La entrada de Cristo a Jerusalén, alegría y pasión.

“Por eso, hermanos, yo les invito a vivir esta semana Santa no como un recuerdo del pasado, sino a vivirlo con la esperanza, con la angustia, con los proyectos, con los fracasos de nuestro mundo de hoy, de nuestra patria de hoy.   …. La palma es el signo de la victoria. La palma es el signo del martirio, pero de un martirio que ,después de la tormenta, es Gloria.  Con sus palmas, con sus ramos, con sus flores, el pueblo está diciendo a Cristo que está dispuesto  a ir con Él al martirio y que con Él cree que ha de vencer la victoria de la fe. ….La Semana Santa es como un bautismo del pueblo, un bautismo en el que Cristo nos invita a incorporarnos a su pasión y a su resurrección.” 

Monseñor Romero nos pide reflexionar sobre el significado de la Semana Santa y vivirla cristianamente.  Inicia diciendo que no hay que vivirla como un recuerdo del pasado.  Las escenificaciones con alguien que representa a Jesús, sentado sobre un burro, con alfombras en el suelo y gente con palmas en la mano, gritando “Viva el Hijo de David”, corre el riesgo de reducir la vivencia de la semana santa a un recuerdo (hasta infantil) de algo que sucedió hace muchos años en una cultura bien diferente.  Las tradiciones populares de Domingo de Ramos corren ese riesgo de ser una expresión cultural de un recuerdo del pasado.   Podemos incluir aquí también el fenómeno creciente de creyentes católicos, anglicanos y otros que no viven la Semana Santa como un acontecimiento de fe. Para ellos es un tiempo de vacaciones, de ir al mar, de descansar, ….   Lo que la prensa siempre llama “el fervor religioso” está perdiendo su brillo.

Dicho de manera positiva, Monseñor nos pide “vivirlo con la esperanza, con la angustia, con los proyectos, con los fracasos de nuestro mundo de hoy, de nuestra patria de hoy.“  Son dos corrientes de la historia concreta (del mundo y de la patria cercana) que tendrán que estar presente al celebrar la Semana Santa:  (1) la esperanza, los proyectos, las expectativas, los anhelos de los pueblos, especialmente de las y los pobre; (2) las angustias, los fracasos, las decepciones, las promesas no cumplidas, las expectativas defraudadas.  Ambas corrientes están presentes tanto en la historia actual del mundo (globalizado), la patria, como nuestra propia vida (comunitaria, familiar, personal).  Así que en las celebraciones actuales de la Semana Santa tendrán que estar presentes como trasfondo esas dos dinámicas que vivimos.  Sin ese contexto histórico, en lo positivo y en lo negativo, las procesiones y  todo el culto de la semana santa pierden su verdadero sentido evangélico.  Lo religioso no es una isla apartada de la realidad que vivimos diariamente.  Al contrario, lo que celebramos en Semana Santa puede darle profundidad y significado a la realidad.

Estamos en Domingo de Ramos.  Monseñor nos recuerda que “las palmas” son a la vez signos de “victoria” y de “martirio”.   Son símbolos muy antiguos que – en la Iglesia - hemos heredado de la cultura greco romano de hace unos 2000 años.   Quizás hemos visto imágenes de emperadores que retornan a Roma con una corona de palma en la cabeza: otros pueblos han sido vencidos, se lleva los tesoros robados a esos pueblos, junto con cantidades de vencidos hechos esclavos.  Pero el emperador, sentado sobre su caballo blanco, lleva la corona de palmas.     Pero en los primeros siglos de la persecución a los cristianos la palma se hizo también el símbolo del martirio.   Los mártires cristianos siempre han creído que “después del tormenta” viene la Gloria.  En este sentido el símbolo del martirio es a la vez un símbolo totalmente alternativo de haber vencido (rescatado, salvado, …).  ¿Seremos capaces de recordar este doble significado de la palma que llevamos para la procesión del Domingo de Ramos?   Monseñor nos dice: “Con sus palmas, con sus ramos, con sus flores, el pueblo está diciendo a Cristo que está dispuesto  a ir con Él al martirio y que con Él cree que ha de vencer la victoria de la fe.”  Así vemos con claridad que no basta la expresión de alegría con las palmas en las manos en la procesión, repitiendo los gritos antiguos de  “Hosanah,  ¡Viva el hijo de David! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!”   Participar de la procesión de Domingo de Ramos tendría que ser nuestra expresión personal y comunitaria acerca de nuestro compromiso con el camino de Jesús: estoy /estamos dispuesto/s a seguirte, Jesús, hasta el final, sea lo que sea.  “Venga lo que venga”, porque confiamos en la victoria, en el futuro, en la vida que vencerá la muerte, en la bondad que vencerá la maldad, en la solidaridad que vencerá el egoísmo.  ¿De qué manera podemos expresar este compromiso y esa confianza al participar en la procesión y la liturgia del Domingo de Ramos?

Y luego Monseñor nos dice: “La Semana Santa es como un bautismo del pueblo, un bautismo en el que Cristo nos invita a incorporarnos a su pasión y a su resurrección.”   Vuelve a hablar de la vivencia de fe de toda la Semana Santa.  Ahora enfoca a Cristo mismo que nos invita a ser parte de su camino, de su pasión y de su resurrección.   Nos habla de un “bautismo del pueblo”.   Al participar activa y conscientemente en la Semana Santa hay una nueva oportunidad para escuchar como Jesús vuelve a llamarnos, vuelve invitarnos a bajar al agua (símbolo de destrucción) para salir de ahí resucitado, junto con Él.  Se trata de la llamada a “incorporarnos” en la vida de Jesús, su camino (haciendo el bien), también hacia la cruz, con la confianza en la fidelidad de Dios Padre.  Sumergirse en la vivencia creyente de la Semana Santa, es según Monseñor Romero, una vivencia bautismal de renovar plenamente nuestra respuesta a la llamada de Jesús de seguirlo.

No tengamos miedo para vivir la Semana Santa así como Monseñor Romero la enfoca. 

Reflexión para el domingo 2 de abril de 2023.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del domingo de Ramos, ciclo A , del 19 de marzo de 1978.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II,  Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.327-328 y 335

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