“Que sea católico. Un cónclave católico que elija a mi sucesor” El cónclave católico, el Papa fraile y los agustinos en su jardín

«En sus consistorios ha creado cardenales de los cinco continentes, ¿cómo le gustaría que fuese el cónclave que elija a su sucesor?». Y el Papa Francisco respondió: “Que sea católico. Un cónclave católico que elija a mi sucesor”
"Ya tuvimos papas regulares y seculares, un papa jesuita, varios franciscanos, ahora un agustino; y antes otro de la Orden de la Camáldula"
"Recomiendo leer El Jardín de los frailes, para saber cosas de los agustinos, de su patriotismo e imperialismo, y de la Historia de España, tan opuestos a lo que luego sería el azañismo sobre el ser de España"
"Recomiendo leer El Jardín de los frailes, para saber cosas de los agustinos, de su patriotismo e imperialismo, y de la Historia de España, tan opuestos a lo que luego sería el azañismo sobre el ser de España"
V.- La opinión de Francisco sobre el Cónclave post-mortem:
En libros y dossieres busqué el pensamiento de Francisco acerca de cómo desearía que fuese el futuro cónclave, el que designase a su sucesor. Al final, encontré una larga entrevista, fechada el 22 de enero de 2017, en la que dos periodistas españoles, Antonio Caño y Pablo Ordaz, hicieron a Francisco, entre otras preguntas muy interesantes, la siguiente, que fue de las últimas: «En sus consistorios ha creado cardenales de los cinco continentes, ¿cómo le gustaría que fuese el cónclave que elija a su sucesor?». Y el Papa respondió:
“Que sea católico. Un cónclave católico que elija a mi sucesor”.
Tanta brevedad obligó a hacer interpretaciones y hermenéuticas al mejor estilo de la germánica “tiesura” sobre lo que es un “conclave católico”. En el Diccionario de María Moliner se define lo católico “como lo general, universal, de “holos”, todo”. Siendo así, el Cónclave de mayo de 2025 fue de manera sobresaliente muy católico, pues nacionales de 71 Estados fueron los 133 cardenales votantes para la elección papal. De la nacionalidad de los purpurados del Estado de la Ciudad del Vaticano, gracias a Mussolini, por ahora, no escribo.

Teniendo en cuenta que todo lo eclesiástico, también lo papal, es, por naturaleza, muy complicado --habrá que recordar lo de la complexio oppositorum--, y pleno de retorcimientos, pensé que ese criterio geográfico y cuantitativo, para la catolicidad religiosa, no era suficiente, debiendo añadirse lo cualitativo, o sea, que la universalidad o catolicismo sean de bondad y de santidad; cónclave bueno y santo, del Bien y no del Mal. Ignoro si es pecado y, caso de serlo, si es pecado mortal o venial, lo de dar un “patadón” al Derecho canónico. Eso es merecedor de un estudio en profundidad, en aula o en seminario, con encerado y tiza de colores.
Si fuere pecado lo del “patadón” canónico, padres conclavistas y no conclavistas, en consecuencia, pecaron en este cónclave del 2025, que, en caso de no confesarse rápidamente, se exponen a ir al infierno, unos como autores y otros como inductores. Ya lo advertí en mi anterior artículo, aunque, por elegancia, no quise entrar en el asunto. También expliqué en el artículo anterior (el anterior del anterior), el publicado el 25 de abril de este año, acerca de un pecado o “patadón” con nombre y apellido.
Advierto que lo precedente no significa que ponga en duda la elección de León XIV, al que estimo y valoro por matemático, teólogo, canonista y pastor, siendo de él por tanta sapienza, y al que vengo siguiendo desde que acompañó al Papa Francisco en el muy importante, trascendental, viaje a Córcega (artículo en Religión Digital de 16 de diciembre de 2024, titulado El Papa Francescu in Corsica). ¡Que interesante sería conocer los diálogos entre el Papa y el cardenal Prefecto, en el viaje de vuelta de la Compañía aérea de Córcega, sobre el exitoso viaje tan bien preparado por el cardenal Bustillo! ¿Cuál será el próximo cargo de Bustillo en la Curia romana, teniendo en cuenta la gran memoria de León XIV?
Por ello escribí lo que escribí entonces, con tanta antelación, sobre el Eminentísimo y Reverendísimo Bob o Rob Prevost. Otros, ignorando casi todo, apenas lo nombraron, no obstante estar tan destapado por sus hermanos cardenales. Y es que los llamados informadores, en número de seis mil, ya ni miran la televisión, pues las imágenes sin palabras son el más importante confidente. ¡Qué fracaso informativo por negligencia lo de la falta de información de lo del cónclave! No se sabe qué es lo más grave: si eso o situar en primera página periodística una amplia fotografía cerrando la pesada puerta del cónclave, poniendo al pie de la foto que, quien la cierra, era el Decano del Colegio Cardenalicio, monseñor Re, siendo eso equivocado, pues el que aparece en la foto es monseñor Ravelli, el Maestro de Ceremonias Pontificias. Así como ya es clásica una antología del disparate, a partir de ahora habrá otra: la del no saber.

En lo del “patadón” alguna responsabilidad tuvo el fallecido Francisco, pues al ocuparse sólo de lo pastoral, de las ovejas y rebaños, en forma de églogas, trató al Derecho canónico como si fuese un teólogo de la Liberación, y así pasó lo que pasó. Traigo a colación lo de la Commedia del Dante, en el último artículo, situando a Francisco, por todo ello, en el Purgatorio, aunque en traslación al Cielo, sin Camarlengo con birrete rojo ni Maestro de Ceremonias Pontificias con gorro y pompón morados. Los cardenales siempre son rojos y los obispos y arzobispos siempre con el color de los moratones, que para eso están y son. Y el que tenga dudas que consulte con el obispo monseñor Fisichella.
Y reitero que la salida de León XIV del cónclave a la plaza de Pedro, me pareció de emoción contenida, a pesar de tantos capotes al viento allí arrojados, en comparación con otros antecesores, papas. Recuerdo el contento y entusiasmo del que decían que era un frío bávaro –algo imposible—apellidado Ratzinger, el cual, por tanta alegría, los efusivos saludos con sus manos en alto recordaron a movimientos con toques de castañuelas para músicas de las tales. Y Francisco, más tarde, frunciendo el entrecejo, desde la misma balconada advirtió que “de coñas, nada”, no obstante ser argentino y llegado del Cono Sur.
La penúltima pregunta a Francisco por Caño y Ordaz fue: “¿Y verá el cónclave?”. El Papa respondió: “Eso no lo sé. Que Dios lo decida…Y si Dios me lleva antes, lo veré desde el otro lado. Espero que no desde el Infierno.... Pero que sea -reitero- un cónclave católico”.
Sin duda que Francisco, como él mismo dice, lo que pasó en el último cónclave lo vio o verá desde el otro lado, que tiempo tendrá. Desde el lado de acá lo hubiese visto, si hubiese renunciado, lo que no hizo por inteligencia, a diferencia de su predecesor. Aprovecho, casi incidentalmente, para señalar que esos papelitos firmados de renuncia, por si acaso, de los que tanto se habla cuando los papas son ancianos, declaro y digo que no tienen valor jurídico, y si algún papa en el futuro sacase los papelitos de renuncia, el cisma, tan temible, será inmediato. Son meros flatus vocis o bobadas para entretener a tontos, casi tan para bobos como la declaración solemne del Rey de España, Felipe VI, diciendo que renunciaba a la herencia de su padre, aún vivo y coleando. Es como si la Casa Real, o la Artificial, ignorase el artículo 991 del Código Civil español.

VI.- El Papa fraile:
Lo de un Papa religioso, que es cosa buena, lo dijo Francisco de sí mismo, siendo de la S.J., pero se debe matizar: no es lo mismo ser un religioso, caso de los mendicantes del siglo XIII (los franciscanos en sus plurales formas, conventuales o no conventuales, con capucha o sin ella, los dominicos y los agustinos), que ser religiosos de los posteriores, para lo del galimatías contra la Reforma de Lutero, caso de los jesuitas. Es normal en el siglo XXI, que “lo mendicante” sea de vocación rara o escasa, y “lo jesuítico también”. Por ello el empujón vocacional para unos y otros, con la elección papal, sea también obra del Espíritu Santo para apoyar a esas Órdenes y/o Compañía, tan en crisis angustiosa, que hace subir la tensión arterial a los pocos que quedan.
Un papa mendicante o un papa jesuita siempre estimulará lo de las vocaciones; y ahora le toca a los agustinos, antes a los franciscanos y jesuitas; mucho más antes a los camandulenses, y en el futuro, sin duda, a los dominicos, que aún lucen y calzan calcetines blancos, como de papas y que rezan además el Santo Rosario. Desde ahora y desde aquí lanzo la candidatura al próximo Papado, del dominico fray Jesús Díaz Sariego, Prior Provincial de los dominicos de las Provincia de Hispania, que es asturiano, siendo esa buena condición.
Ya viste de color blanco, pues blanca es su sotana como la del mismo papa. Obispos dominicos hay varios, el último se apellida Gómez, no obstante haber nacido en Azcoitia. ¡Qué barullo montaron con ocasión del último conclave los que apostaron a lo loco por el cardenal de Luanco, monseñor Fernández Artime, como inmediato Papa! ¿Serán los mismos –pregunto-- que a ciegas y ciegos creen en Pelayo y lo de los moros llegados del Sur, no Cono?
Ya tuvimos papas regulares y seculares, un papa jesuita, varios franciscanos, ahora un agustino; y antes otro de la Orden de la Camáldula. Y queda el interesante apartado de los papas monjes, verdaderos, como San Gregorio Magno o Gelasio I, tan interesantes para mi Teología política, a la que añadiré, a partir de ahora, lo del “agustinismo político”, con la Civitas Dei. Constato que los monjes van a más y mejor, y que, como los dominicos o predicadores no se pongan serios –lo de las conversaciones dominicanas en Salamanca no basta-, el próximo papa puede ser monje, aunque sea de los de Silos, también domingos.

VII.- Los agustinos en su jardín, cerca de la Basílica del loco Felipe II, “alabado como Dios y maldecido como Demonio” (M. Azaña):
Quiso el Buen Espíritu que, a las 10,30 horas, del domingo 11 de mayo de este mismo año, encendiera la televisión, y, como por arte de magia, apareciese en la 2 de TVE, la Santa Misa desde la Basílica de San Lorenzo del Escorial, a cuya “custodia” están los padres agustinos, como agustino es León XIV, teniendo incluso colegio. Ese domingo fue el 4º domingo de Pascua, también llamado, el de las “vocaciones nativas”.
Lo de nativas me recordó al llamado “diritto nativo”, que muy pocos, incluso los canonistas saben lo que es. La forma es una Letra Apostólica, de fecha 20 de febrero de 2023, “in forma Motu Proprio”, del Sumo Pontífice Francisco, a los que tanta adición tenía. En cuanto al fondo, lo nativo no es precisamente lindo, jovial, entre pañales y oloroso como Nenuco, sino sobre eso tan oscuro que es el patrimonio de la Sede Apostólica: bienes públicos eclesiásticos, bienes en propiedad, en usufructo o en otro tipo de derecho real. Hay quien asegura que en ese “derecho nativo” está el auténtico humo de Satanás, que tanto olió a chamuscado el papa San Pablo VI.
Pensé que después de lo del papa agustino, el agustino-prior de El Escorial, al parecer llamado José Luis del Valle, haría loas a su frater Prevost; pues no, predicó el Evangelio de San Juan y eso tan recordado de que Jesús “es el camino, la verdad y la vida” (lo mejor sobre esto último lo escuché a mi amigo --otro fraile, éste franciscano-capuchino-- llamado Víctor Herrero, que, en hebreo, griego y latín, analizó lo de camino, verdad y vida. Y de Prevost, Sumo Pontífice, el prior, José Luis, nada dijo.
Con tanta emoción y espera, con ayuda de los cantos sagrados de la Escolanía del Monasterio de El Escorial, con tanto asunto de agustinos, caí en la cuenta que don Manuel Azaña, presidente de Gobierno y de la República, era el autor de la llamada “novela”, aunque no lo sea de verdad, titulada El jardín de los frailes, que trata de su niñez y adolescencia en el colegio de los padres agustinos de El Escorial.

Manuel Tuñón de Lara, con ocasión del centenario del nacimiento de Azaña, el jueves 10 de enero de 1980 escribió en El País: “Aquel estudiante alcalaíno de clase media, con raíces hidalgas, que tras la áspera experiencia escurialense en el Madrid de primeros de siglo”. No es novela como dije, siendo de recomendable lectura por expresarse Azaña, según Francisco Ayala “mediante frases bien construidas, de forma y tonalidad castizas, con algún matiz de leve arcaísmo y a veces con toques punzantes“ (ABC, 8 de mayo de 1988, página 75).
Recomiendo leer El Jardín de los frailes, para saber cosas de los agustinos, de su patriotismo e imperialismo, y de la Historia de España, tan opuestos a lo que luego sería el azañismo sobre el ser de España. De Clarín y La Regenta se escribe en el capítulo primero; de los frailes “La Pescada” y de otros frailucos, los padres Florencio, Rafael, Blanco, y Fray Ángel, todos agustinos, de tagalos y de jesuitas, que predicaban sobre el Infierno, también se escribe. Al principio recuerda el mismo Azaña lo siguiente: “En los escolapios (de Alcalá de Henares) pegaban con vara; en el nuestro (El Escorial), quién más, atrapaba media docena de correazos”. En el capítulo VI escribe: “Declaro con rubor que fui en El Escorial alumno brillante”. En el XII sobre los frailes, dice: “En los albores de la pubertad dejaban las aldeas leonesas o la montaña para ser novicios pintado en el semblante anguloso y en los ojos atónitos el candor rústico”. En el XV narra que el padre Blanco, que exploraba sus devaneos, le preguntó y dijo: “¿Dudas de la Providencia? Pues debes decírlo al confesor”.

Y recomiendo -repito- la lectura íntegra de los capítulos más largos, el XII y el XV. Y de Mónica, madre santa de San Agustín, queda un testimonio en el libro un par de veces: “Hijos los agustinos de la Virgen y de Santa Mónica”. No obstante todo lo cual, Azaña no trata a sus agustinos con el veneno azuzador y descalificador del ovetense Ramón Pérez de Ayala, embajador de la República, en su novela A.M.D.G. contra los jesuitas; y es que los ovetenses son así. Busqué entre novelas y ensayos de Azaña alguna referencia al Papa León XIII, encontrando en la colección de ensayos Plumas y palabras, el referido a Los curas oprimidos en el que leí:
“Contribuyo a restaurar el poder espiritual -dijo el cura que le salió al paso en la carretera de Guadalupe-. Su cometido es grandioso, si hemos de buscar la resolución armónica de los conflictos entre el capital y del trabajo, como enseñó el inmortal pontífice León XIII”. Y lo de León XIII sea en homenaje a León XIV, al que tantas horas ya dediqué.
Mi admiración a Manuel Azaña es por haber sido, por oposición, en 1910, letrado del Ministerio de Gracia y Justicia, un Cuerpo de Letrados, hoy extinguido. El libro de Antonio Pau sobre Azaña, jurista sigue siendo fundamental.

VIII.- Eso tan teológico que es el carácter sagrado de los Papas:
Esto del sacrum es un asunto de mucha enjundia: en el quicio, gozne o intersticio entre lo antropológico y teológico. No me basta saber lo que escribieron sobre ello los franceses Durkheim o Roger Caillois (sillón de este último en la Academia francesa, que, a su fallecimiento, sería ocupado por Margarita Yourcenar en 1980). A “la sacralización de la persona” se dedican las páginas 81 a 101, del libro que acabo de recibir y aún no leído, de Hans Joas, titulado La sacralidad de la persona, editado hace unos días por la editorial jesuítica “Sal Terrae”. Antes lo leeré, por si acaso, y luego escribiré sobre “la sacralización de la persona del papa”, con el pensamiento puesto en los papólatras.
Continuará
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