Marcha fúnebre



¡Feliz lunes! Empezamos mes y semana y espero que ambos estén llenos de buenos momentos que hacen falta! Por mi parte espero que alguno de ellos esté relacionado con la música que pongo por aquí. Si grande es la cantidad de maestros que aún no conocemos casi tan grande es la de los que son españoles. Solo unos pocos tienen el privilegio de aparecer de vez en cuando por los conciertos, por lo que nos perdemos la buena música de muchos de ellos, como el de hoy.



Démosle la bienvenida a Felipe Gorriti (1839.1896), compositor nacido en la villa navarra de Huarte-Araquil. Su padre era organista y compositor, por lo que le inició en el mundo de la música. Con once años fue enviado a Tafalla a seguir estudiando. Luego se formó con el maestro de capilla de la catedral de Pamplona y en 1856 se matriculó en el conservatorio de Madrid donde estudió órgano con Román Jimeno de Lerma y composición con el gran Hilarión Eslava. Tres años más tarde ganó por oposición el puesto de maestro de capilla y organista en Tafalla y ahí tuvo ocasión de componer sus mejores obras. De Tafalla pasó a Tolosa donde dirigió la banda de música y se dedicó a la docencia. Era uno de los grandes organistas de su época que introdujo la gran tradición romántica en nuestro país. Tocando el piano también era un fuera de serie, tanto que se comenta que su arte al teclado hizo que Toulouse-Lautrec acudiese en tres ocasiones a Tolosa para escucharle tocar. Entre sus discípulos está Vicente Goicoechea o su sucesor Eduardo Mocoroa.

Gorriti nos ofrece hoy su Marcha fúnebre en do menor para órgano, obra compuesta en 1882. Fue merecedora de un premio en París con mención especial del jurado. Precisamente esa tradición romántica para órgano se ve reflejada aquí. Hasta ese momento, el órgano vagaba por la tradición barroca pero Gorriti se encargó de importar la música francesa y componer grandes obras como esta. El ritmo, implacable, es llevado casi sin alteración y sobre él evoluciona una armonía llena de cromatismos y giros inesperados. El maestro navarro aprovecha para explorar registros del órgano que también confieren a la pieza un ambiente misterioso pero a la vez bello y lleno de serenidad.

La partitura de la obra puedes conseguirla aquí.

La interpretación es de Esteban Elizondo al órgano Stoltz de la Iglesia de Santa María de Tolosa.

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