Oh, santísima

¡Feliz lunes! Comenzamos otra semana y continuamos con los ojos puestos en el día de ayer, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Puesto que tocaba escuchar a Bach, hoy vamos a recordarla con una música conocidísima de la que quizá no te esperas quién pudo haberla recogido también (que no compuesto de forma original). Me estoy refiriendo a uno de los grandes nombres de la música... ¿te suena?

Es Ludwig van Beethoven (1770-1827), maestro alemán nacido en Bonn. El abuelo de nuestro compositor de hoy, Louis van Beethoven era de origen holandés y tenido en gran estima; de ahí el van del apellido del que es uno de los compositores más conocidos. El abuelo parece ser que era un compositor muy reputado y quizá tuviese cierta responsabilidad en que los genes de Ludwig viniesen cargados de música. Mientras que en alemán von tiene un significado aristocrático, en holandés el van solo indica procedencia, procedencia que más que holandesa es flamenca ya que los ancestros de Beethoven procedían de Malinas. Curiosamente, parece ser que el apellido es un compuesto de beet, que significa remolacha y hoven que significa campo. Por tanto, su nombre podría significar algo así como «Luis el de los campos de remolacha». Es cierto que es un nombre muy poco glamuroso pero su música sí que lo era. Como anécdota final, alguien ha dicho que en las afueras de Boortmeerbeek, localidad cercana a Malinas, existe una taberna en la que el abuelo de Beethoven aún tiene algunas deudas que pagar...
Disfrutemos de O sanctissima. Entre 1815 y 1820 Beethoven compuso una colección de piezas para voces y trío de cuerdas con piano; eran arreglos de música popular de diversos lugares de Europa. En 1860 el editor Peters recopiló varias de ellas y se publicó «12 canciones de varias nacionalidades», WoO 157. La número 4 de esta colección es precisamente la obra de hoy, que Beethoven recoge como original de los marineros sicilianos. En esta ocasión escuchamos un doble trío (tres voces más las dos cuerdas y el piano) con esta melodía famosísima donde las haya. El maestro se camufla aquí de la forma más admirable, mostrando su arte por debajo de esta encantadora melodía. Un genio como él (a quien a veces se puede decir que era un ogro) también era capaz de regalarnos melodías encantadoras como estas que se han instalado en los diversos coros del mundo por medio de innumerables arreglos.
La partitura de la composición puedes conseguirla aquí (página 14 del pdf).
La versión es de Janice Watson (soprano), Ruby Philogene (mezzosoprano), Thomas Allen (barítono), Krysia Osostowicz (violín), Ursula Smith (violonchelo) y Malcolm Martineau (piano).