Dales, Señor, el descanso eterno

¡Feliz jueves! Ayer celebrábamos Todos los Santos y hoy tenemos también un día importante. La Iglesia nos pide que recordemos a nuestros fieles difuntos. Habrá quien los recuerde con pena y lágrimas pero también podemos hacerlo acordándonos de lo bueno de cada uno y cada una. De lo bueno que dejó en nosotros, de los buenos momentos con ellos. Qué mejor forma de homenajearlos. Para hacerlo musicalmente te ofrezco música de un español que, incomprensiblemente, no había traído todavía por aquí.

No es precisamente un villancico lo que vamos a escuchar sino su Missa de Requiem. Está escrito para siete voces y fue publicado en 1651. Su distribución es en dos coros: uno a tres voces y otro a cuatro. A veces cantan en tutti y otras se responden unos a otro de forma antifonal. Algún musicólogo sugiere que el maestro lo compuso con motivo de una epidemia que asoló Barcelona a mediados del siglo XVII. La textura es casi siempre imitativa con gran expresividad. Tiene entonaciones del canto llano pero no parece ser una misa de cantus firmus. El maestro proporcionó a la composición de un bajo continuo para órgano con algunas partes pudiendo se dobladas con instrumentos como en la grabación que te ofrezco hoy.
La interpretación es de Dietsch Vocaal Ensemble, Schola Paterskerk de Eindhoven y Schola Willibrorduskerk de Utrecht dirigidos por Hans Kronenburg.