news) la entrevista al cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Esa entrevista, sin referencia al Judaísmo. Tampoco en la concedida al periodista Jesús Bastante, publicada aquí, en Religión Digital, el 23 de abril de 2022"

"¿Por qué tanto silencio sobre la nueva adscripción del judaísmo dentro de la Curia vaticana?  ¿Por qué tanto silencio acerca de los artículos 146 y 147 de Praedicate Evangelium? ¿Se tratará la reforma (146 y 147) en la reunión de cardenales del día 30 de Agosto en el Vaticano? Desde luego lo merecería"

I.-Saber qué es lo cristiano es fácil; saber qué es lo judío es difícil

Ser cristiano es creer en la promesa hecha por Dios a Israel, realizada en Cristo, Hijo único de Dios, hecho hombre y resucitado para la Redención de todos los pecados. Lustiger, en la entrevista que concedió sobre el Judaismo y el Cristianismo lo explicó: “Para nosotros cristianos, la llegada del Cristo y su misterio pascual renuevan la Alianza divina y realizan el paso del hombre a Dios. En su Mesías, Dios cumplió las promesas hechas a Israel. Y la Escritura habla aún de plenitud para anunciar la Vuelta del Cristo y su manifestación en Gloria. La incorporación a la Iglesia Católica, la Nueva Israel, tiene lugar por el Sacramento del Bautismo, explicándose en el Catecismo de esa Iglesia, las significaciones nominales de Jesús, Cristo e Hijo de Dios.

Libro George Steiner
Libro George Steiner

Saber qué es lo judío es muy difícil. Emmanuel Levinas, profesor de Metafísica en La Sorbona, explicó que la palabra “judaísmo” reúne conceptos diversos. Es una religión o sistema de creencias, ritos y prescripciones sobre la Biblia, el Talmud y la literatura rabínica, mezclada con la mística o la teosofía de la Kabbala; es una cultura –dijo- basada en esa religión; y es una sensibilidad difusa –añadió- hecha de ideas, recuerdos, costumbres y emociones.

Otros judíos, tratando de explicar el judaísmo, escriben que es una lengua –de consonantes fenicias y sin vocales, siendo cada letra un universo-; que es un Libro (la Torah), compuesto de Cinco libros bíblicos y anexos (las denominaciones de Antiguo y Nuevo Testamento son cristianas); que es una teología, basada en una fe (la palabra Dios, en sentido propio no existe en hebreo); que es una práctica y una historia enigmática.

Y escriben lo que no es: no es una raza, pues no se descubrió en el genoma humano, nada determinante que haga que un individuo sea judío. No hay secuencia de ADN, que sea común a los judíos. El judío Steiner escribió: “Gran parte de mi obra concierne al fenómeno del nazismo y al papel que la cultura y la sociedad alemanas desempeñaron en la destrucción del judaísmo europeo”.

En los procesos de conversión al cristianismo desde el judaísmo, es frecuente el recuerdo de Pablo de Tarso, “que no conoció al Jesús histórico y cuyas cartas son los textos más antiguos del Nuevo Testamento” (Michael Seewald en Introducción a la Teología Sistemática, Sal Terrae 2022, página 166). Lustiger, como Pablo, también “encontró” a Cristo, y ambos, como otros conversos, defendieron su identidad judía, de la que nunca renegaron, convencidos de que el Mesías de Israel, que murió y resucitó (El Cristo), llegó al Nuevo Israel. “Me siento muy judío” proclamó Lustiger, al igual que Pablo.

Es frecuente que los pensadores cristianos (también la Declaración conciliar “Nostra Aetate”) destaquen que el Cristianismo debió sus orígenes al Judaísmo -Cristianismo, fruto del Judaísmo-, que el pueblo del Nuevo Testamento está especialmente unido a la estirpe de Abrahán. También es frecuente que aquellos estudiosos, nada expliquen, acaso por ignorancia, sobre las profundidades del Judaísmo.

En un libro tan recomendable como es el reciente (2022) del prestigioso y admirado Manuel Fraijó, Filosofía de la religión (editado por Trotta), al analizar en las páginas 277 a 296 el Judaísmo y el Cristianismo, se incurre en lo indicado al final del párrafo anterior. Y ya no hay duda: quien desee conocer en profundidad al judaísmo, ha de ir a textos escritos por judíos, no por cristianos.

Libro de Fraijó

Y es que reconociendo el estrecho parentesco original entre el Cristianismo y el Judaísmo, las diferencias son importantes entre las dos religiones. En el Judaísmo no hay clérigos. El rabino (rav, rabbí, rabbín) es una persona a la que la comunidad reconoce su erudición, dándole el carácter de guía; jamás el de intermediario entre Dios y los hombres. Una Religión, la judía, en la que Dios, en su distante majestad, es inefable, impronunciable, pues cualquier palabra limitaría su potencia: YHWH, el “ser de verdad”, según el sabio judío Maimónides.

Delphine Horvilleur, mujer-rabina, escribió que el Judaísmo no da respuesta escatológica, como el Cristianismo, al fenómeno de la muerte, no hablándose en la Torah “de vida después de la muerte”, limitándose a indicar que los personajes bíblicos mueren. No hay resurrecciones, paraísos ni infiernos: los desaparecidos descienden a Shéol, palabra de raíz que significa literalmente “la cuestión”.

Torá
Torá

Un Judaísmo en que la “tierra” es esencial, la Tierra de Israel, Tierra prometida e incrustada en la esencia de lo judío en la vida y en la muerte (véase el funeral de Lustiger viéndose depositar en su féretro un puñado de tierra, traída a Paris desde Jerusalem, del Monte de los Olivos). Una Tierra, Israel, que es un misterio teológico y bíblico; una Tierra que es Santa por cumplirse en ella Los Diez Mandamientos. Hoy, esa Tierra es también un Estado, el Estado de Israel, que, curiosamente, no tiene una Constitución, y es fuente de conflictos.

Hablar de dos Religiones diferentes, la Cristiana y la Judía es lo correcto. Lo que con mucho matiz y cuidado dijo San Juan Pablo II en su visita a la Sinagoga romana el 13 de abril de 1986: “Sois nuestros predilectos y en cierto modo se podría decir nuestros hermanos mayores”, causó un cierto malestar en el Judaísmo lo del parentesco, aunque se dieron gracias y aplaudieron. pues los judíos son educados y hospitalarios. Eso lo dicen y repiten los cristianos, no los judíos.

II.- EL Papa Francisco y el Judaísmo

No se trata de ahora de escribir sobre el Judaísmo antes y después del Concilio Vaticano II, tampoco de San Juan Pablo de Juan Pablo II, que lo hicimos en la 1ª parte, ni de Benedicto XVI que lo haremos en la 4ª. Trataremos ahora de Francisco, muy cercano ya a los judíos en su Argentina natal. Se recomienda la lectura del Documento de la “Comisión vaticana para las relaciones interreligiosas con el Judaísmo”, de 10 de diciembre de 2015, que según expertos por primera vez el Vaticano, de manera inequívoca, repudió la conversión activa de judíos al Catolicismo..

Cementerio
Cementerio

Muy interesante fue la visita, el 17 de enero de 2016, a la Sinagoga, al “Templo Mayor”, de Roma –la tercera visita de un Papa- en la que el Rabbino Capo, Riccardo Di Segni, recordó, después del “Bienvenuto”, que según la tradición jurídica rabínica un acto, repetido tres veces, tiene rango normativo de costumbre (consuetudo). Y el Papa, en esa visita, repitió lo de “queridos hermanos mayores”, concluyendo con un ¡Shalom alechem!

En la parte anterior o primera, nos referimos ya a los artículos 146 y 147 (paso al Dicasterio para la Promoción de la Unión de los Cristianos del Judaísmo) de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Si eso calificamos de “guiño” de Lustiger a Francisco, ahora, desde el punto de vista judío, la cuestión no es tan benévola ni amable. Con mucho interés leí en Internet (Vatican news) la entrevista al cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Esa entrevista, sin referencia al Judaísmo, ciertamente es anterior al 19 de marzo de 2022, fecha de la publicación de la Praedicate Evangelium, pero lleva la siguiente introducción:

“Con la promulgación de la Constitución apostólica “Praedicate Evangelium cambian algunas estructuras vaticanas: el nuevo Dicasterio modifica la precedente denominación de Pontificio Consejo, del cual hemos presentado en los meses pasados su historia, objetivos y balance de misión”.

Cardenal Ayuso Guixot
Cardenal Ayuso Guixot

Y en la entrevista concedida por el mismo Cardenal al periodista Jesús Bastante, publicada aquí, en Religión Digital, el 23 de abril de 2022, tampoco se hizo referencia ni a los judíos ni a la reforma curial.

¿Por qué tanto silencio sobre la nueva adscripción del judaísmo dentro de la Curia vaticana? No será, sin duda, para ocultar a los judíos tal modificación, los cuales, a través del Mossad, la conocían mucho antes del 19 de Marzo. Y vuelvo a preguntar: ¿Por qué tanto silencio acerca de los artículos 146 y 147 de Praedicate Evangelium? La respuesta sería interesante, pues, la esperan los cristianos ortodoxos, los protestantes y los judíos, naturalmente.

¿Se tratará la reforma (146 y 147) en la reunión de cardenales del día 30 de Agosto en el Vaticano? Desde luego lo merecería.

Continuará.

Estrella de David
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