El Espíritu de Dios entre los hombres.

16 Domingo oridinario - A   Mt 13,24-43    23 de julio de 2023

16 Domingo ordinario  –A  -    Mt 13,24-43     -      23 de julio de  2023

Monseñor Romero tituló su homilía[1] : "El Espíritu de Dios entre los hombres".  Desarrolló tres temas: (1) El Espíritu de Dios: un Dios único, un Dios providente (que cuida), un Dios justo, un Dios misericordioso. (2) La vocación de los hombres: ser imágenes de Dios; llamados a la conversión; la vocación a participar de la vida y gloria de Dios, a ser ciudadanos del Reino de Dios. (3) La Iglesia, signo del Espíritu de Dios entre los hombres.  La cita que retomamos hoy procede de este tercer tema.

“Finalmente, hermanos, mi tercer pensamiento : la Iglesia, signo del Espíritu de Dios en medio de los hombres.  Y aquí me valgo de la tercera parábola que Cristo nos ha propuesto: el reino de los cielos se parece a una semillita de mostaza que alguien sembró y que fue creciendo hasta hacerse arbusto y los pájaros venían y se posaban en él.  Es una imagen de la Iglesia como signo en el mundo.  Así como el arbolito es un signo de protección para el pajarito que vuela buscando sombra, la Iglesia es eso: un signo donde los hombres encontramos la plenitud de los medios traídos por Dios. …. Esta catedral, por ejemplo, ahora, con ustedes aquí adentro, es el signo de quienes buscan la palabra, la eucaristía del Señor. Signo, todo manifestación de Iglesia.  Queridos hermanos, seamos como el granito de mostaza, de hacer crecer este signo y que seamos verdaderos instrumentos, señales por donde encuentra el hombre la salvación.”

La parábola del grano de mostaza se entiende normalmente como una imagen del crecimiento del Reino de Dios. Nico ter Linde[2] escribe: "La semilla que siembras es pequeñisima. Da igual que no la siembres.  Pero el que cree tiene grandes expectativas. Confía en que no está sembrando en vano.  El Dios que puede hacer crecer un árbol a partir de un grano de mostaza, hará florecer su reino, refugio seguro para muchos, a partir de la entrega y fidelidad de los suyos."

Monseñor Romero hace otra lectura: "Es una imagen de la Iglesia como signo en el mundo”.  La razón de ser de la Iglesia es ser signo de la presencia activa y salvadora del Espíritu de Dios en el mundo, en la historia.  Es toda una misión.  Después de todo, ¿qué implica tal misión?

En este párrafo, asigna al árbol crecido una tarea especial en función de los pájaros: allí pueden posarse, allí pueden encontrar "sombra", allí pueden descansar, allí encuentran "protección".   Esta es también una luz para entender la Iglesia como signo del Espíritu de Dios.   Pensamos aquí en las imágenes de la Iglesia como hospital de campaña, como lugar de refugio para personas necesitadas como, por ejemplo, en los asilos eclesiásticos, como posada (lugar de descanso para los que se desplazan).  

El Papa Francisco dijo en una entrevista[3]: "Considero a la Iglesia un poco como un hospital de campaña justo después de una batalla. No tiene sentido preguntar a una persona malherida cuál es su nivel de colesterol y cuál su nivel de azúcar. Se tiene que curar primero sus heridas, sólo después se puede hablar del resto.  Curar heridas, hay que empezar desde abajo'. 'La Iglesia se ha dejado a veces encapsular en detalles y pequeñas prescripciones. Sin embargo, lo más importante es la Buena Noticia: "¡Jesucristo te ha salvado!". Por eso, los ministros de la Iglesia deben ser esencialmente ministros de misericordia".

Iglesia como refugio (material, pero también con calor humano y solidaridad) para personas necesitadas.  El asilo eclesiástico es un ejemplo muy concreto de ello.  Las comunidades cristianas locales tienen la responsabilidad creyente de abrir el edificio de su iglesia a personas en situación muy vulnerable y ayudarles misericordiosamente a sobrevivir, a convivir y a buscar soluciones justas. En Bélgica se ha tenido fuertes experiencias en este sentido.  Sigue siendo un enorme desafío para la Iglesia hacia las personas que huyen de la guerra, del hambre, buscando la vida.  Durante la época de Monseñor Romero, la catedral y otros templos eran ocupados regularmente por organizaciones populares, tanto para hacer oír su voz en los medios de comunicación como para escapar de la brutal represión.  El arzobispo no aprobaba estas ocupaciones, que a veces duraban semanas, pero sí aseguraba que la Iglesia siguiera protegiendo a la gente de posibles actos de violencia. 

La Iglesia como casa de huéspedes, como posada[4] .   En ella se afirma que los cristianos son ante todo personas de paso, en realidad huéspedes.  "El corazón de la hospitalidad reside en la constatación de que nosotros mismos somos huéspedes, extranjeros, exiliados, peregrinos, pueblo de Dios en camino. No somos dueños del mundo, ni siquiera de 'nuestro' edificio de la iglesia, sino huéspedes. No colonos, sino transeúntes".  Como segundo paso nos hacemos hospitalarios con los demás, hacemos espacio "especialmente para aquellos que experimentan la sociedad como inhóspita", para los que están cansados, para aquellos cuyas vidas se han vuelto (demasiado) duras, para los que (ya) no cuentan en la sociedad, excluidos.  La tercera dimensión es que podemos ser huéspedes unos de otros.  Es un acontecimiento recíproco.  Se permite que crezca la confianza para que se inviertan los papeles de anfitrión/anfitriona y huésped.  Se nos permite cargarnos unos a otros.  Eso también es misericordia concreta.

Podemos decir que Mons. Romero llama a cada comunidad cristiana, a cada iglesia local, a ser signo en su situación concreta de esa presencia activa, liberadora, sanadora y amorosa del Espíritu de Dios en la historia.   Nos convoca a hacer crecer ese signo (eclesial), para que más personas puedan experimentar la salvación redentora de Dios.  Así, la Iglesia será entonces instrumento en manos de Dios.   Así  podemos confiar plenamente en que el poder de crecimiento de la semilla y de la planta es la propia presencia de Dios entre nosotros.  Nos corresponde a nosotros, a la Iglesia, en todas sus expresiones, ser signo de ello.  Todo cristiano creyente tiene la tarea de ser promotor/a activo/a de esta dinámica eclesial en su comunidad: ser signo del Espíritu de Dios en el mundo.

Preguntas para la reflexión y la acción personal y comunitaria.

  1. ¿Hemos experimentado ya iglesias (parroquias u otras formas de comunidad) que hayan concretado algunas de esas tres dinámicas mencionadas? Qué aprendemos de ellas?
  2. Qué nuevo paso puedo dar para participar activamente en alguna de estas tres formas (complementarias) de ser signo del Espíritu de Dios entre la gente de hoy?
  3. Hemos aportado tres imágenes para describir esa tarea eclesial de ser signo del Espíritu de Dios. Pero, sin duda, hay otras imágenes que pueden ayudarnos.   ¿Cómo podemos ser signos del Espíritu de Dios hoy, en nuestra comunidad, en nuestra parroquia?   ¿Qué estoy dispuesto a hacer?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo III – Ciclo A,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2006, p .123

[2] Traducción libre de: Nico ter Linde, Het verhaal gaat…. 2. Het verhaal van Marcus en het verhaal van Mattheüs, uitgeverij Balans 2003 (twaalfde druk), blz. 238.

[3] Traducción libre de: http://nikolaassintobin.blogspot.com/2013/09/paus-franciscus-vergelijkt-de-kerk-met.html

[4] Inspirado en:  Jan Hendriks, De Kerk als gastenhuis en als herberg.  Te  vinden op:  https://www.marienburgvereniging.nl/publicaties/2009.html?task=convert.getpdf&id=8&filename=MARIE1-special-december.pdf

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