Es bueno que yo cante



¡Feliz lunes! ¿Qué, cómo va ese inicio de semana? Supongo que tras el parón veraniego puede ser algo difícil la incorporación pero se puede. ¡Animo! Si me permites, voy a hacértelo más llevadero con una música que viene desde la tradición más ancestral. Es posible que en tu escucha de música no prestes demasiada atención a la música demasiado antigua porque puede parecer tan difícil de escuchar como la contemporánea, pero merece la pena, ¡y tanto que la merece!



Viene hoy con nosotros, y puede que por primera vez, Raimon de Miraval (c. 1135/1160–c. 1220), trovador occitano que pudo nacer en Carcasona. Las crónicas de la época acuden a él como pobre caballero de Carcasona que poseía menos de un cuarto del castillo de Miraval. Fue agraciado por el conde Raimundo I de Tolosa y luego por Pedro II de Aragón y Alfonso VIII de Castilla. Sus contemporáneos le tenían en gran estima y se dice que murió en Lérida. El tema favorito de sus obras era el amor cortés, de ahí que fuese un éxito allí adonde las recitaba y cantaba. En muchas de sus poesías habla de la alegría del amor o del amor lejano, pero siempre desde un punto de vista cortesano, con honor y manteniendo la reputación de los amantes. En estos destaca la fidelidad y la honradez de los novios, es decir, todo un clásico de la Edad Media. También tenía mucha calidad componiendo ya que en veintidós de sus composiciones se conserva la música, algo que también gustaba mucho allí donde estaba. En 1191 ya era famoso y su última composición data de 1213.

Hoy te propongo escuchar su canción Bèl m'es q'ieu chant e coindei. Aquí Miraval (sobre todo en la séptima estrofa) le dice al rey Pedro II de Aragón que tiene que reconquistar las tierras dominadas por los franceses, recuperando así su castillo de Miraval. Precisamente fue una obra compuesta poco después de la batalla de las Navas de Tolosa. El monarca sufriría una derrota en la batalla de Muret (1213), con lo que las aspiraciones de los monarcas franceses se vino al traste. Ello obligó que Miraval tuviese que exiliarse a Cataluña donde terminase sus días. La voz va desgranado todo esto en un canto austero pero a la vez lleno de emoción y de autoridad.

La interpretación es de la Capella de Ministrers dirigida por Carles Magraner.

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