Entrevista con el obispo y el vicario general del Vicariato de San José del Amazonas Javier Travieso y César Caro: "Ha llegado el momento de plasmar 'Querida Amazonía' en decisiones operativas"

Javier Travieso y César Caro
Javier Travieso y César Caro

"Nuestra tarea allí es un poco de todo, pues como hacía Jesús. Ofrecer lo que es la vida y la presencia de Dios en medio de los hombres para el camino que nos toca, tiene que ir pues con todo lo que se necesita, y allí hay que hacer que todo"

"Todos los que tenemos posibilidad, no solamente sacerdotes, como responsables, ni solamente porque no tenemos suficiente número, sino porque la cooperación allá, y la necesidad obliga, también, hay quienes participan en ello de manera que tenemos responsables de algunas comunidades y parroquias a sacerdotes, y también a laicos, ellos y ellas"

"Nosotros no rompemos lo que la Iglesia es desde siempre, desde el Señor y el envío de sus primeros los discípulos entre nosotros. Él y sus dones son de los que tenemos que vivir la Iglesia siempre. Y para todos los bautizados"

"Es para pensarlo; en ese lugar la Iglesia no depende de  los misioneros y tampoco de los sacerdotes. Es una realidad que nos habla, nos hace pensar que hemos de transitar por ese camino. Es como una trocha que tienes que ir a abrir. Que no tienes que tener miedo de lo que te vas a encontrar. Tienes que ir con decisión, pero sabiendo que es la dirección adecuada"

Hoy no estamos en nuestra sede, estamos en la sede de la Conferencia Episcopal. No hemos hecho nada malo, no se preocupen. Estamos con monseñor Javier Travieso y con César Caro, que conocéis todos, y que es, entre otras muchas cosas, bloguero de Religión Digital.

Los dos están en España provenientes de Perú, de su vicariato, del que hablaremos ahora, y tienen muchas cosas en común. Entre ellas, aunque César no quiera reconocerlo, el de haber nacido y ser de Don Benito o como quiera que se llame ahora. 

RD.-¿Cómo se viven desde lejos este tipo de polémicas?

J.-Nos ha llegado la noticia y la evolución de lo que por allí se organizó en torno a convertir Don Benito y Villanueva en una nueva mayor ciudad. Pero, aunque no estamos en los detalles, sabemos que ahora está un poquito entrampado porque alguien, o un grupo, ha tratado de decir que aquello no fue por los caminos adecuados y que está en los juzgados. Y no solamente el nombre, parece ser que es la realidad de la unión está todavía en 'veremos'.

-Bueno, lo que está claro es que Extremadura y América Latina están muy ligadas desde el descubrimiento. Hay personajes que no hay que obviar, que fueron importantísimos en la conquista o como lo queramos llamar, del Nuevo Mundo. No vamos a entrar en diatribas del lenguaje. Y tenemos dos extremeños que hicieron las américas de manera similar y con lugares también similares.

¿Cómo se ve la misión? ¿Cómo es el lugar donde la lleváis a cabo?

J.-César es nuestro vicario general, llevamos las dos cosas en común y estamos en lo mismo.

C.-El vicariato apostólico es muy extenso. Tiene ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados. Es como Andalucía, Extremadura y Galicia juntos. Es un territorio rural, nosotros no tenemos ciudades grandes. Tenemos una ciudad de unos 20.000 habitantes o por ahí, Cavalococha, que es el núcleo más grande que hay en nuestro territorio. Y los demás son todos chacra, o sea, son todos pueblos, cabeceras de distrito, 3.000 habitantes, y luego un montón de pequeñas comunidades, de más de 600.

Javier Travieso y Cesar Caro
Javier Travieso y Cesar Caro

RD.-¿Cuál es la presencia de la Iglesia en el Vicariato?

J.-La iglesia lleva mucho tiempo allí, como en todo lo que es América. Pero lo que ahora es el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas tiene una historia reciente, de 77 años. Porque antes fue evangelizada, en alguna medida, por órdenes religiosas, como franciscanos, jesuitas, agustinos…, y del vicariato grande que había por toda esa zona, en lo que es el noreste peruano, que es todo selva, se desgajó y ahora formamos dos vicariatos, de lo que era un gran vicariato de los agustinos. Está el de Iquitos, y está el de San José del Amazonas, que es, saliendo de la ciudad capital de toda aquella región grande de selva, Iquitos, por los ríos Napo, que viene de Ecuador, del Amazonas, que luego ya continua por Brasil. El río Putumayo, que es frontera a la vez,somos vecinos de Colombia, y el Yabarí, que hace esa pancita, digamos, del límite del Perú con Brasil.

Entonces, nuestro vicariato tiene esa hora tiene unos 77 años como tal y fue encomendado por la Santa Sede, por el papa, a los franciscanos que vinieron de Canadá, en concreto. Ahora, franciscanos de Canadá, después de todo este tiempo, no hay, y hemos ido entrando en situaciones diferentes. Somos misioneros de diez naciones; laicos, religiosas, algunos sacerdotes, digo algunos porque no somos suficientes.

RD.-Es un territorio muy amplio.

J.-Mucho. Ahora, es amplitud de selva. Entonces, los recorridos y las pequeñas comunidades son a lo largo de los ríos, de manera que nuestra forma de ir y venir es navegando. Porque allí, carreteras no tenemos.

Nuestra tarea allí es un poco de todo, pues como hacía Jesús. Ofrecer lo que es la vida y la presencia de Dios en medio de los hombres para el camino que nos toca, tiene que ir pues con todo lo que se necesita, y allí hay que hacer que todo. Tenemos escuelas y atendemos otras el Estado, centros de salud y otra serie de necesidades que surgen y en las que nosotros tratamos de hacernos presentes para el servicio de todo lo que allí hay, de una manera, todavía, muy limitada. Necesitamos el doble y el triple de los misioneros que estamos y también los recursos necesarios para todo ese movimiento porque la gente allí está en su comunidad, viviendo del pescado del río, de algún pequeño huerto, de alguna cosita y de algunos animales, de vez en cuando, de lo que es lo que allí se dice 'el monte', refiriéndose al bosque de la selva.

Y por eso estamos aquí. Cuando venimos, tratamos, como hoy, de encontrarnos con quienes pueden escucharnos y ofrecernos un apoyo como Iglesia, y también como gente que se interesa por cooperar. Y llevarnos las posibilidades de hacer el servicio que podamos. Porque hay necesidad de todas las formas.

RD.-Cesár nos lo lleva contando años desde su blog, y otros misioneros que están escribiendo en religión Digital. Pero, ¿cómo cambia la vida y la visión de la fe y de la Iglesia estando en un sitio radicalmente distinto a lo que podemos imaginar aquí, en España? Probablemente se parezca más a la Iglesia que soñó Jesús en cuanto a pequeñas comunidades, a trato mucho más personalizado, a compartir, también, lo esencial y sufrir con lo que no se tiene.

J.-Y hacerse responsable también, todos los que tenemos posibilidad, no solamente sacerdotes, como responsables, ni solamente porque no tenemos suficiente número, sino porque la cooperación allá, y la necesidad obliga, también, hay quienes participan en ello de manera que tenemos responsables de algunas comunidades y parroquias a sacerdotes, y también a laicos, ellos y ellas. Algunos son lo que llamamos 'ribereños' venidos de varios sitios, pero que ya son familias que viven allí, y otros son de familias que de toda la vida, es decir pueblos indígenas, son los habitantes naturales, primogénitos del territorio, tenemos algún encargado de parroquia como es Félix, en El Estrecho, estamos hablando ahora de aquella zona en el río Putumayo, que es un miembro más de uno de aquellos pueblos que son los murui, (hay otros diez pueblos indígenas), y también por religiosas al cargo de comunidades y parroquias… Digamos que nuestra nuestra visión y acción como Iglesia sinodal, las venimos practicando hace tiempo.

C.-La escasez del sacerdotes en el vicariato no es de ahora. Siempre ha sido.

J.-Es connatural a la propia existencia del vicariato.

Javier Travieso y César Caro
Javier Travieso y César Caro

C.-Entonces, es algo habitual que la responsabilidad de la misión recaiga sobre otras personas. Digamos que nos hemos encontrado con ese activo cuando ahora surge la reflexión del aula en la calle sacerdote en el que era tono no es de ahora eso siempre ha sido con las asistenciales y entonces pues algo es algo habitual que la responsabilidad de la misión recae sobre otras personas, entonces digamos con ese activo no hemos encontrado cuando ahora surge la reflexión que el Papa activa, acerca de la sinodalidad y sobre la corresponsabilidad de los laicos.

En eso, nosotros hemos avanzado por porque la historia ha sido así. Ahora, todo eso lo tenemos que procesar y convertirlo, no sólo una necesidad una circunstancia digamos humana, sino algo que profundizamos, digamos, más espiritualmente, y lo relanzamos y lo reanudamos, y optamos por ello. 

-Vamos, que estáis haciendo Iglesia sinodal desde antes de que existiera el concepto vaticano.

C.-De hecho, fíjate qué interesante, los últimos años hemos tenido unos sacerdotes que nos han llegado, incluso algunos algunos cambios del año pasado, cuando algún sacerdote fue trasladado y no fue nombrado párroco, no fue nombrado responsable de la misión en ese lugar. Y responsable es la hermana, y responsable es el laico, por ejemplo. Y a veces vamos de visita y recuerdo, hace poco en el Consejo de Pastoral, en la misa, estaba claro:el responsable de la misión es la hermana tal. Está sacerdote también, pero él no es el último responsable; son cambios, también.

RD.-¿Podemos explicar a la vieja Europa que es es posible, que es igual de evangélico que cualquier otra opción y que no ese está rompiendo nada?

C.-Ahora hemos estamos charlando un rato. Y estaba Celso Morga, también. Pensábamos cómo hacemos para mantener toda esta estructura que descansa sobre el supuesto de que hay muchos sacerdotes. A lo mejor , un poco, ese es el problema. A lo mejor, tal como fue durante décadas, no se puede mantener y hay que cambiar esa estructura para que no dependa de loso sacerdotes. Esto, nosotros los vivimos con más naturalidad.

J.-Sí. Jesús, tú decías antes una palabra: romper. Nosotros no rompemos lo que la Iglesia es desde siempre, desde el Señor y el envío de sus primeros los discípulos entre nosotros. Él y sus dones son de los que tenemos que vivir la Iglesia siempre. Y para todos los bautizados. Sin embargo, es lógico que entre los dones y carismas y servicios que hay en la Iglesia, que los reparte con su espíritu, los hay laicales, de vida consagrada, de varias formas que se han desarrollado en la historia de la iglesia y en la actualidad. Y también, ese ministerio apostólico que obispo, y sus colaboradores los sacerdotes con diáconos, que participan de una relación para el servicio eclesial, pues eso no significa anularlos, porque sabemos que no podemos prescindir de Cristo Jesús en medio de todos nosotros que a través de la convocatoria y la figura, digamos, sacramental de Él, en medio de la comunidad, de parte de enviados suyos y de los dones del perdón, de la eucaristía, que es el alimento del cuerpo de la Iglesia para siempre… Pero esto no significa ni que sea solo el sacerdote, ni que lo sea, en nuestro caso, allá, inmediatamente después de llegar. ¿Por qué? Pues porque es servicio, y con otros servicios sumados para hacer el servicio completo de la fraternidad cristiana y del servicio misionero.

Y por otro lado, hay quienes ya allí saben muy bien quiénes son sus hermanos, cómo son las condiciones, cómo se trabaja ahora… El ministro ordenado que llega, lo hace para ir haciéndose una idea, conociendo. Y, así mismo, tener la posibilidad de realizar su servicio pastoral en la condiciones que allí se presenta.

75 Años del Vicariato San José del Amazonas
75 Años del Vicariato San José del Amazonas

C.-Esa es la clave. O sea, yo creo que, más allá del nombramiento, la clave es cómo aprendemos a vivir el ministerio sacerdotal los sacerdotes, los laicos, los religiosos y religiosas, de forma sinodal y no clericalista. Cómo hacemos que la iglesia vaya caminando como Iglesia sinodal.

Allí lo vivimos de esta forma peculiar y creemos que es un bonito camino, estamos contentos.

J.-Efectivamente. Madrid es una gran ciudad, hay otras ciudades más pequeñas. El concepto es que en una ciudad hay parroquias y se atienden. Pero, es que allí, como ya te decía César, tenemos unas 680 pequeñas comunidades. Algunas son medianas, otras son muy pequeñitas, pero todas por los ríos. Entonces, allí hay un grupito de personas, todavía hay mucho que hacer para que sea una comunidad cristiana católica, hay mucha llegada, cada día más, de algunos grupos evangélicos que participan de la misma fe en Cristo, pero no en la plenitud de lo que nosotros tenemos que entregar. Hay mucho que hacer.

Allí, tiene que haber, y los hay, pero pocos todavía, animadores catequistas de la comunidad pequeña cristiana que allí hay. El sacerdote y los otros misioneros, en conjunto somos pocos, y hay una tarea de formación y de animación y acompañamiento que se tiene que hacer a los responsables de cada comunidad y todo eso significa también compartir dones. Pero, también, la presencia responsable de la iglesia está encarnada en un hombre o una mujer, a veces en una familia, que son los animadores de esa comunidad pequeña.

C.-Estamos trabajando pasar de la figura del animador, el responsable de la comunidad, a la figura del grupo, como algo más sinodal, incluyendo también a las mujeres. Estamos viendo cómo eso lo evolucionamos. Como un ensayo de una iglesia más ministerial, donde una comunidad está animada con un equipo, donde hay varias personas que tienen distintos servicios y donde las mujeres tienen un peso específico. Hay experiencias, por ejemplo en Orellana, que es un puesto de misión donde no es que no haya sacerdotes, es que no hay ningún misionero, y están están ahí y son todas mujeres. Casi todas. Ellas lo hacen y eso no está muerto; está vivo. Lo hacen a su manera, no como lo harías tú, o yo. Pero el caso que ahí está la fe.

Es para pensarlo; en ese lugar la Iglesia no depende de  los misioneros y tampoco de los sacerdotes. Es una realidad que nos habla, nos hace pensar que hemos de transitar por ese camino. Es como una trocha que tienes que ir a abrir. Que no tienes que tener miedo de lo que te vas a encontrar. Tienes que ir con decisión, pero sabiendo que es la dirección adecuada.

J.-Transitar, como dice me César, en el sentido también de que para nosotros eso no es ninguna ideal de llegada, es transitorio, es de más alto. Porque Mariana, que así se llama la primera responsable en ese grupito de mujeres allá, y también de algunos muchachos jóvenes que allí, en otras partes, ellos y ellas mantienen también la convocatoria a la comunidad para leer la palabra de Dios, para rezar juntos. Hay casos preciosos de niños, prácticamente, que siguen siendo un contacto.

Transición también porque ellas no pueden estar conformes y anhelan la llegada de quien, en el nombre del Señor, tiene en los dones del Señor en la Iglesia para para repartir los dones del perdón, los dones de la convocatoria y de la Palabra compartida con todo lo que significa. El don también de la enseñanza. Y la eucaristía y los otros otros sacramentos. Pero no es que si llega el sacerdote, las aparta. No. Llega para completar, para reforzar y animar, y hacer crecer el pequeño grupo que hay para hacerlo más grande.

RD.-Se basa un poco en lo que dijo el papá en 2013 en Brasil sobre los talentos. Cada uno tenemos los talentos que Dios nos ha dado y somos igual de responsables que cualquier otro con los nuestros a la hora de construir la Iglesia desde el sitio donde estamos.

Entiendo que debates que aquí en Europa son casi cismáticos, allí se tienen que contemplar como si fuéramos marcianos.

J.-Es que la realidad y la necesidad, lo que hay, es de una fuerza grande, pero yo entiendo también que una tradición en la que hay más compleción, más elementos de los que ha ido viviendo la Iglesia, eso, cuando se merma, cuando disminuye, se siente y se resiente la gente. Entonces, a cada uno nos toca lo nuestro. A nosotros, llegar a más. Y acomodarse con menos, pero aquí y allá, para no ceder, seguir caminando y con la ayuda de Dios ir construyendo y dando todo lo que se tiene. Pero, eso sí, no hay que esconder ningún don. Ni nadie tiene derecho a quitarlo.

RD.-¿Cómo vivieron los resultados del Sínodo de la Amazonia? Porque en algunos sectores queda la sensación de que se había solicitado y se había llegado a un acuerdo amplio sobre algunos asuntos, y no es que se hayan aprobado, sino que se sigue caminando en en torno a ello. Creo que se presentaron hace poco los estatutos de la CEAMA.

¿Cuál es el ánimo que puede tener la iglesia de la Amazonia, diferente, no distinto, del que podemos transitar en otro tipo de cultura, de civilización, de estado?

C.-Cuando salió Querida Amazonia, empezó la pandemia prácticamente. Eso significa que durante dos años hemos estudiado el documento pero no hemos tenido oportunidad de estudiarlos juntos, los misioneros y los agentes de pastoral. Pero lo hemos estudiado. En nuestro caso, además, coincidió con el inicio de un nuevo Plan Pastoral del Vicariato.

¿Qué ha pasado? Ha pasado otro año, hemos recibido los documentos y el Documento Final, que para mí es muy potente y muy claro. Y Querida Amazonia, que es un documento complementario, lo reafirma, pero con otro lenguaje. Para mí, eso lo hemos recibido y nos hemos entusiasmado y vemos ahí una gran luz. Y ahora llega el momento de plasmarlo en decisiones operativas; cuando se redactan los planes pastorales, las programaciones, cuando se hace el nombramientos… Pero ahí es donde yo veo, un poco, la dificultad. La dificultad humana de salir de la zona de confort y de adentrarse por territorios que son desconocidos o poner en marcha procesos que sabes que no los vas a poder controlar completamente hasta el final. Desencadenar algo nuevo.

Yo ahí no es que vea resistencia, pero sí inercia. Lo veo difícil, lo que no significa que no se esté haciendo. Estamos en ello, incluso en el plan pastoral, ahí vamos y cuesta trabajo. Cambiar cuesta mucho trabajo a todos, siempre.

RD.-No nos queremos ir sin que contéis qué necesidades tenéis, y cómo nuestros lectores, o la gente que nos esté viendo, pueda ayudar al Vicariato y a la misión que hacéis.

J.-Yo, si te parece, César, digo dos titulitos. Como en los libros, digo el título, y luego César lo rellena. Nosotros tenemos dos grandes necesidades, y son complementarias. Lógicamente, la primera que voy a decir, la más importante, porque en este mundo, hasta el propio Señor y los primeros apóstoles, todos, para hacer el trabajo, necesitamos comer.

Entonces: personas y medios de apoyo. Personas porque para toda esa zona, necesitamos, lo decía al principio, doble y triple de misioneros. laicos, religiosas. Necesitamos todavía más comunidades. De los 16 puestos de misión, por lo menos en 5 necesitamos alguna comunidad religiosa que vaya a hacer la presencia y ese buen trato. Esa convocatoria del día a día con la gente, que la gente lo necesita. Y en la mitad de los 16 puestos de misión, no tenemos sacerdotes. Andamos muy necesitados de misioneros de la vocaciones diferentes y del ministerio pastoral.

Naturalmente, también necesitamos más medios económicos porque el movernos por los ríos, quién me lo decía hace muy poquito…

C.-Una misionera laica de Mérida que ha ido muchas veces, pero nunca había ido a la selva. Ella me dijo me doy cuenta que aquí la vida es muy cara.

Javier Travieso y Cesar Caro
Javier Travieso y Cesar Caro

RD.- Claro, el precio de la gasolina. La guerra de Ucrania también os llega.

J.-Gasolina para ir y venir en los botes. Cuando el equipo de misioneros, si lo hay, otras veces son uno o dos, va a las comunidades, no solamente lleva alimentación y otras cosas para el que va a hacer la visita, sino que llega y comparte.

C.-La misión es cara. Y un vicariato apostólico es una baby-Iglesia. Una Iglesia que por definición está comenzando y no tiene posibilidad de sostenerse, de eso estamos lejísimos. Entonces, la misión es cara y para mantenerla necesitamos personas, misioneros- sacerdotes, misioneros-laicos y misioneros-religiosos/religiosas. Los misioneros es lo primero. Y necesitamos recursos económicos.

Entonces, el que esté viendo o leyendo la entrevista, puede entrar en la página web del Vicariato, y ahí encontrará las cuentas bancarias. Y si no, pues pregunten a Jesús o a José Manuel de Religión Digital que cómo pueden ayudarnos.

RD.- Javier, César, muchísimas gracias. Muy buena suerte por aquí. A ver qué pasa con el nombre de Don Benito. Y gracias por esa experiencia que desde acá no terminamos de entender y pensamos que la única Iglesia que existe es la de aquí. De derechas o de izquierdas, más progresista, menos progresista, preocupados por la estola o por la liturgia… y hay cosas que son muchísimo más esenciales.

J. Allí, eso lo tenemos, digamos, más facilitado y simple por la necesidad. César y yo lo sabemos porque vamos a la comunidad y nos ponemos en el bote. En el bote puede levantarse un poco de viento, salpicar el agua y llegar empapados porque, por equis circunstancias, están allí esperándonos y nosotros llegamos un poquito tarde porque el río se embraveció un poco. Y empapados, sacamos el alba, y nos la ponemos inmediatamente encima para hacer un signo de que somos el que preside la eucaristía en el nombre del Señor en esta comunidad hambrienta y que espera por lo que nosotros tenemos que servirle.Y cuando acabamos, nos ponemos un hatillo y allí y a continuar.

Digamos que las circunstancias, y para la gente, ni se plantean absolutamente esas cosas. Y lo sustancial está instalado,  la presencia del Señor través nuestra con ellos con el mínimo. Y la gente no nos plantea nada porque, la mayoría, muchos están descalzos. otros con lo mínimo encima, porque aquí hace mucho calor.

RD.-Lo mejor es verlo.

C.-Estás invitado. Cuando quieras puedes ir.

RD.-Gracias a los dos. Esta es vuestra casa. Ya lo sabéis. Javier, no lo olvides.

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