Mira, hombre, lo que por ti sufro



¡Feliz viernes! Para ir poniendo fin a esta semana laboral que nos conduce al último fin de semana de este mes de enero, te traigo una música bella de uno de los mayores compositores del Renacimiento. Habrá quien no se acuerde mucho de él cuando necesitamos recurrir a un polifonista de la época pero sí es de los más grandes en este género. Su música ha aparecido (y aparecerá) de forma abundante por aquí ya que, efectivamente, es de una calidad suprema.



Me refiero a Orlande de Lassus (1532-1594), compositor belga nacido en Mons. Inició su andadura musical como niño de coro y varias veces se ha afirmado que fue secuestrado hasta tres veces debido a su bella voz. En 1551 fue nombrado maestro de coro de la basílica de san Juan de Letrán de Roma siendo sucedido dos años más tarde por Palestrina. De vuelta a su Bélgica natal comenzó a publicar sus obras que pront se convirtieron en un gran éxito. En 1557 marchó para trabajar a Múnich, ciudad de la que se terminó enamorando y allí moriría. La posición adquirida le permitía hacer frecuentes viajes a Venecia, cosa que hizo para visitar a sus amigos los Gabrieli. En sus obras, vemos influencias del manierismo italiano y un gusto (sobre todo en sus composiciones tardías) por el cromatismo muy especial. Lassus siempre está al servicio del texto y lo puso de manifiesto en sus bellos motetes, piedras angulares en de finales de la época renacentista. Muchas de sus obras seculares (es decir, canciones) fueron conocidas y cantadas tanto por reyes como por aldeanos de la segunda mitad del siglo XVI.

Hoy te traigo su motete Vide homo, quae pro te patior, composición a siete voces que pone punto final a su obra mayor «Le Lagrime di San Pietro», publicada en 1560. Las veinte partes anteriores de la obra guardan una unidad que Lassus rompe en esta última. Se basa en el llamado «tonus peregrinus» (es decir, el noveno tono eclesiástico que tampoco sigue los patrones de los otros) y refleja una partida de este mundo hacia el otro. No ofrece consolación sino reproche del crucificado hacia la ingratitud humana frente a su sacrificio. Puesto que aquí habla Cristo, su voz es ofrecida en latín, frente al italiano usado en los madrigales anteriores. Lassus usó poemas de Luigi Tansillo en toda la obra pero aquí recurrió a un texto medieval de Philippe e Grève, con la angustia dominando toda la composición que es bella, bellísima como ella sola.

Mira, hombre lo que por ti sufro;
a ti te llamo que por ti muero.
Mira las penas que me afligen.
Mira los clavos que me penetran.
No es dolor como el de la tortura.
Y con tan gran dolor en lo externo,
en lo interno el dolor es aún más grave
cuando te encuentro tan ingrato.

La partitura de la composición puedes descargarla aquí.

La interpretación es de The Gesualdo Six.

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