"Creo firmemente que hoy está en juego la construcción de la forma de Iglesia constitutivamente sinodal" Rafael Luciani: "Nuestro objetivo es compartir el tesoro teológico que hemos cultivado como Iglesia latinoamericana, una Iglesia fuente"

"Asumo este servicio con un profundo sentido eclesial, convencido de que el Cebitepal puede seguir siendo un espacio de renovación y profecía para nuestras Iglesias, en apertura y diálogo con toda la Iglesia"
"Actualizar su misión a los desafíos del mundo actual y proyectarlo como un punto de referencia global en la implementación de una Iglesia sinodal y misionera, inspirada por una clara opción por los pobres"
"Busca posicionar al CELAM como un referente global en investigación y formación en teología de la sinodalidad, renovación de la eclesiología y la ministerialidad, y actualización en la doctrina y visión socio-pastoral de la Iglesia"
"El CEBITEPAL debe seguir contribuyendo, como lo ha hecho hasta ahora, en la promoción y el desarrollo de tres grandes ejes que han marcado la identidad de la Iglesia latinoamericana"
"Busca posicionar al CELAM como un referente global en investigación y formación en teología de la sinodalidad, renovación de la eclesiología y la ministerialidad, y actualización en la doctrina y visión socio-pastoral de la Iglesia"
"El CEBITEPAL debe seguir contribuyendo, como lo ha hecho hasta ahora, en la promoción y el desarrollo de tres grandes ejes que han marcado la identidad de la Iglesia latinoamericana"
Se define como "laico teólogo, con más de 25 años de experiencia en el ámbito académico y pastoral". Desde esa contrastada trayectoria, Rafael Luciani (La Guaira, Venezuela, 1970) asume ahora la dirección del Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (Cebitepal), la instancia formativa del Celam iniciada en 1955. "Asumo este servicio con un profundo sentido eclesial, convencido de que el Cebitepal puede seguir siendo un espacio de renovación y profecía para nuestras Iglesias, en apertura y diálogo con toda la Iglesia".
El principal objetivo de Luciani en su nuevo cargo es proyectar el Cebipetal "como un punto de referencia global en la implementación de una Iglesia sinodal y misionera, inspirada por una clara opción por los pobres". Y, de esta forma, hacerle volver a sus orígenes "como un espacio de pensamiento crítico que integra formación, investigación y publicaciones para contribuir con el cambio de mentalidades en cada época eclesial". Y, por supuesto, contribuir a "la construcción de la forma de Iglesia constitutivamente sinodal".
¿Qué significa para usted el nombramiento como director de Cebipetal?
Este nombramiento representa una gran responsabilidad, tanto eclesial como teológica. El Cebitepal ha sido, a lo largo de los años, un espacio clave para el desarrollo de la identidad de la Iglesia latinoamericana, a través de la formación, la investigación y la reflexión académica. Asumir esta misión significa contribuir con un camino de la historia de la Iglesia latinoamericana iniciado por el CELAM en 1955, que hoy continúa con renovada fuerza en el contexto del Sínodo sobre la sinodalidad.
Como laico teólogo, con más de 25 años de experiencia en el ámbito académico y pastoral, he tenido la oportunidad de vivir, estudiar y trabajar en tres continentes. Esto me ha permitido conocer de cerca la vida de una Iglesia local, como la de Venezuela, y también la riqueza de la comunión con otras Iglesias en distintos lugares del mundo. La experiencia latinoamericana ha sido clave en mi camino, siempre en diálogo con una mirada y formación global. Por eso, asumo este servicio con un profundo sentido eclesial, convencido de que el Cebitepal puede seguir siendo un espacio de renovación y profecía para nuestras Iglesias, en apertura y diálogo con toda la Iglesia.
Por cierto, ¿qué es Cebipetal y cómo nace?
Es importante repasar brevemente la historia del CEBITEPAL, sobre todo para quienes no lo conocen y no saben lo que ha significado para la Iglesia en América Latina y el Caribe. Sus orígenes se remontan a la creación del CELAM en 1955, durante la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Río de Janeiro. El CELAM promovió varios institutos de formación pastoral en distintas regiones del continente. Así nacieron el Instituto Catequístico Latinoamericano (ICLA) en Santiago de Chile en 1961, el Instituto de Liturgia Pastoral en Medellín en 1965, y el Instituto Pastoral Latinoamericano (IPLA) en Quito en 1968.
En 1972, el CELAM decidió unir estos centros en un solo instituto de formación: el ITEPAL (Instituto Teológico Pastoral del CELAM), que comenzó a funcionar en Medellín en 1974 y, más tarde, en 1989, se trasladó a Bogotá. En 2014, el ITEPAL fue reorganizado y pasó a llamarse CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe), integrando en una sola estructura las escuelas bíblica, teológica y socio-pastoral del CELAM. La reforma sinodal del CELAM realizada entre el 2019 y el 2021 destacó, entre la identidad del CEBITEPAL, "favorecer itinerarios de formación, reflexión e investigación que se adapten en forma flexible a los contextos, modalidades y necesidades del Pueblo de Dios". Hoy añadiríamos que esto adquiere una misión y un rostro global.

¿Cuáles son sus principales objetivos al frente de la institución?
He comenzado este nuevo servicio emprendiendo un proceso de reestructuración organizacional y de la identidad del CEBITEPAL para actualizar su misión a los desafíos del mundo actual y proyectarlo como un punto de referencia global en la implementación de una Iglesia sinodal y misionera, inspirada por una clara opción por los pobres.
Para quien no conoce al CEBITEPAL, es importante resaltar que este no es un centro que gestiona cursos. Es importante resaltar que el CEBITEPAL nació como un espacio de pensamiento crítico que integra formación, investigación y publicaciones para contribuir con el cambio de mentalidades en cada época eclesial. En este sentido, cuenta con la revista Medellín, fundada en 1975 y reconocida en el ámbito teológico y pastoral. Basta leer sus primeros autores y artículos para tener una idea de lo que representó.
La revista estará también bajo mi dirección y se articulará, de modo más explícito, con el Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral (ERTP) del CELAM. Así, queremos seguir profundizando el proceso de reformas en clave sinodal que el CELAM viene impulsando desde el 2019, basada en la lógica de los procesos y las articulaciones. Por ello, queremos que el trabajo se articule con las otras conferencias episcopales continentales, las confederaciones de religiosos y religiosas, universidades de alto nivel académico en cada continente, institutos pastorales de las conferencias episcopales latinoamericanas, y tantas redes e instituciones que fortalezcan su proyección y servicio tanto regional como global.
¿Se ha marcado ya prioridades?
El proceso de reestructuración que estamos realizando busca posicionar al CELAM como un referente global en investigación y formación en teología de la sinodalidad, renovación de la eclesiología y la ministerialidad, y actualización en la doctrina y visión socio-pastoral de la Iglesia. Son tres ejes y prioridades fundamentales que han emergido del proceso sinodal. No son ejes aislados. Es importante concebirlos con relación a la implementación del Documento Final del Sínodo, que es magisterio del Sucesor de Pedro. Esta será la base del trabajo en los próximos años, acompañando el camino sinodal diseñado por el Papa Francisco hasta el 2028, ahora continuado e impulsado por el Papa León XIV.

Un ejemplo concreto de este nuevo enfoque es el programa de actualización teológica para obispos, centrado en la eclesiología, la ministerialidad y el derecho canónico en clave sinodal. Este proyecto fue iniciado hace un año por el padre Fabio Antunes, junto con la teóloga Serena Noceti y conmigo. Fue aprobado por el Papa León XIV cuando aún era Prefecto del Dicasterio para los Obispos, y lo valoró como una iniciativa clave para la renovación episcopal del continente.
Este es un programa piloto que cuenta con el interés y el apoyo del actual Secretario General del CELAM, Mons. Lizardo Estrada, quien ha expresado su intención de que se amplíe y replique en otras regiones del mundo y en varios idiomas. Es un buen ejemplo de cómo el CEBITEPAL puede incidir en la formación y la investigación, promoviendo los cambios necesarios para construir una Iglesia constitutivamente sinodal, como se expresa en el Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo.
¿Hay alguna novedad en el enfoque y la organización con respecto a la historia del CEBITEPAL?
Estamos trabajando en una nueva estructura organizacional y un modo de proceder articulado en cuatro grandes áreas, con todo el apoyo de la Secretaría General del CELAM: presidida por su Secretario General Mons. Lizardo Estrada de Perú y el Secretario Adjunto el P. Eric García de Puerto Rico. La primera es la coordinación para la educación formal, que ofrece una licenciatura en teología pastoral y se está desarrollando una mención en ministerios, especialmente en los instituidos. Se acrecentará la colaboración con universidades reconocidas de todos los continentes que puedan compartir créditos, docentes y estudiantes. La segunda es la coordinación de formación permanente, que impulsa cursos y diplomados pensados para fortalecer la visión teológica y pastoral en las comunidades locales, desde las bases.
La tercera área es la coordinación de líneas estratégicas globales, que buscará identificar los grandes ejes que permitan avanzar en la implementación del Sínodo y del magisterio del Papa. Aquí entran las tres prioridades a las que me referí anteriormente. Y la cuarta es la coordinación para la articulación eclesial y académica global, que será el rostro global del CEBITEPAL. Esta última área tendrá como objetivo crear una red de reflexión, investigación y formación en diálogo con conferencias episcopales continentales, confederaciones de religiosos y religiosas, facultades de teología e institutos pastorales.

La nueva organización resitúa la relación entre el centro y las periferias desde un esquema de trabajo descentralizado que no considere a Bogotá el centro, sino un espacio de articulación. En este sentido, ya se están generando alianzas con instituciones de otros continentes. Por ejemplo, la Escuela de Teología de los Jesuitas en Berkeley, que forma parte de la Universidad de Santa Clara, será una de nuestras colaboradoras. Su decano, el teólogo africano y miembro del Sínodo, Agbonkhianmeghe E. Orobator, S.J., quien fue un colaborador muy cercano al Papa Francisco, participará en este esfuerzo común, permitiendo el intercambio de plataformas y la expansión de la oferta académica y pastoral del CEBITEPAL a nivel internacional y en varios idiomas. Así como tantas instituciones y redes que trabajan desde las bases. Este tipo de iniciativas y alianzas expresan nuestro compromiso con la construcción de una Iglesia verdaderamente mundial, como la llamaba Karl Rahner después del Concilio. Pero también responde a una visión desde las bases, como lo había soñado el teólogo latinoamericano Ronaldo Muñoz.
¿Qué puede y debe aportar Cebitepal a la Iglesia?
América Latina ha sido pionera en el camino sinodal de la Iglesia. Fue el continente que, incluso antes del Concilio Vaticano II, dio forma institucional al ejercicio de la colegialidad episcopal con la creación del CELAM en 1955. Y hoy, es también el continente que ha impulsado las primeras instituciones claramente sinodales después del Concilio. Entre ellas destacan el proceso de renovación y reestructuración del propio CELAM, orientado por una colegialidad vivida en clave sinodal; la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe; y la Conferencia Eclesial de la Amazonía, como expresiones concretas de una eclesialidad sinodal.
El CEBITEPAL forma parte activa de esta corriente eclesial y debe seguir contribuyendo, como lo ha hecho hasta ahora, en la promoción y el desarrollo de tres grandes ejes que han marcado la identidad de la Iglesia latinoamericana: la colegialidad episcopal, la colegialidad sinodal y la eclesialidad sinodal. De hecho, la Asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad se inspiró en gran medida en esta experiencia eclesial latinoamericana. Especialmente cuando asumió la celebración de Asambleas Eclesiales para la etapa continental. Un modelo surgido en América Latina, que hoy constituye un aporte valioso y que será aún más desarrollado en el 2028, con la clausura del Sínodo con otra Asamblea Eclesial de la Iglesia toda.
¿Sinodalidad y doctrina social de la Iglesia renovada serán dos ejes vertebradores de la nueva etapa del CEBITEPAL?
La imagen de una Iglesia sinodal en misión se presenta hoy como una de las contribuciones más valiosas que la Iglesia puede ofrecer a un mundo profundamente dividido, marcado por la exclusión, la desigualdad, la polarización, el populismo y la pérdida de confianza en las instituciones. El Documento Final del Sínodo habla de la sinodalidad como una verdadera "profecía social". Afirma que las prácticas auténticas de sinodalidad permiten a los cristianos generar una cultura que puede cuestionar críticamente el pensamiento dominante y, al mismo tiempo, ofrecer una contribución concreta a la búsqueda de respuestas ante los desafíos actuales y a la construcción del bien común (DF 47).

Por eso, no podemos separar la renovación interna de la Iglesia, iluminada por Lumen gentium, de su vida y misión en medio del mundo como lo propone Gaudium et spes. En esta unidad se inserta la identidad del CEBITEPAL. Siguiendo la intuición del Papa Juan XXIII, podemos decir que no hay doctrina sin pastoralidad, ni pastoralidad sin doctrina. Ambas se necesitan mutuamente y se enriquecen cuando la reflexión doctrinal se hace desde la realidad concreta de las personas, de sus contextos y de los signos de cada tiempo. De lo contrario, corremos el riesgo de caer en un universalismo abstracto, desconectado de la vida.
Un buen ejemplo de esto lo ofrece la Constitución Apostólica Episcopalis communio, que presenta al Sínodo como el espacio adecuado para el desarrollo de la doctrina. El Papa Francisco lo ha puesto en práctica en la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, fruto del Sínodo sobre la familia. En ese proceso, la teología moral y la doctrina no se abordaron desde principios generales y abstractos, sino desde el discernimiento de situaciones concretas y reales. Asimismo, los cursos, investigaciones y publicaciones del CEBITEPAL, se diseñan con esta perspectiva, desde la unidad entre una Iglesia constitutivamente sinodal —como lo afirma el Documento Final del Sínodo— y una Iglesia constitutivamente misionera —como la define Ad gentes.
¿La formación de Cebitepal llegará a todo el pueblo de Dios?
Aunque el Cebitepal forma parte de una estructura episcopal como lo es el CELAM, su misión está dirigida a todo el Pueblo de Dios. Cuando hablamos del Pueblo de Dios, no nos referimos solo a los laicos, sino a todos los fieles por igual, como lo afirmó el Concilio Vaticano II. Es decir, incluye a obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas, y laicos y laicas. De hecho, una experiencia concreta que refleja esta visión es el programa de actualización eclesiológica, ministerial y canónica dirigido a obispos, que iniciamos junto al padre Fabio Antunes, anterior director del Cebitepal, y la teóloga Serena Noceti. Ya hemos acompañado a tres grupos de obispos de varios países, incluyendo a Canadá, y la respuesta ha sido muy positiva. A veces se piensa que ciertos sectores de la Iglesia no necesitan formación continua, pero el proceso sinodal ha dejado claro que la formación es una prioridad para todos, también para los obispos, no solo para los agentes pastorales. Así lo expresa con fuerza el Documento Final del Sínodo, así como los documentos que han acompañado cada una de sus etapas. La conversión sinodal implica formación permanente en todos los niveles y sujetos de la vida eclesial.

¿Incorporará en sus enseñanzas el inglés y el francés, además de los actuales español y portugués?
Si queremos formar parte activa de una Iglesia verdaderamente mundial, es fundamental integrar idiomas que nos permitan dialogar con otras realidades. Nuestro objetivo es compartir el tesoro teológico que hemos cultivado como Iglesia latinoamericana. Hemos sido llamados una Iglesia fuente. Pero también queremos abrirnos a aprender de otras culturas y experiencias eclesiales que pueden enriquecer nuestro camino en este momento sinodal que vivimos. Es algo que hemos reafirmado con la experiencia sinodal. Por eso, necesitamos ampliar los idiomas en los que ofrecemos investigación y formación, tanto desde el CEBITEPAL como desde el CELAM en general. Esto nos permitirá promover un verdadero intercambio de dones entre las Iglesias de todos los continentes.
Nuestra intención es construir una plataforma lingüística teológica-pastoral que vaya desde las Antillas hasta Canadá, integrando las diversas realidades que conviven en esta amplia región, incluidas las comunidades hispanas de Estados Unidos y Canadá. Así fue pedido en la reciente Asamblea General Ordinaria del CELAM celebrada en Brasil. Del mismo modo, queremos establecer vínculos con las Iglesias y contextos pastorales de África, Asia y Europa. Se trata de abrirnos a todas estas realidades, en un espíritu de comunión, aprendizaje mutuo y misión compartida. Después de la experiencia vivida en el Sínodo, ya no podemos comprendernos de otro modo que como una Iglesia global. La sinodalidad nos ha mostrado que nuestra identidad eclesial está profundamente marcada por la interconexión entre pueblos, culturas y comunidades. Pensar al CEBITEPAL fuera de esta dimensión eclesial global sería desconocer el llamado del Espíritu en este tiempo.
¿Dos Papas americanos seguidos habla a las claras de la pujanza de la Iglesia americana? ¿Qué puede decir del momento actual de la Iglesia?
Después de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín en 1968, se comenzó a hablar de América Latina como una Iglesia fuente. A diferencia de las Iglesias espejo, que simplemente reproducían modelos europeos, especialmente romanos, la Iglesia latinoamericana fue generando un modo propio de proceder y una institucionalidad original. Ese camino eclesial dio frutos visibles en el pontificado del Papa Francisco y en la actual reforma del CELAM, expresada en la creación de las primeras estructuras auténticamente sinodales, como ya hemos mencionado anteriormente.
El Papa León XIV participó en calidad de Prefecto del Dicasterio para los Obispos en la penúltima Asamblea Ordinaria General del CELAM, donde se confió al CELAM el mandato del Plan Global 2023-2027. Además, fue miembro activo de las dos sesiones de la Asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad en octubre de 2023 y 2024. Creo que estas experiencias, sumadas a su experiencia y formación como obispo en América Latina, y ahora como el obispo de Roma al servicio de toda la Iglesia, han fortalecido su sensibilidad sinodal y su comprensión de una Iglesia en clave de comunión y misión.

Sin embargo, para comprender la novedad de este pontificado, y su continuidad creativa con el de Francisco, quisiera cerrar recordando las palabras de la conferencia que se me pidió para la la reciente Asamblea Ordinaria del CELAM, con motivo de sus 70 años: “está emergiendo con claridad la conciencia de la sinodalidad como una dimensión constitutiva de la Iglesia, Pueblo de Dios en misión. No se trata únicamente de redescubrir prácticas o incorporar nuevos contenidos, sino de acoger una figura de Iglesia cuyo camino ha estado marcado por la sabiduría del sentido de la fe del Pueblo de Dios.El momento actual nos plantea el desafío de articular creativamente la memoria conciliar con el futuro sinodal. Para ello, será necesario avanzar en las tres dimensiones que propone Episcopalis communio: la profundización de la doctrina cristiana, la reforma de las estructuras eclesiásticas y la promoción de la actividad pastoral en todo el mundo (EC 1), todo esto en fidelidad a una Tradición viva, que “progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo” (Dei Verbum 8).
Creo firmemente que hoy está en juego la construcción de la forma de Iglesia constitutivamente sinodal que ha ido tomando cuerpo a lo largo del proceso sinodal, tal como se expresa en el Documento Final del Sínodo. A veces se olvida que ese documento forma parte del magisterio del Sucesor de Pedro. Desde el CEBITEPAL y desde los otros espacios académicos internacionales en los que sirvo, quiero aportar a este camino, desde mi vocación como teólogo laico venezolano.

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