Sonata dulce

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¡Feliz miércoles! La obra de hoy es dulce no solamente por las notas que concibió su compositor, sino por el instrumento que la va a interpretar, que tiene ese adjetivo tan característico. Ese maestro, si es que ha parecido por aquí antes, hace mucho que no volvía.

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Estoy hablando de Jean-Baptiste Quentin (antes de 1690-h. 1742), compositor francés nacido en París. Fue un insigne violinista que también sobresalió a la hora de tocar la viola. Su reputación creció como la espuma cuando empezó a tocar en la ópera en 1718, mientras seguía componiendo para su instrumento de cabecera. Entre sus obras se encuentran sonatas en cuatro y cinco movimientos y tambén sonatas en trío, con ciertas indicaciones para que puedan ser interpretadas con una orquesta. Técnicamente requieren de una gran habilidad por parte de los solistas. Quentin incluso suele dar indicaciones de los golpes de arco. Sus armonías también son bastante destacables por lo que la música de Quentin es de una gran calidad a pesar de que no es de los compositores más conocidos.

De este maestro escucharemos la Sonata n.º 9 op. 1. Se trata de una composición para violín y bajo continuo que nosotros escucharemos en la versión para flauta dulce. Fue publicada en una colección que vio la luz en París en 1728. Se inicia con un Adagio bastante meditativo con una melodía llena de sentimiento. A continuación aparece un fragmento más movido con una Allemanda y con tempo de allegro. El carácter de danza recorre todo el movimiento, que es muy exigente con la técnica. Sigue un Un poco andante y termina con un amplio Allegro que aporta un carácter jovial al final de esta bella composición.

La partitura de la pieza puede descargarse aquí (en la página 40).

La interpretación es de Brooklyn Baroque.

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