La hermosa morisca Ana Félix en El Quijote. 2/2 en el Diccionario enciclopédico



Publico aquí parte de las noventa y cinco entradas de mi Diccionario enciclopédico de El Quijote en las cuales figura, literalmente o como narradora homodiegética (autobiográfica), el personaje Ana Félix. Mantengo como punto de vista faro de estas citas el testimonio emblemático de Ana Félix como representante de los moriscos injustamente expulsados de España.

En la expulsión de los moriscos se ha cometido una injusticia atroz con los convertidos auténticos. Tal es el caso de Ana Félix, la bella morisca capturada por la galera de Barcelona bajo la apariencia de un arraéz mozo que, ante el Virrey de Barcelona, el General de la galera, Don Quijote y Sancho, sintetiza simbólicamente las justas quejas de sus semejantes moriscos expulsados como ella de su patria española:

"32. —De aquella nación más desdichada que prudente sobre quien ha llovido estos días un mar de desgracias, nací yo, de moriscos padres engendrada. En la corriente de su desventura fui yo por dos tíos míos llevada a Berbería, sin que me aprovechase decir que era cristiana, como, en efecto, lo soy, y no de las fingidas ni aparentes, sino de las verdaderas y católicas.
"

El Q.II.63.32.

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barr-er: barr-1: barrer: 1; barrían: 1; barriendo: 2

|| barrer (doc. ±1230, del lat. verrere ) v.tr. 'limpiar el suelo con la escoba' µ 'llevarse todo lo que hay de un sitio' µ 'humillar'

|| barrer la costa: loc.verb. 'recorrer la costa haciendo presa de lo que pudieren'. • Relato de Ana Félix durante la estancia de don Quijote y Sancho en la galera: «Los dos turcos, codiciosos e insolentes, sin guardar el orden que traíamos de que a mí y a este renegado en la primer parte de España, en hábito de cristianos, de que venimos proveídos, nos echasen en tierra, primero quisieron barrer esta costa y hacer alguna presa», II.63.32.

confi-: confía: 1; confiad: 1; confiada: 2; confiado: 4; confiados: 1; confianza: 8; confiar: 1; √ fi-: fiar

|| confiar (doc. s. XIII, del lat. vg. *confidare de cum 'con, juntamente' + *fidare 'fiar') v.intr. y prnl. «fiar, tener esperanza o tener seguridad de la fe de alguno», Cov. 348.b.54.

|| confiar de los cristianos: la ed. pr. tiene «ni confiar de los cristianos», donde el infinitivo es un hápax; la RAE da razón a Tonson intrepretando 'ni confiar[on] dél [del arráez] los cristianos'.

«Dudaron el general y el virrey el fiarse del renegado, ni confiar[on] dél los cristianos que habían de bogar el remo; fióle Ana Félix, y Ricote, su padre, dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen.», II.63.43.

El general y el virrey dudaron; también dudaron (no confiaron) los cristianos que habían de bogar el remo; mientras que Ana Félix no dudó (le fió), y Ricote, su padre, no solamente no dudó, sino que dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen.

Si se mantiene tal cual el texto de la ed. pr. sin esta pequeña enmienda hay que interpretar que los cristianos que habían de bogar el remo fueron objeto de desconfianza por parte del general y del virrey, interpretación que desmiente el contexto inmediatamente siguiente, donde se dice que Ricote, padre de Ana Félix, no solamente no dudó, como no dudó su hija del arráez, sino que dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen, lo cual presupone que los consideraba como víctimas potenciales de la misión que iban a cumplir, más bien que como objeto de desconfianza.

|| acabarse: en la acepción de 'recabar o conseguir'«cosas dificultosas se acaban»: 'se recaban o consiguen', (Cortejón). • El futuro de Ricote, el morisco, y de su hija Ana Félix: «Don Antonio se ofreció venir a la corte a negociarlo, donde había de venir forzosamente a otros negocios, dando a entender que en ella, por medio del favor y de las dádivas, muchas cosas dificultosas se acaban .», II.65.17.

feliz (del lat. felix, -icis, -icem) adj. «FELIZ. Llamamos al dichoso. Felicísimo. Felicidad. Infeliz, al desdichado. Infelicidad, la desdicha y desgracia. Infelicísimo, el desdichado por extremo.», Cov. 588.b.28.

• Respuesta en estilo indirecto de Sansón Carrasco a don Antonio Moreno: «El cual respondió que ya una por una estaba en buen punto aquel negocio, de quien esperaba feliz suceso.», II.65.4.

|| a campana tañida: «en muchas [partes] acostumbran tañer cierta campana, quando se amotina la comunidad, que llaman a campana tañida, cosa muy peligrosa. Y assí el emperador don Carlos V, quitó a los de Gante la gran campana con que tocaban alarma.», Cov. 279.b.48. • «La mujer de don Antonio Moreno cuenta la historia que recibió grandísimo contento de ver a Ana Félix en su casa. Recibióla con mucho agrado, así enamorada de su belleza como de su discreción, porque en lo uno y en lo otro era estremada la morisca, y toda la gente de la ciudad, como a campana tañida, venían a verla.», II.64.1.

|| cruzado (doc. s. XIII, p.p. de cruzar, de cruz ) m. 'moneda' de Felipe II y Felipe III como reyes de Portugal, cuyo oro pasaba por ser el más puro: «Cruzados, cierta moneda de oro con una cruz; es moneda de Portugal.», Cov. 374.a.37. • Ana Félix se refiere al tesoro de su padre: «Dejó encerradas y enterradas en una parte de quien yo sola tengo noticia muchas perlas y piedras de gran valor, con algunos dineros en cruzados y doblones de oro.», II.63.32.2. ® encerradas

|| encerradas y enterradas: hendíadis 'encerradas bajo tierra': Ana Félix, contando su historia, se refiere a su padre: «Dejó encerradas y enterradas en una parte de quien yo sola tengo noticia muchas perlas y piedras de gran valor, con algunos dineros en cruzados y doblones de oro. », II.63.32.

|| está en la playa: la ed. pr. tiene el verbo en número singular, y no en plural como corrigen algunos editores siguiendo a Tonson. No es necesario, ya que en el pasaje incriminado el único de los dos personajes que se mencionan cuya llegada importa es don Gregorio, mientras que el otro es considerado como mero acompañante: «—¡Albricias, señor don Quijote; que don Gregorio y el renegado que fue por él está en la playa! ¿Qué digo en la playa? Ya está en casa del visorrey, y será aquí al momento.», II.65.11. • Un poco más adelante el texto mismo nos confirma esta visión subordinada del renegado: «deseoso don Gregorio de ver a Ana Félix, vino con el renegado a casa de don Antonio», II.65.15.

|| fiar [a alguien]: 'salir fiador o responsable' • Don Quijote y Sancho en la galera, después del relato de Ana Félix: «Dudaron el general y el virrey el fiarse del renegado, ni confiar de los cristianos que habían de bogar el remo; fióle Ana Félix, y Ricote, su padre, dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen.», II.63.43.

|| fióle Ana Félix: 'salió como su fiadora Ana Félix'® fiar

|| ganado (p.p. de ganar) adj. 'adquirido' :: 'conquistado'

|| lo bien ganado se pierde: ® pierde

|| yo no muy ganada por él: por antífrasis: 'no poco ganada por él' :: 'yo muy perdida de amor por él' • La bella morisca Ana Félix se refiere a don Gaspar Gregorio, enamorado de ella: «Cómo me vio, cómo nos hablamos, cómo se vio perdido por mí y cómo yo no muy ganada por él», II.63.32.2.

|| garzón (el sentido en el S. XIII, cuando se toma del fr. garçon, era 'mozo disoluto') m. alterna con mancebo hermoso; en el s. XVII 'querido' en los harenes turcos, 'equivalente masculino de la puta'.

• La sociedad de la época aceptaba mejor a los prostituidos, fuera puta o garzón, que a los ladrones: ««Kabe la puta i su garzón, i no kabe el ladrón.» «Kabe» es: xunto, adverbio; ke xunto a ellos estará mexor ke xunto al ladrón. Tanbién «kabe», de «kaber», dize ke kabe entre buenas xentes la puta i el garzón, i no kabe kon nadie el ladrón.», Corr; 378.b.

|•| Relato del cautivo: «yo cupe a un renegado veneciano que, siendo grumete de una nave, le cautivó el Uchalí, y le quiso tanto, que fue uno de los más regalados garzones suyos, y él vino a ser el más cruel renegado que jamás se ha visto. Llamábase Azán Agás, y llegó a ser muy rico, y a ser rey de Argel», I.40.13. Ver Haedo.

• Relato de Ana Félix (el arráez capturado que resulta ser Ricota) mientras Don Quijote y Sancho están de visita en la galera:: «entre aquellos bárbaros turcos en más se tiene y estima un mochacho o mancebo hermoso que una mujer, por bellísima que sea.», II.63.32. • Haedo dijo que los garzones son las mujeres barbadas de los moros,Topografia de Argel, capítulo XXI: «La sodomía se tiene, como dijimos, por honra; porque aquél es más honrado que sustenta más garzones, y los celan más que las propias mujeres y hijas, si no es a los viernes y pascuas, que los sacan a pasear muy ricamente vestidos; y entonces concurren todos los galanes de la ciudad, y muchos que presumen de graves, a requebrarse con ellos, ofreciéndoles ramilletes de flores y diciéndoles sus pasiones y tormentos», o. c., fol. 38.

Gaspar: 5

|| Gaspar (doc. s. XIII, ◊ forma sincopada del iranio Gathaspar 'resplandeciente') por antonomasia, el segundo de los Reyes Magos venidos de oriente a Belén buscando al recién nacido Jesús.

|| Gaspar Gregorio: El arráez del bergantín capturado en aguas de Barcelona, que resulta ser Ana Félix, la morisca hija de Ricote, se refiere al mayorazgo que se enamoró de ella: «aunque mi recato y mi encerramiento fue mucho, no debió de ser tanto, que no tuviese lugar de verme un mancebo caballero llamado don Gaspar Gregorio, hijo mayorazgo de un caballero que junto a nuestro lugar otro suyo tiene. Cómo me vio, cómo nos hablamos, cómo se vio perdido por mí y cómo yo no muy ganada por él, sería largo de contar», II.43.31. ® Gregorio ® Ricote ® Clara de Viedma

|| por grado: loc.adv. como antítesis formalmente reforzada de por fuerza: Ana Félix cuenta su historia al virrey de Barcelona: «por fuerza más que por grado, me trujeron consigo.», II.63.32. ® de grado

Gregorio: 25: [don Gaspar Gregorio: 3; don Gregorio: 21; don Pedro Gregorio: 1]

|| Gregorio (doc. s. XIII, del gr. Gregórion 'vigilante') m. don Gaspar Gregorio (3 veces), don Gregorio sin más (21 veces) y don Pedro Gregorio (1 vez) son una misma y única persona. Es muy posible que Cervantes, a quien gusta relacionarlo todo, haya pensado un momento en ® don Pedro de Aguilar, un caballero poeta hecho prisionero en el fuerte de Túnez, que ya presentó como compañero de galeras y de cautiverio en Argelia del protagonista de la historia del Cautivo de la primera parte, donde supimos además por su hermano, amigo de don Fernando, que había vuelto a España: «En el punto que el cautivo nombró a don Pedro de Aguilar, don Fernando miró a sus camaradas, y todos tres se sonrieron… — no le pude preguntar el suceso de aquel viaje. —Pues lo fue—respondió el caballero—, porque ese don Pedro es mi hermano, y está ahora en nuestro lugar, bueno y rico, casado y con tres hijos.», I.39 § 8 & 11.

• En la segunda parte se trata del mayorazgo enamorado de la morisca Ana Félix, que la sigue en el destierro y en el cautiverio, según se nos cuenta en dos relatos, creando una distancia entre ambos muy propicia para la expectación:

1) Relato de Sancho a Ricote, padre de Ana Félix: «Principalmente se mostró más apasionado don Pedro Gregorio, aquel mancebo mayorazgo rico que tú conoces, que dicen que la quería mucho, y después que ella se partió, nunca más él ha parecido en nuestro lugar, y todos pensamos que iba tras ella para robarla.», II.54.39.

2) Relato de Ana Félix, hija de Ricote, al virrey de Barcelona: «aunque mi recato y mi encerramiento fue mucho, no debió de ser tanto, que no tuviese lugar de verme un mancebo caballero llamado don Gaspar Gregorio, hijo mayorazgo de un caballero que junto a nuestro lugar otro suyo tiene. Cómo me vio, cómo nos hablamos, cómo se vio perdido por mí y cómo yo no muy ganada por él, sería largo de contar», II.63.32.

• Ver función de este personaje en: morisco ® Viedma

hermos-: hermosa: 143: [hermosa Altisidora: 1; hermosa Ana Félix: 1; hermosa Camila: 2; hermosa Claudia: 2; hermosa doncella: 5; hermosa Dorotea: 5; hermosa Dulcinea: 3; hermosa ingrata: 3; hermosa Luscinda: 1; hermosa Marcela: 2; hermosa mora [Zoraida]: 3; hermosa mujer: 4; hermosa Quiteria: 7; hermosa señora: 6; hermosa y bella Zoraida: 1; hermosa Zoraida: 1; la más hermosa (mujer): 12]; hermosas: 15; hermosean: 2; hermosísima: 9; hermosísimas: 4; hermosísimo: 2; hermoso: 26; hermosos: 10; hermosura: 123; hermosuras: 4

hermoso (doc. 1102, del lat. formosus de forma 'hermosura') adj. «Latine formosus, a forma; dícese de todo aquello que en sí tiene tal compostura y agrado que deleita con su visión, y lleva tras sí nuestro ánimo y voluntad. Hermosa. La mujer bella y agraciada.», Cov. 683.a.51.

• Obsérvese en el cuadro precedente el empleo del calificativo hermosa en el Q. • La hermosa Marcela proclama que «todo lo hermoso es amable», I.14.28, en el sentido de que 'merece ser amado', idea que ya está presente en el Banquete de Platón.

hermosura (doc. ±1230, de hermoso) f. 'cualidad de hermoso' «Hermosura, beldad, apacible vista.», Cov. 683.a.59.

|| prerrogativa de la hermosura: «las gentes discretas, las cuales saben y conocen que es prerrogativa de la hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como se acompañe con la honestidad, poder levantarse e igualarse a cualquiera alteza, sin nota de menoscabo del que la levanta e iguala a sí mismo», I.36.36.

• El renacimiento puso de moda esta concepción platónica: «Ser el rey hermoso y agraciado es una de las cosas que más convidan a los súbditos a quererle y amarle. Porque el objeto del amor dice Platón que es la hermosura y buena proporción; y si el rey es feo y mal tallado, es imposible que los suyos le tengan afición, antes se afrentan de que un hombre imperfecto y falto de los bienes de Naturaleza los venga a regir y mandar.», H. de San Juan, Examen de ingenios, p. 587-588.

• La concepción platónica de la belleza reaparece, tras las frustradas bodas del rico Camacho, cuando don Quijote epiloga sobre el artificio del pobre Basilio para casarse con Quiteria y sobre el futuro de la pareja: «La hermosura por sí sola, atrae las voluntades de cuantos la miran y conocen», II.22.4.

• Sancho repite la lección de su señor, sorprendiéndose de que Altisidora ame a don Quijote, falto de hermosura: ««habiendo yo también oído decir que la hermosura es la primera y principal parte que enamora, no teniendo vuestra merced ninguna, no sé yo de qué se enamoró la pobre.», II.58. 27.

• En su réplica a la objección de Sancho, don Quijote, que no se tiene a sí mismo por hermoso de cuerpo, exalta la hermosura del alma como superior a la del cuerpo: «—Advierte, Sancho —respondió don Quijote—, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suelen hacer el amor con ímpetu y con ventajas. Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso; pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho.», II.58.28.

• La hermosura del arráez (Ana Félix) enternece al general de las galeras: «dándole en aquel instante una carta de recomendación su hermosura, le vino deseo de escusar su muerte», II.63.23.

|| La mujer... cuenta la historia que recibió: Así comienza el c. II.64. Para Rgz Marín «Es una construcción que se acomoda mal a la sintaxis de los doctos, aunque bien a la popular». Para nosotros es un caso más de la libertad sintáctica que procura el hipérbaton al narrador y que aprovecha éste, tanto si es popular como si es docto, aunque quizás más el popular que el docto, para poner en el primer plano lo concreto, aquí «La mujer de don Antonio Moreno», dejando en segundo plano lo abstracto, en este caso «la historia cuenta que». El narrador escribe: «La mujer de don Antonio Moreno cuenta la historia que recibió grandísimo contento de ver a Ana Félix en su casa.», II.64.1. He aquí la resolución del hipérbaton: 'la historia cuenta que la mujer de don Antonio Moreno recibió grandísimo contento de ver a Ana Félix en su casa'

Mahamate (◊ Mah- + Hamete) m. Puede ser deformación de Mahamete, moro conocido por su defensa de Antequera a principios del siglo XV: «En el año de 1409 ganó de los moros esta villa el Infante don Femando, no embargante que el rey de Granada Abul Hajex envió a socorrerla con sus dos hermanos Mahamete y Alicón, con cuatro mil caballos y cincuenta mil peones, los cuales, desbaratados por el Infante, perdieron más de doce mil hombres», Cov. 125.a.3.

|| Cide Mahamate Benengeli: cuando el narrador explica los presupuestos de la aventura nocturna de don Quijote y el rico arriero de Arévalo con Maritornes en el camaranchón de la venta, así recuerda a Cide Hamete Benengeli, autor de esta historia, según la ed. pr.

• Clemencín piensa que en esta aventura, donde la deformación del nombre de Hamete en Mahamate va de par con su emparentamiento con el arriero antagonista de don Quijote, hay una alusión burlesca a lo mucho que se daban los moriscos a la arriería: «[este arriero] era uno de los ricos arrieros de Arévalo, según lo dice el autor desta historia que deste arriero hace particular mención, porque le conocía muy bien, y aun quieren decir que era algo pariente suyo. Fuera de que Cide Mahamate Benengeli fue historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas…», I.16.18.

• Es también posible que mediante esta transformación se haya querido hacer entrar el radical de Mahoma (Mah-), prototipo de todo nombre mahometano, en el nombre Hamete, que aunque frecuente no es equiparable en nivel de tipicidad a Mahoma, nombre del profeta. No olvidemos que Cervantes, al ser ante todo un escritor, es alguien para quien las palabras tienen una importancia capital, tanto en su sentido como en su forma. Aquí busca una vez más a que la forma esté al servicio del sentido. ¿Por qué? Porque el tema de los moriscos le preocupa, como lo veremos abundantemente al tratar el tema de su expulsión mediante la tragedia de Ricote y de su hija Ana Félix (Ricota) en el segundo volumen, II.51 y II.63.

|| mamé la fe católica en la leche: loc.verb. metafórica pleonástica, cuyo sentido es: 'aprendí en la infancia la fé católica de la madre que me crió'. • Refrán: ««Mamólo en la leche.» De kostunbres eredadas; ordinariamente, de las malas.», Corr. 746.b. |•| Relato de Ana Félix, hija del morisco expulsado Ricote: «Tuve una madre cristiana y un padre discreto y cristiano, ni más ni menos; mamé la fe católica en la leche», II.63.32. ® mamaron

|| mataron vuestros soldados: observamos, como en el caso anterior, el complemento directo de persona sin preposión, como muchas otras veces: 'mataron a vuestros soldados' • Ana Félix, protagonista y narradora de su propia historia, que es la de la hermosa morisca, explica cómo ha llegado a las aguas de Barcelona bajo la apariencia de un arráez turco: «Dio luego traza el rey de que yo volviese a España en este bergantín y que me acompañasen dos turcos de nación, que fueron los que mataron vuestros soldados.», II.63.32.5

|| mochacho (doc. 1251, ◊ de ® mocho 'rapado'; es la forma antigua de muchacho, doc. 1570, con la cual alterna en el Q. ) m. y f. 'niño o niña que no ha llegado a la adolescencia'. «Este vocablo tiene el mesmo origen que el pasado, conviene a saber, mocho, lat. mutilus, porque no ha crecido todo los que ha de crecer. Mochacha, mochachería, la niñeria.», Cov. 808.b.30. |•| Ana Félix se refiere a la homosexualidad de los turcos: «Turbéme, considerando el peligro que don Gregorio corría, porque entre aquellos bárbaros turcos en más se tiene y estima un mochacho o mancebo hermoso que una mujer, por bellísima que sea.», II.63.32.

morisca: 11; moriscas: 1; morisco: 10: [alfanje morisco: 2]; moriscos: 3; morisma: 3; moro: 49; √ mor-1: moro

|| morisca (de morisco) f. y adj. Aventura de la hermosa morisca: El mozo arraéz capturado por la galera donde se ha hecho a la mar DQ, que resulta ser mujer cristiana disfrazada, cuyo nombre es Ana Félix, cuenta que un caballero mancebo llamado Don Gaspar Gregorio, hijo mayorazgo de un caballero que junto a su lugar otro suyo tiene, se enamoró de ella hasta el punto de querer acompañarla en su destierro como morisca expulsada de España: «sólo diré cómo en nuestro destierro quiso acompañarme don Gregorio. Mezclóse con los moriscos que de otros lugares salieron, porque sabía muy bien la lengua, y en el viaje se hizo amigo de dos tíos míos que consigo me traían», II.63.32.

• En la expulsión de los moriscos se ha cometido una injusticia atroz con los convertidos auténticos. Tal es el caso de Ana Félix, la bella morisca capturada por la galera de Barcelona bajo la apariencia de un arraéz mozo, que sintetiza simbólicamente ante el Virrey de Barcelona, el General de la galera, Don Quijote y Sancho las justas quejas de sus semejantes moriscos expulsados como ella de su patria española: «—De aquella nación más desdichada que prudente sobre quien ha llovido estos días un mar de desgracias, nací yo de moriscos padres engendrada. En la corriente de su desventura, fui yo por dos tíos míos llevada a Berbería, sin que me aprovechase decir que era cristiana, como, en efecto, lo soy, y no de las fingidas ni aparentes, sino de las verdaderas y católicas. No me valió con los que tenían a cargo nuestro miserable destierro decir esta verdad, ni mis tíos quisieron creerla; antes la tuvieron por mentira y por invención para quedarme en la tierra donde había nacido, y así, por fuerza más que por grado, me trujeron consigo. Tuve una madre cristiana y un padre discreto y cristiano ni más ni menos; mamé la fé católica en la leche; criéme con buenas costumbres; ni en la lengua ni en ellas, jamás, a mi parecer di señales de ser morisca.», II.62.32.1; «en ninguna cosa he sido culpante de la culpa en que los de mi nación han caído.», II.62.32.6.

• «Las peripecias de la bella morisca tendrán un desenlace tan inesperadamente feliz, que el lector comienza a advertir la exageración (Ana, al fin, es perdonada y acogida en una de las mejores casas de la ciudad). § Disfrazado de peregrino, Ricote ha presenciado la escena de la detención de su hija y de su liberación. Nótese que el personaje del morisco expatriado surge dos veces en la Segunda parte: en II.54 se le ha confrontado con Sancho y, ahora, se le permite reunirse con su hija, en el momento mismo en que el itinerario de DQ sufre una brusca inversión de ruta.», Georges Güntert, en Rico 1998 b, p. 225. ® morisco

|| a la morisca vestida: 'vestida a la usanza de los moriscos'. Así se presenta a Zoraida en el relato del cautivo, I.37.28. «La vestimenta a la morisca había sido prohibida varias veces a lo largo del siglo XVI, por premáticas que fueron discutidas y que no siempre se cumplieron.», Risco, 439. ® almalafa

|| señales de ser morisca: Las principales señales de ser morisca eran el vestido, las costumbres y la lengua; los moriscos hablaban entre ellos el árabe con dialectalismos y giros romances. • El arráez resulta ser Ana Félix, morisca cristiana hija de Ricote: «Criéme con buenas costumbres, ni en la lengua ni en ellas jamás, a mi parecer, di señales de ser morisca», II.32.1.

|| Mezclóse con los moriscos: Ana Félix se refiere a don Gregorio, el mayorazgo que por amor de ella quiso acompañarla en su destierro al infierno de Argel: «sólo diré cómo en nuestro destierro quiso acompañarme don Gregorio. Mezclóse con los moriscos que de otros lugares salieron, porque sabía muy bien la lengua, y en el viaje se hizo amigo de dos tíos míos que consigo me traían», II.63.32.2-3.

• «Cuando Cervantes prolonga la historia de Ricote en la de los amores de su hija Ana Félix con el heredero de un mayorazgo no anda a la busca de una ornamentación o episódica peripecia romántica. Por el contrario, se halla advocando no ya la asimilación, sino el cruce de la barrera de sangre como óptimo y definitivo paso hacia aquélla, es decir, la idea favorita del sector más liberal de la opinión moderada (la «permixtión» de Pedro de Valencia). No era tampoco idea nueva ni inaudita, pues en un principio la asimilación mediante matrimonios aparece formulada como política oficial en las instrucciones dadas por Carlos V en 1526 al virtuoso fray Pedro de Alba, obispo electo de Granada. La conveniencia de fomentar los matrimonios entre cristianos viejos y moriscos era puesta de relieve en 1549 por el inquisidor general don Fernando de Valdés, de nada fausta memoria. En 1598 [año de la muerte de Felipe II] el arzobispo electo de Toledo fray García de Loaysa proponía que los moriscos sólo pudieran casar en adelante con cristianos viejos.», FMV, p. 312. ® resolución del gran Filipo III ® Viedma ® arriero

|| se ofreció: en frase reflexiva con complemento verbal en infinitivo: «se ofreció venir». • Se trata de obtener la permanencia en España de Ana Félix y de su padre Ricote, moriscos de vuelta del extranjero: «Don Antonio se ofreció venir a la corte a negociarlo», II.65.17. • Algunos editores se han preocupado tanto del pronombre "se", que estiman superfluo (Hartzenbuch lo suprime), como de la ausencia de una preposición, "a" o "de", delante del verbo venir (Rgz Marín) en el texto de la ed. pr. Compárese con el ejemplo siguiente de la mano del censor de la segunda parte, donde encontramos exactamente la misma estructura de frase que en nuestro texto: «Fueron tantos sus encarecimientos, que me ofrecí llevarles que viesen el autor dellas, que estimaron con mil demostraciones de vivos deseos », II.Aprob.3.

|| ojos de Argos: Ricote, hablando de la expulsión de los moriscos, alude hiperbólicamente al 'monstruo mitológico de cien ojos' al referirse a don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio cargo el rey Felipe III de expulsarlos de sus reinos. En estas circunstancias considera su propio futuro de morisco, y el de su hija Ana Félix: «sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos, que contino tiene alerta», II.65.18.

|| los ojos fueron las lenguas: 'las miradas amorosas…'. • El narrador se refiere a don Gregorio y Ana Félix: «El silencio fue allí el que habló por los dos amantes, y los ojos fueron las lenguas que descubrieron sus alegres y honestos pensamientos. », II.65.15.

|| al par: loc.adv. 'juntamente'. • Relato de Ana Félix: «Al par y al paso destas virtudes, que yo creo que lo son, creció mi hermosura, si es que tengo alguna», II.63.32.

|| parejas en el Q.: Conviene notar la importancia de las parejas en el Quijote, comenzando, como es natural, por la de don Quijote y Sancho; otras parejas: el cura y el barbero, amigos de don Q.; el ama y la sobrina de don Q.; Dorotea y don Fernando; Cardenio y Luscinda; el Cautivo y Zoraida; doña Clara, hija del Oidor y sobrina del Cautivo, y el mayorazgo convertido en mozo de mulas por amor de ella; el Caballero del Bosque y su escudero; Ana Félix, la morisca, y don Gregorio, otro mayorazgo enamorado de ella; el duque y la duquesa; don Diego de Miranda y su esposa; don Antonio Moreno y su esposa.

Ejemplos de dramas de parejas conyugales:

Nivel A. = nivel de DQ: 1) Elementos: Cardenio, Dorotea, don Fernando, Luscinda; 2) Relaciones: a) Enamorados: Cardenio, Lucinda; b) Amigos: Cardenio, don Fernando; c) Seducción: don Fernando, Dorotea; d) Seducción: don Fernando, Luscinda; e) Reconciliación: Cardenio, Luscinda; f) Reconciliación: Dorotea, don Fernando.

Nivel B. ≠ nivel de DQ: Novela del curioso impertinente: 1) Elementos: Camila, Lotario, Anselmo; 2) Relaciones: a) Esposos: Anselmo, Camila; b) Amigos: Anselmo, Lotario; c) Pruebas: Anselmo, Camila, Lotario; d) Amantes: Lotario, Camila].

|| particular: 29: [en particular: 5]; particulares: 8; particularidad: 1; particularmente: 3; √ part-1: parte

particular (doc. 1433, de partícula ) adj. 'propio y privativo de una persona o cosa'

|•| en particular: 'singularmente', (Mendizábal, Rgz Marín, Murillo) • «Las dos bellezas juntas de don Gregorio y Ana Félix admiraron en particular a todos juntos los que presentes estaban.», II.65.15.

|| pasar en Berbería: alterna con pasar a Berbería: el primero de estos dos regímenes es castizo y no galicismo, puesto que lo encontramos en otros autores tanto de la época cervantina como anteriores; así, por ejemplo, Mariana emplea esta construcción no sólo con pasar sino con otros verbos y sustantivos de movimiento: «Deseaban (los cartagineses) pasar en Europa» libro I, cap. XVI. «Esta venida de Nabucodonosor en España, etcétera», lib., cap. XVII. (Clem. 1885.b.)

• Don Quijote comenta la puesta en libertad de don Gregorio: «—En verdad que estoy por decir que me holgara que hubiera sucedido todo al revés, porque me obligara a pasar en Berbería, donde con la fuerza de mi brazo diera libertad no sólo a don Gregorio, sino a cuantos cristianos cautivos hay en Berbería.», II.55.13.

• Historia del arráez, que resulta ser Ana Félix, hija de Ricote, el morisco compatrioto de don Quijote: «con mis tíos, como tengo dicho, y otros parientes y allegados pasamos a Berbería, y el lugar donde hicimos asiento fue en Argel, como si le hiciéramos en el mismo infierno.», II.63.32.

|| perderse: 'ser hecho cautivo' es acepción frecuente en los escritores castellanos de aquel tiempo, usada por el Cautivo cuando dijo que don Pedro de Aguilar fué uno de los «que en el fuerte (de Túnez) se perdieron.», I.19.7. ^ 'encaminarse a la perdición'. Este segundo sentido lo encontramos, asociado al primero, en la historia de don Gregorio, contada por Ana Félix: «En resolución, don Gregorio queda en hábito de mujer entre mujeres, con manifiesto peligro de perderse », II.63.6.

Personajes del Quijote:2) su disposición en el conjunto: Viendo el Quijote como un cuadro, alegoría nada ajena a la estética cervantina, Hatzfeld hizo notar la clara disposición en profundidad de los personajes que aparecen en él: hay personajes que aparecen en primer plano, otros a media profundidad, otros en el fondo y, si se admite la alegoría pictórica hasta sus últimas consecuencias, hay personajes que aparecen en pequeños cuadros que el autor ha incorporado a su gran cuadro general como si fueran ventanas hacia mundos exteriores, se trata de los personajes que aparecen en los relatos y lecturas. Ahora bien, los historiadores del arte consideran la composición en profundidad como característica de la pintura barroca frente a la composición superficial del renacimiento. Así pues, Hatzfeld supo ver en la composición del Quijote un criterio formal que demuestra su incuestionable implantación en el barroco naciente. Para comprender bien esta alegoría pictórica piénsese en las Meninas (1658) de Velázquez (1599-1660), exponente supremo de la composición en profundidad, característica inconfundible de la pintura barroca, en particular de la española.

He aquí, completada por nosotros, la visión Hatzfeldiana de la evidente composición en profundidad de los personajes que aparecen en el Quijote:

En primer plano: Don Quijote, Sancho, el Cura, el Barbero, Sansón Carrrasco, el Ama y la Sobrina.

A media profundidad: Teresa Panza (con su hija Sanchica en segundo plano); Maritornes (con la mujer y la hija del ventero); Ginés de Pasamonte; Dorotea y Cardenio (narradores homodiegéticos de sus propias historias, con Don Fernando y Luscinda al fondo); el Canónigo; Don Diego de Miranda (con su mujer y su hijo en segundo plano); los Duques (con sus servidores en segundo plano); Don Antonio Moreno (con su mujer y sus amigos en segundo plano).

En el fondo: Pastores, cabreros, mercaderes, venteros, monjes, comediantes, labradores, estudiantes; el muchacho Andrés y el rico Haldudo; el Vizcaíno; Quiteria, el rico Camacho y Basilio el pobre; Doña Rodríguez (con su hija en segundo plano); Altisidora (con su amiga Emerencia en segundo plano); doctor Pedro Recio de Mal Agüero; Ricote y su hija Ana Félix; Don Jerónimo (con su amigo don Juan en segundo plano), Roque Guinart (con su reflejo femenino Claudia Jerónima en segundo plano), Don Álvaro Tarfe.

En los relatos y lecturas: El cabrero Eugenio (narrador homodiegético de su propia historia, con Leandra y de la Roca); Zoraida y el Cautivo (narrador homodiegético de su propia historia). Anselmo y Lotario (con Camila y Leonela en segundo plano). Una tan neta y rica distribución en profundidad no se encuentra en parte alguna antes del Quijote. Hatzfeld, p.129-130. ® pintor o escritor, que todo es uno

||…quiero… || no puedo negar que no le quiero: 'no puedo negar que le quiero' ® no: redundante en frase negativa • Ana Félix se refiere en su relato homodiegético a don Gaspar Gregorio: «Lo que los dos sentimos, que no puedo negar que no le quiero, se deje a la consideración de los que se apartan si bien se quieren.», II.63.

|| Reconocióle don Quijote, I.31.37 y II.67.7. reconocimientos o anagnórisis en el Quijote: del gr. anagnórisis 'reconocimiento', der. de anagnorízo 'yo reconozco'. Este término del metalenguaje poético entra en castellano en 1875 como sinónimo parcial de agnición 'conocimiento' µn 'reconocimiento'. • «Que el autor de una novela de aventuras como Persiles y Segismunda, al modo de los tardíos griegos, utilice la anagnórisis como medio de interesar, con posterior aclaración, no es nada de maravillar. El Arráez turco prisionero (II, 63) se desenmascara como Ana Félix, la hija del morisco Ricote, de la que ya se había hablado nueve capítulos antes (II, 54).

reneg-: renegad: 1; renegada: 2; renegado: 60: [nuestro renegado: 7]; renegados: 4; renegar: 0; renegó: 1; √ neg-: negar

|| renegado (doc. ± 1230, de renegar ) adj. y s. 'el que se ha apartado de la fe católica'; loc.verb.: «Xura komo un karretero... komo un rrenegado.», Corr. 675.a; II.63.24.

• Era tanto el número de renegados de todas clases que vivían en Argel, «que según Haedo, de las doce mil casas que tenía la ciudad, las seis mil y más estaban habitadas por renegados (Topogr. cap. XIII). Verdad es que Gómez de Losada, hablando de esto, advierte que no todos eran españoles ni habían sido católicos, porque bajo el nombre de renegados se comprenden todos los que pasan de otra cualquiera ley al mahometismo (lib. II, cap. XVII).», Clem. 1383.b.

|| cristiana renegada: «De la costumbre de tomar los mahometanos por mujeres a cristianas renegadas, ofrecen repetidos ejemplos las memorias de Haedo, del Mármol y otras de aquel tiempo. El famoso Barbarroja estuvo casado con una hija de Diego Gaitán, castellano de Gaeta, donde la cautivó el año de 1539. Del mismo Barbarroja afirman algunos, según Luis del Mármol, que su madre fué española, natural de Marchena. Otros varios Reyes de Argel imitaron en esto a Barbarroja, como Azán, hijo y sucesor del mismo Barbarroja, y el otro Azán, de quien tantas crueldades cuenta Cervantes, que estuvo casado con una renegada esclavona. Su antecesor Rabadán tuvo por mujer única una renegada corsa… El mismo Agi Morato, padre de Zoraida, la heroína de la novela del cautivo, estuvo casado con la hija de una española, que siendo niña quedó cautiva en el peñón de Argel, cuando lo tomó Barbarroja el año de 1530.», Clem. 1382.b.

• Historia del Cautivo: «imaginamos que debía de ser cristiana renegada, a quien de ordinario suelen tomar por legítimas mujeres sus mesmos amos, y aun lo tienen a ventura, porque las estiman en más que las de su nación.», I.40.15.

|| fióle Ana Félix [al renegado]: se trata del renegado a quien Ana Félix, hija del morisco Ricote, confió la liberación y vuelta a España de don Gregorio, mayorazgo enamorado de la morisca, retenido cautivo en el harén de Argel: «Dudaron el general y el virrey el fiarse del renegado, ni confiar[on] dél los cristianos que habían de bogar el remo; fióle Ana Félix», II.63.42.

• «Salta a la vista el contraste entre el heroísmo abstracto del caballero [don Quijote] y el pragmatismo de la hija de Ricote, la cual, para llevar a cabo su liberación y la de su novio, no ha vacilado en valerse de los buenos servicios de un renegado. Renegados, cristianos dudosos, falsos peregrinos, «travestis» (don Gregorio, vestido de mujer, aún espera su liberación en el harén de Argel). Todo ello es indicio de un mundo nuevo, heterogéneo y ambiguo, que no exige ya los credos firmes y las identidades claras, como se los exigía a sí mismo DQ, y donde el único pasaporte válido es el «dinero».», Georges Güntert, en Rico 1998 b, p. 225.

|| nuestro renegado: corrección en la Historia del Cautivo por Morrenago en la ed. pr. p. 247 vta, lín. 1. (Schevill-Bonilla, Rgz Marín). La errata pudo deberse a la mala lectura de la abreviatura nro rreneg°. del propio Cervantes. El sintagma «nuestro renegado» aparece al principio del mismo cap. e igualmente un poco más adelante: «nuestro renegado, al anochecer, dio fondo con la barca casi frontero de donde la hermosísima Zoraida estaba.»., I.41.29. • En el mismo relato la expr. nuestro renegado aparece siete veces para significar 'el renegado de nuestra historia', al igual que encontramos en la historia del baci-yelmo la expr. "nuestro barbero", para distinguir a Maese Nicolás del nuevo personaje barbero como él.

|| redújose el renegado: 'el Renegado se reconcilió con la Iglesia'; se trata del renegado a quien Ana Félix, hija del morisco Ricote, confió la liberación y vuelta a España de don Gregorio, mayorazgo enamorado de la morisca, retenido cautivo en el harén de Argel • Al volver a tierra de cristianos, los renegados eran sometidos a un proceso inquisitorial, que comprendía, como prueba de arrepentimiento, una confesión y una abjuración públicas, condiciones indispensables para obtener el levantamiento de la excomunión mayor, que alcanzaba a todo renegado. • Tras haber traído a don Gregorio de Argel, «Reincorporóse y redújose el Renegado con la Iglesia, y de miembro podrido, volvió limpio y sano con la penitencia y el arrepentimiento.», II.65.16. ® reducir al gremio

|| renegar (doc. 1438, de re- + negar.) v.tr. 'negar insistentemente'. v.intr.'negar la relación con una persona o cosa, o expresar públicamente su oposición': 'abandonar una religión o creencia por otra'

rescat-: rescataba: 1; rescatado: 5; rescatados: 1; rescatando: 1; rescataos: 1; rescatar: 2; rescatarlos: 1; rescatase: 1; rescatasen: 1; rescátate: 1; rescate: 15; [cautivo(s)] de rescate: 7; rescaté: 2; rescató: 1

|| rescatar (doc. 1495, ◊ del cat. rescatar, s. XIII, o del it. riscattare, s. XIV, y éstos del lat. captare 'tratar de coger', frec. de capere 'coger') v.tr. «Recobrar por precio lo que el enemigo ha robado», Cov. 906.b.21. Anteriormente a 1495 para expresar el mismo concepto se decía redimir, voz que aparece en el Q. una sola vez bajo la forma redemir.

|| rescate (doc. s. XIII, de rescatar) m. 'acción y efecto de rescatar' µn 'lo que se exige o lo que se paga para poder rescatar algo o a alguien'

|| cautivo(s) de rescate. Historia del Cautivo: «Yo, pues, era uno de los de rescate», I.40.14 «Otro detalle de la narración de Timbrio [en la Galatea], en la que se relata la propia experiencia de Cervantes [hecho cautivo], es la razón de su supervivencia y de la de las dos muchachas frente al hecho de que los piratas asesinan al resto de la tripulación. Las dos bellas muchachas interceden para salvar la vida de Timbrio asegurando que es un hombre de noble cuna, y así despiertan la avaricia de los piratas para conseguir un elevado rescate… cuando registraron a Cervantes descubrieron que llevaba las cartas de don Juan de Austria y del duque de Sessa. Sólo un hombre de clase elevada hubiera podido llevar unas cartas de recomendación de unos hombres de semejante rango y reputación, así que—ironías del destino—el rescate que pidieron por su cabeza era demasiado elevado para que la familia Cervantes pudiera satisfacerlo.», M.McK, Cervantes, 3, p. 53.

|| salir a dar el rescate: loc.verb. 'obligarse a pagar el rescate' • Don Quijote y Sancho en la galera, después del relato de Ana Félix: «fióle Ana Félix, y Ricote, su padre, dijo que salía a dar el rescate de los cristianos, si acaso se perdiesen.», II.63.43.

• Nótese que el morisco Ricote, expulsado de España porque se le cree cripto-musulmán, ofrece pagar el rescate de cristianos que están cautivos del poder musulmán en Argel. ® rescatar

|| una cadena… por señal de rescate: El Cautivo explica que en señal de que lo era, y no uno de los europeos que circulaban libremente por Argel, muchos de ellos renegados, le pusieron una cadena, I.40.14.


Ricota: 3; Ricote: 35

|| Ricota (feminización de Ricote) f. para referirse a la hija y a la esposa del morisco Ricote. «Era costumbre muy común en tiempo de Cervantes dar terminación en a a los apellidos en las mujeres cuando acababan en "o" [o en "e"] los de sus padres, de la que hay otro ejemplo en esta segunda parte, en que el morisco Ricote llamó Ricota a su hija», Clem. 1923.a. ® Félix: Ana Félix ® Ricote

|| Francisca Ricota: es la mujer de Ricote, como él mismo lo declara: «en resolución Sancho, yo sé cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota mi mujer son católicas cristianas, y aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más de cristiano que de moro», II.54.22. • «Recuérdese la costumbre de dar a las mujeres el apellido de los maridos y los padres, poniéndoles, si había caso, terminación femenina; «porque se usa en la Mancha [y fuera de ella] tomar las mujeres el apellido de sus maridos», I.52.40.» RM recuerda que en el proceso por la muerte de Ezpeleta se llama las Cervantas a las hermanas, hija y sobrina del autor del Q.», Gaos, DQ, II, p. 764. ® Ricote

|| Ricote (en cat. Val de Ricot, del. ár. el Ricotí ◊ arabización de un antropónimo germ. preexistente): es el nombre de un municipio y de un valle a orillas del Segura, reino de Murcia, donde los moriscos lograron retrasar su marcha hasta 1618, nueve años después del decreto de expulsión de Felipe III; es también apellido atestiguado en Esquivias en el siglo XVI, (Clemencín, Rgz Marín).

|•| Función de la familia morisca de los Ricote en la unidad compositiva de la segunda parte del Q.: «La historia de la familia morisca de los Ricote comienza con el encuentro de Ricote con Sancho (II.54), y de nuevo es continuada cuando la caza de las galeras moriscas implica a Ana Félix (II.63), hija de Ricote, en persona, vestida a la turca, en la galera corsaria, y dando luego cuenta de sí en relación con lo indicado (II.54), como novia de Don Pedro (o Don Gaspar) Gregorio, prisionero en los baños de Argel. Acerca del retorno del último y de su encuentro con Ana Félix informa el capítulo (II.66).», Hatzfeld,117.

• «Desde un punto de vista estructural, la «narración en dos tiempos» del episodio de los moriscos no deja de ser una señal llamativa. En primer lugar, se quiere marcar con ella la íntima relación que enlaza los dos momentos de crisis: la crisis de Sancho, a consecuencia de su renuncia al cargo de gobernador, y la de su amo, cuya derrota se cumple precisamente en Barcelona. A Sancho, hombre de convicciones firmes, fiel súbdito de Su Majestad el Rey y de la Madre Iglesia, se le compara con el morisco Ricote, hombre inquieto, rebelde a las autoridades, todo disfraz y ambigüedades; y a DQ, incapaz de resolver con su anticuada retórica el caso de Ana Félix, se le humilla en el litoral de Barcelona, donde tendrá lugar el duelo resolutorio. Salta a la vista el contraste entre el heroísmo abstracto del caballero y el pragmatismo de la hija de Ricote», Georges Güntert, en Rico 1998 b, p. 225.

• El personaje que encarna en el Q., con su hija Ana Félix, el drama de las familias moriscas expulsadas de España por Felipe III, aparece por la primera vez en el relato con un grupo de peregrinos extranjeros que encuentra Sancho en el camino, poco después de haber abandonado su ínsula: «—¡Cómo! Y ¿es posible, Sancho Panza hermano, que no conoces a tu vecino Ricote el morisco, tendero de tu lugar?.», II.54.10. • «El tendero morisco destaca por su voluntad de superar el destino adverso, sus recursos y su capacidad de analizar y objetivar los hechos que alteran su vida. Más tarde, se comportará como padre tierno y abnegado, pero aquí le mueve sobre todo el amor a la tierra natal, que se armoniza con una mentalidad muy alerta a los nuevos tiempos. Cervantes nos dejó en esta figura un retrato sorprendente y un testimonio doloroso de la amputación que sufrió la España de su tiempo.», María Soledad Carrasco Urgoiti, en Rico 1998 b, p. 205.

• La historia de Ricote, que se cuenta en el capítulo II.54, es tan verosímil, que ofrece grandes similitudes con el hecho que se narra en cierta Carta que Antonio de Ocaña, morisco de los desterrados de España, natural de la villa de Madrid, envió desde Argel a un su amigo, dándole cuenta del estado de su cosas, que se imprimió en Barcelona, en 1618, en la que se explica que varios moriscos desterrados en Constantinopla, decidieron regresar clandestinamente a España para recoger tesoros que habían escondido en su precipitada fuga; y en efecto, así lo hicieron disfrazados de frailes, y lograron volver a Constantinopla; pero por disensiones entre ellos, fueron denunciados al Sultán, quien se vio precisado a utilizar la artillería para combatirlos en la casa en que se habían refugiado. Se defendieron heroicamente, varios de ellos murieron luchando y los que fueron apresados confesaron la fe de Cristo al ser ajusticiados por los turcos [ccxx].», Mde Riquer, Q., p. 990.

• Ricote toca el fondo del drama cuando resume el problema: los cristianos viejos han expulsado a los cristianos nuevos porque no se resuelven a creer en su conversión, sino que los siguen considerando como un peligro para la unidad cristiana de España: «en resolución, Sancho, yo sé cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota mi mujer son católicas cristianas, y aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más de cristiano que de moro, y ruego siempre a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo le tengo de servir.», II.54.23.

• «El amor entre Ana Félix [hija de Ricote] y don Gaspar Gregorio, y el abrazo de Sancho y Ricote, son otras tantas manifestaciones de Cervantes en favor de la convivencia en paz de cristianos viejos y moriscos, y en contra de la absurda brutalidad con que se concluyó la expulsión. Ricote es la víctima inocente de ese espíritu intolerante, y por eso su nombre no está elegido al azar: el valle de Ricote, en la Vega del Segura, albergaba en 1609 a 2500 moriscos sobre cuya sincera cristiandad no cabía la menor duda, pero que fueron, no obstante, incluidos en el decreto de expulsión.

• «El topónimo Ricote se transforma en onomástico por la decisiva razón de que el morisco manchego es, a su vez, un paradigma de víctima inocente.», FMV.

• Cervantes elige precisamente el nombre de este valle murciano, escenario del último y el más lamentable capítulo del destierro, para bautizar a su personaje, a fin de recordarnos «toda la crueldad inútil de la expulsión de unos españoles por otros» y advertirnos «del torvo ensombrecerse del horizonte vital del país».», Salazar Rincón [ccxxi].

• «La Historia es convertida en novela, por precaución, y porque no era posible presentarla en toda su crueldad… El lector no sólo echa de menos la autenticidad histórica en estas páginas en demasía novelescas, también comienza a acusar la insuficiencia de la novela heroica. Como resultado de esta doble decepción, se ve obligado a formarse un concepto personal de la verdad, buscándola fuera del texto: en la Historia tal como es, y no como le ha sido contada… Solo una novela distinta, que incluyera una reflexión crítica sobre sus propios límites, podría sobrevivir a este percance. La obra de Cervantes sobrevive: no solamente reproduce la novela, sino que la destruye para introducir la antinovela. La nueva literatura cervantina supera la contradicción entre ambos discursos, novelesco-tradicional e histórico, incluyendo en su estructura global el mismo principio antinómico. », G. Güntert, en Rico 1998 b, p. 226. ® morisco ® Filipo Tercero ® bando de su Majestad ® Félix: Ana Félix

||… señor …|| el señor del libro: 'el héroe, el protagonista', I.47.30. También se decía: el señor de la historia, I.3.20. • El canónigo critica la inverosimilitud de las fábulas donde formidables ejércitos son derrotados por un solo caballero. Ejemplos de esta inverosimilitud se encuentran en el Orlando furioso de Ariosto, en el Orlando innamorato de Boiardo y en el Espejo de príncipes. (Rico, 548.)

|| este buen señor: tratamiento menos despectivo que buen hombre, pero también poco respetuoso. • Litigio de la albarda y del yelmo: «esta pieza que está aquí delante y que este buen señor tiene en las manos, no sólo no es bacía de barbero…», I.45.4.

|| Gran Señor: Así se refieren al Sultán de Constantinopla, más comúnmente llamado el Gran Turco, cuatro veces en el Q., tanto el Cautivo, en I.40.13, como Ana Félix, en II.63.

serrallo: 1

|| serrallo (doc. 1573; no es neologismo en 1615 como lo cree Corominas; del it. serraglio, y éste del turco serai 'alojamiento', que procede del persa) m. 'lugar donde viven las mujeres y concubinas de los musulmanes polígamos': alternaba con «CERRALLE. Cierta casa fuerte y muy espaciosa en que el Gran Turco dicen tiene sus mujeres.», Cov. 411.a.12.

|•| Ana Félix se refiere en su relato al consejo que ella dio al Rey de Argel, para proteger a don Gregorio, y que éste siguió: « por huir del peligro que en el serrallo de sus mujeres podía tener y temer de sí mismo, la mandó poner en casa de unas principales moras que la guardasen y la sirviesen», II.63.32.

tem-: teme: 2; teméis: 1; tememos: 3; temen: 3; temer: 16; temerario: 7; temerarios: 2; temeridad: 10; temerle: 1; temerlo: 1; temerosa: 20; temerosas: 2; temeroso: 32: [temeroso de la Santa Hermandad: 1; temeroso don Quijote: 1]; temerosos: 6; temes: 6; temía: 6; temíades: 1; temíamos: 2; temían: 2; temíase: 1; temidas: 1; temido: 2; temiendo: 21; temiera: 4; temieron: 3; temiese: 1; temió: 7; temo: 11; témome: 1; temor: 62; temores: 4; temoroso: 1; temorosos: 1

|| temer (doc. ±1140, del lat. timere 'sentir miedo') v.tr. «tener miedo o pavor, de allí temor», Cov. 957.a.19. |•| El cabrero Pedro explica a don Quijote: «es tal la medicina que se os ha puesto, que no hay que temer de contrario acidente», I.12.25.

|| por huir del peligro que… podía tener y temer de sí mismo: 'por huir del peligro que… podía tener [don Gregorio] y temer de sí mismo [el rey]' • Ana Félix se refiere a la manera que tuvo de proteger a don Gaspar Gregorio vistiéndolo de mujer, al darse cuenta de que al rey de Argel le atraían los hombres: «aquella mesma tarde le truje a la presencia del rey, el cual, en viéndole, quedó admirado y hizo disignio de guardarla para hacer presente della al Gran Señor; y por huir del peligro que en el serrallo de sus mujeres podía tener y temer de sí mismo, la mandó poner en casa de unas principales moras que la guardasen y la sirviesen», II.63.32.4.

• Como narrador homodiegético Ana Félix juega con los dos géneros masculino y femenino de los pronombres para referirse a don Gaspar Gregorio, ya que su discreción de enamorada honesta y recatada ha imaginado el ardid de ocultar a su amado («le») bajo la apariencia de una bella mujer («la»), para protegerlo de las veleidades homosexuales del rey de Argel. Más adelante se nos dirá de la belleza de don Gaspar Gregorio: «aunque don Gregorio cuando le sacaron de Argel fue con hábitos de mujer, en el barco los trocó por los de un cautivo que salió consigo; pero en cualquiera que viniera, mostrara ser persona para ser codiciada, servida y estimada, porque era hermoso sobremanera, y la edad, al parecer, de diez y siete o diez y ocho años.», II.65.15. Los editores que homogeneizan los pronombres optando unilateralmente por uno de los dos géneros, no han comprendido este sutil juego de estilo al servicio de un relato cargado de intencionalidad.

|| temeridad (doc. 1490, del lat. temeritatem 'irreflexión', 'carácter inconsiderado') f. 'calidad de temerario o arrojado en demasía' • Don Quijote proclama, tras la aventura de los leones, que él no es ni cobarde ni temerario, sino valiente: «bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos estremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad», II.17.64.

|| temeroso (doc. ±950, del ant. temoroso, asimil. por infl. de temer) adj. alterna con temoroso, der. de temor y, como lo hace notar Madariaga, análogo de amoroso: 'el que teme algo' por µn del efecto por la causa: 'temible': «El adjetivo temerosa, aplicado a personas, significa el temor que padecen; y aplicado a cosas, el temor que infunden.», Clem. 1481.a.

|| Las temerosas y desconsoladas señoras: La ed. pr. 34 vto, 2, tiene, por error en la concordancia con un verbo muy alejado, el sujeto en singular: La temerosa y desconsolada señora, que corregimos: «Las temerosas y desconsoladas señoras, sin entrar en cuenta de lo que don Quijote pedía, y sin preguntar quién Dulcinea fuese, le prometieron que el escudero haría todo aquello que de su parte le fuese mandado.», I.9.15.

|| temerosa de que no: 'con temor de que'; el adv. de negación es redundante en frase afirmativa con verbo que indica temor. • temerosa de que Luscinda no la oyese, I.43.20. 'con temor de que Luscinda la oyese'. • temerosa de que no le cegase: 'temerosa de que le cegase' • Ana Félix cuenta la historia de su cautividad: «Todo esto le dije, temerosa de que no le cegase mi hermosura, sino su codicia.», II.63.32.4. 'temerosa de que le cegase mi hermosura, y no su codicia'

|| temeroso aullido: 'temible aullido' • Canción de Grisóstomo: «del lobo fiero | el temeroso aullido, el silbo horrendo | de escamosa serpiente», I.14.4. ® voz temerosa

|| temeroso de no ser hallado: 'temeroso de ser hallado'; el adv. de negación es redundante en frase afirmativa con verbo que indica temor. • «Este Ginés, pues, temeroso de no ser hallado de la justicia, que le buscaba para castigarle de sus infinitas bellaquerías y delitos…», II.27.2. ® no

|| voz temerosa: por µn del efecto por la causa: 'voz temible' ® voz

|| ser temeroso de su conciencia: 'temer los reproches de su conciencia' • Tosilos declara: «—Pues yo—dijo el lacayo—soy temeroso de mi conciencia, y pondríala en gran cargo si pasase adelante en esta batalla», II.56.14.

|| temor (doc. ±1230, del lat. timor, -oris, -orem) adj. 'falta de confianza' :: 'miedo' + intens. 'espanto' «TEMER. Del verbo latino timeo, es; tener miedo o pavor; de allí temor, temeroso, tímido.», Cov. 957.b.19.

Covarrubias describe los síntomas del gran temor de manera muy parecida a Cervantes: «DESPELUZARSE los cabellos. Erizarse de temor. por desamparar el calor y la sangre las extremidades y acudir al corazón; y así al que ha concebido gran miedo, ultra de erizársele los cabellos, le tiemblan manos y pies y casi enmudece.», Cov. 462.a.10. • Aventura del cuerpo muerto: «vieron que las lumbres se iban acercando a ellos, y mientras más se llegaban, mayores parecían; a cuya vista Sancho comenzó a temblar como un azogado, y los cabellos de la cabeza se le erizaron a don Quijote», I.19.7. • Aventura de la cabeza encantada: «¡Aquí sí que fue el admirarse de nuevo; aquí sí que fue el erizarse los cabellos a todos, de puro espanto!», II.63.38.

|| asegurar el temor: 'mitigar el temor' «así aseguraríamos el temor que de razón se debía tener que por allí anduviesen bajeles de cosarios de Tetuán», I.41.66.

|| el vacío de mi temor: vacío

|| ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo, ni gloria: Las pasiones enunciadas por Sancho como ajenas al que duerme, concretamente a él en tanto que duerme, recuerdan las cuatro pasiones de que ha de purgarse el hombre para alcanzar la virtud, al decir de los estoicos: temor, esperanza, alegría y dolor: «—No entiendo eso—replicó Sancho—; sólo entiendo que en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo, ni gloria», II.68.5.

tío (doc. ±950, del lat. tard. thius, thia, 563, y éstos del gr. théios, théia) m. «El hermano de padre o madre. Es nombre griego gr. théios, patruus, avunculus.», Cov. 962.b.40.

|| dos tíos míos: En boca de Ana Félix (tema de los moriscos): «fui yo por dos tíos míos llevada a Berbería, sin que me aprovechase decir que era cristiana», II.63.32. • Sabemos que estos fueron el tío Juan Tiopieyo y su mujer, II.54.24. ® morisco

Tiopieyo: 1

|| Tiopieyo ( tío ? + Pieyo, probable hipocorístico): Juan Tiopieyo: Sancho atribuye a Tiopieyo, hermano de la mujer del morisco Ricote y, por consecuencia, tío de Ana Félix, el que la hija y la mujer de Ricote estén en Berbería más bien que en Francia, tierra de cristianos: «—Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tu mujer», II.54.25.

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Fuentes:

Salvador García Bardón, Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, apareció en 2005, con ocasión del 4° centenario de "El Quijote".

QpCSGB = Salvador García Bardón, El Quijote para citarlo.

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