Canta el querubín

¡Feliz viernes! Termina aquí la semana laboral tal como se suele entender y espero que, en esta primera de septiembre, el reingreso al trabajo no haya sido demasiado traumático. ¡Aprovecha el fin de semana para descansar! ¿Cómo sería la voz de los querubines si pudiésemos escuchar su voz? En la angelología cristiana son considerados los más próximos a la gloria de Dios por lo que su voz debe ser bellísima. No sé si la obra de hoy te recordará esto, pero puede ser un buen ejemplo para ello.

La obra que te traigo hoy se titula Iže cheruvimi, es decir, «Canto del querubín». Se trata de una obra a coro a capella a ocho voces y está dedicada al violonchelista Mstislav Rostropóvich en su sexagésimo cumpleaños; fue compuesta en 1989. Su texto está tomado de un himno de la liturgia ortodoxa, cuya atmósfera de alabanza está descrita bajo la superficie de esta obra. Se abre la composición en compás ternario con las voces acumulándose de forma sucesiva imitando el canto de los querubines. Los bajos van coloreando las voces mientras la otras cantan invocando a la Trinidad. Penderecki luego divide al coro en dos partes enfrentadas a modo del veneciano Gabrieli y la armonía comienza a moverse libremente y haciéndose cada vez más disonante. La composición termina con un aleluya que no tiene la forma optimista habitual sino que tiene algo de irreal, autocontenido, que nos dirige hacia la infinitud de la divinidad.
La interpretación es del conjunto Dale Warland Singers.