Bach, suite francesa BWV 815

Bach, suite francesa BWV 815

¡Feliz domingo! Creo que Bach es al único compositor que gusta a todo el mundo y casi en todos los lugares del mundo (generalizando mucho, obviamente) aprecian su arte y reconocen que cuando se escucha una pieza de «la vieja peluca», como lo llamaban cariñosamente sus hijos, se ve que en ella hay una profundidad muy difícil de alcanzar. Incluso en sus obras no religiosas, como estamos comprobando desde hace tiempo, esto es también una verdad. Comprobémoslo una vez más hoy.

J. S. Bach

Primero, algo sobre Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. Bach era una persona profundamente religiosa, mucho más de lo que podemos pensar. Se conservan tres volúmenes suyos de la llamada biblia de Calov con anotaciones escritas de su puño y letra. También hay notas y marcas al margen que él mismo realizó. De alguna forma lo que Bach hizo fue hacer de crítico literario con la biblia. A menudo comparaba versiones de otras biblias que seguro tenía en casa con la de Calov y corregía, ampliaba o comentaba lo que le parecía oportuno. Así, se puede concluir que el maestro se venía a sí mismo no tanto como un maestro sino como alguien que se limita a llevar a cabo humildemente su vocación, que es, en definitiva, la voluntad de Dios. Venía al Creador como algo inmanente en la música y esta no era sino una manifestación de su gracia.

Disfrutemos de su Suite Francesa n.º 4 en mi mayor, BWV 815. Comienza con los sonidos cálidos de la habitual allemande, con unos arpegios que llevan al agudo y una armonía que tira hacia lo grave. La courante tiene un ritmo más alegre, casi a modo de gigue, aunque esta vendrá después. El contraste lo aporta la elegante sarabande, muy al estilo al que Bach nos tiene acostumbrados; lenta, majestuosa y llena de emoción. Le sigue una gavotte, en forma de canon, con un increíble motivo de dos notas al que el maestro sabe sacarle todo el partido. Le sigue un movimiento titulado air. Efectivamente, se trata de un aria pero algo más movida. El carácter francés se sigue poniendo de manifiesto con un minuet, con un implacable ritmo de danza. Termina la suite, ahora sí, con la gigue, vivaz y que casi nos recuerda a llamadas de trompas, jubilosa y rítmica.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Blandine Rannou al clave.

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