Bach, invenciones BWV 787-801

Bach, Sinfonías BWV 787-801

¡Feliz domingo! De nuevo nos encontramos con la ración semanal de música de «la vieja peluca», como sus hijos llamaban cariñosamente a J. S. Bach. Y, en este caso, ¡vaya ración! Hoy, como el domingo pasado, te ofrezco una buena cantidad de obras del mismo género para que las disfrutes tranquilamente. Con ellos pasamos a otra centena de sus obras (ya vamos por el número 800 del catálogo). ¡Que lo escuches bien!

J. S. Bach

De nuevo, vamos a conocer algo de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. «Bach es el padre, nosotros somos los hijos». Esa es una de las famosas frases que pronunció alguna vez ese genio que fue Wolfgang Amadeus Mozart; parece ser que se la dijo a Gottfried van Swieten, famoso diplomático y patrón de músicos. Casi todos la pondríamos en nuestros labios, ¿verdad? Sin embargo, lo curioso de la afirmación es que Mozart no se refería a Johann Sebastian sino a quien por entonces era el representante musical de la dinastía Bach: Carl Philipp Emanuel. Cuando murió su padre, su música (la de J. S.) fue calificada de anticuada y pasada de moda, porque los gustos iban por otros derroteros. Estos eran ocupados, casi monopolizados, por C. P. E. Bach. Los deseos de los oyentes se estaban haciendo más personales y menos teológicos y, mientras Johann Sebastian nos mostraba el que hay entre el hombre y Dios su hijo lo hacía entre el músico y el oyente, algo más pragmático y satisfactorio a la hora de disfrutar de la música. Aunque, quizá también el genio de Salzburgo pensase en el padre, porque es muy posible que apreciase a la música del hijo como un vínculo entre la suya (la de Mozart) y la de «la vieja peluca». Se quiera o no, la sombra de Johann Sebastian Bach es alargada.

Disfrutemos de sus Sinfonías a tres voces, BWV 787-801. Se trata de una colección de quince obras para teclado (es decir, nada que ver con lo que entendemos por una sinfonía) que se dilató a lo largo del tiempo pero que no terminó hasta que estaba en Leipzig. Son obras didácticas, pensadas para desarrollar una técnica más propia ya de alumnos aventajados por el uso de las tres voces. Además, permitieron al maestro, una vez más, demostrar sus dotes con el contrapunto. Pero no se quedan ahí, y Bach compone así miniaturas que verdaderamente son obras maestras. Siguen el orden de los tonos mayores y menores descendente, con abundante uso de las fugas (incluso hay una triple), siempre con espíritu libre y una marcada imitación entre las voces superiores. Curiosamente eligió una cuidada presentación de las obras ya que procuró que todas ocupasen una extensión de dos páginas, para que el estudiante no tuviese que pasarlas. Todo pensado y todo una maravilla. Como las del domingo pasados, las obras pertenecen al género de la invención.

La partitura de la colección puedes descargarla aquí.

La versión es de Benjamin Alard al clave.

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