La Misa Pro Eligiendo Pontifice, desde dentro Lo más cerca que el santo pueblo raso de Dios estará de elegir al próximo Papa

Procesión de entrada de cardenales
Procesión de entrada de cardenales RD/JL

Lo más cercano que un miembro del santo pueblo raso de Dios puede estar de la elección de un Papa es desde aquí, estabulado para asistir a la Misa Pro Eligiendo Pontifice para brindar aliento en forma de oración y arrimar el hombro al ala del Espíritu Santo

A media hora del comienzo de la misa los rezos son ya generalizados con la guía del rosario que va ofreciendo en latín una voz femenina. Los vecinos que pueblan las filas de alrededor no parecen venir en ningún pack turístico, porque acompañan el rezo de los misterios en diversas lenguas. El pueblo santo raso de Dios empieza a poner de su parte también

Hay recogimiento y sentido de participación. Con modos nuevos, es verdad, pero que salen del hondón

Lo más cercano que un miembro del santo pueblo raso de Dios puede estar de la elección de un Papa es desde aquí, estabulado para asistir a la Misa Pro Eligiendo Pontifice para brindar aliento en forma de oración y arrimar el hombro al ala del Espíritu Santo.
Especial Papa Francisco y Cónclave

Madrugar tiene estas cosas: hay un cribado masivo de turistas que hacen más fácil el camino y la entrada a la basílica de San Pedro en estos días saturados de historia y peregrinos para el Año Jubilar. Aunque en una Iglesia cada vez más mezclada, donde se van imponiendo las miradas y los colores de otros continentes, no se descarta tampoco que esta eucaristía pueda estar dentro del pack turístico que últimamente aterriza en Roma tras el fenómeno de la película Cónclave.

Falta más de hora y media para que comience la eucaristía que presidirá un anciano e incombustible cardenal Re, y las miradas de quienes ya han pillado sitio (el aforo está un poco más de mediado) se dirigen fundamentalmente hacia el techo de la basílica o hacia el móvil, desde el que se despachan Whatsapps con imágenes del techo.

Fieles en la misa
Fieles en la misa RD/JL

También los hay que se entretienen leyendo el Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, que en su portada también invoca a escuchar al Espíritu Santo, haciendo solitarios en el smartphone o rezando. Rezar se puede hacer para dentro, claro, pero también los hay que en la espera lo hacen manifiestamente hacia fuera, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos y temblorosos. 

A media hora del comienzo de la misa los rezos son ya generalizados con la guía del rosario que va ofreciendo en latín una voz femenina. Los vecinos que pueblan las filas de alrededor no parecen venir en ningún pack turístico, porque acompañan el rezo de los misterios en diversas lenguas. El santo pueblo raso de Dios empieza a poner de su parte también.

Rezando el rosario
Rezando el rosario RD/JL

Finalizan los rezos y comienza la expectación. Los móviles se giran en una oleada que va desde la entrada de la basílica al baldaquino de Bernini siguiendo la procesión de los cardenales. No es cómo se entra, sino cómo se sale. A las 10 en punto de la mañana, absolutamente todos entran recogidos y circunspectos. Se entiende. Una hora y media después, la mayoría salen con cara de alivio, cuando lo difícil en realidad viene ahora.

Ahí está Re, que cierra como decano del Colegio Cardenalicio la procesión. Arrastra los pies pero mantiene la cabeza firme. A sus 91 años, por veces parece un ejemplo de última hora de la conversión pastoral a la que invitó el papa Francisco desde los primeros compases de su pontificado.

Rezando el rosario antes de la eucaristía
Rezando el rosario antes de la eucaristía RD/JL

Es el mismo Re, pero ya no lo es que fue. Lo recuerdo en una recepción en la Embajada de España ante la Santa Sede, cuando abroncó al recordado cardenal Clàudio Hummes -el mismo que poco después le susurraría a su amigo Bergoglio nada más ser elegido papa que no se olvidase de los pobres- por acudir vestido de traje, sin los ropajes cardenalicios que los distinguían de los demás.

Este Re no es aquel Re. Pero tampoco es el mismo que pronunció una sentida homilía el 26 de abril en el funeral de Francisco, inesperada para muchos por alabar el legado que dejaba el papa muerto. Quizás no resultaría tan sorpresiva para el propio Francisco, quien tan solo tres meses antes dispuso la prórroga en su mandato quinquenal como decano del Colegio Cardenalicio en vísperas de las elecciones previstas para sustituirle, agotado el mandato, y en las que se daba por hecho que ganaría Pietro Parolin.

Francisco quitaba así protagonismo a su teórico segundo y mantenía las funciones del viejo Re, que seguiría presidiendo las congregaciones generales, evitando así la sobreexposición de Parolin de cara a un cónclave. Bergoglio le prefería a él, que ya no era elector, y de quien respetaba que sus críticas -que no eran pocas- se las dijese a la cara.

Los fieles graban la entrada de los cardenales
Los fieles graban la entrada de los cardenales

La ceremonia sigue ahora sin atisbo de ningún pack turístico en la inmediaciones. Hay recogimiento y sentido de participación. Con modos nuevos, es verdad, pero que salen del hondón. Como el joven milenial de mi derecha, capaz de unirse al canto del gloria en latín mientras con la mano que no sujeta el libreto de la ceremonia manda un whatsApp del techo de la basílica, sí.

Este joven y los centenares de fieles del santo pueblo raso de Dios somos citados por el cardenal Re. "Tenemos ante nosotros al pueblo de Dios", atrona con su acento. Cita a Pablo VI. Aparece Juan Pablo II. No menta a Francisco. Aparece "autorreferencialidad", jerga bergogliana. Mensaje sutil. Signo de que no gustó su homilía en las exequias. 

Procesión de cardenales
Procesión de cardenales RD/JL

"El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo", añade. Reconocible también. No hay signos de la homilía atronadora en otro sentido que pronunció aquí mismo un 18 de abril de hace 20 años el cardenal Ratzinger, dando el pistoletazo de salida a la barra libre contra el relativismo.

Pide Re una unidad en la Iglesia y una comunión que no sea ombliguista, "sino también con la gente, con la sociedad, con la cultura" e invita a no pretender la uniformidad, sino regar la diversidad "en plena fidelidad al evangelio". Una diversidad como la que parece en estos momentos estar bajo este imponente techo. Esa que ha sido abonada en los últimos trece años. 

Su doble felicitación a Parolin a la hora de la paz pasó desapercibida en la bancada. ¿El mismo Re? El santo pueblo raso de Dios de siempre abandona el templo mirando al techo o tocando en algunos casos el frío mármol de los angelotes que tiene a mano. Ya ha hecho todo lo que podía y le dejaban hacer.

El cardenal Re
El cardenal Re RD/JL

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