Maria Jose Peña: ¡ELECCIONES, YA!


La Historia no olvidará, al explicar su estrepitosa caída, la ominosa escalada de Pedro Sánchez a la cima del poder supremo del Ejecutivo Español:

Ya en la cima partidista, aunque fuera del Parlamento, pactó en éste con golpistas, traidores y desleales, con todos los que pretenden la destrucción de España, para asaltar a un desprevenido y timorato Rajoy. La razón que esgrimió: la corrupción; el ánimo que dijo le acompañaba: la regeneración política y la convocatoria de elecciones. Se le olvidó decir que todos sus acompañantes en la aventura rebosaban mayor corrupción por todos sus poros: los ERES socialistas, el 3% nacionalista… ¡todos!.

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Maria Jose Peña
16 h ·
ELECCIONES, YA!

Hoy el Gobierno dice haber roto sus “negociaciones” con el independentismo catalán “porque persiguen la autodeterminación”. La desfachatez de estas declaraciones es inenarrable porque el secesionismo lo ha dicho claramente siempre, a voces: “No som aquí per administrar una autonomía, estem aquí per fer efectiva la Republica catalana”.

Parece increíble que una nación como la nuestra, España, haya podido caer en manos de un desaprensivo político como Sánchez. A los españoles sólo nos ha traído desatinos políticos, humillaciones nacionales, inseguridad general, desamparo y desconfianza. Sus desmanes han sido constantes, sus mentiras, también. Ha ido en contra de todos, incluso de lo dicho otras veces por él mismo, con el sólo objetivo de alcanzar, mantener y prolongar su ambición de siempre, ocupar la Moncloa.

Desde que el Sr. Sánchez empezó a merodear por el Partido Socialista, todas sus palabras buscaron con un tono u otro alzarse con el poder socialista, en contra, incluso, de los postulados del Partido; en contra, incluso, de sus propios compañeros de Partido. Él ha llevado al PSOE a unas prácticas políticas en las que muchos socialistas no se reconocen, a unas actitudes de poder bochornosas, a una ruptura inaudita de las lealtades debidas al ideario del Partido, a la Constitución y a los españoles.

Más tarde, desde que tuvo a su alcance competir por el máximo poder político, el de Presidente del Gobierno, irrumpió con la mayor zafiedad y chulería, “¿qué parte del No no ha entendido, Sr.Rajoy?”, “¡usted no es decente!”.… Rompió cualquier molde de cortesía política y, finalmente, derrotado su liderazgo desde los cuadros superiores de su Partido, cortejó a una militancia arrinconada hasta conseguir de nuevo encumbrarse. Ya en la cima partidista, aunque fuera del Parlamento, pactó en éste con golpistas, traidores y desleales, con todos los que pretenden la destrucción de España, para asaltar a un desprevenido y timorato Rajoy. La razón que esgrimió: la corrupción; el ánimo que dijo le acompañaba: la regeneración política y la convocatoria de elecciones. Se le olvidó decir que todos sus acompañantes en la aventura rebosaban mayor corrupción por todos sus poros: los ERES socialistas, el 3% nacionalista… ¡todos!.

Y una vez hecho y conseguido el asalto, volvió a desdecirse, a asombrar a la ciudadanía con sus gestos, sus transportes en Falcon, sus “tours” de vacaciones por todas las residencias oficiales, sus viajes a todas partes con el exclusivo ánimo de darse a conocer. No pudo evitar que se advirtiera el deseo de disfrutar con ostentación de los privilegios añadidos al cargo.

Su relación con el independentismo en el curso de sus meses de presidencia no sólo ha avergonzado a España, sino que ha bordeado sin ningún miramiento el quebrantamiento de la ley. ¿Para qué quiere el Sr. Sánchez ser Presidente del Gobierno de una nación a la que debilita constantemente; a la que no duda en someter al chantaje nacionalista; sobre la que acepta humillaciones sin tino de un poder regional que aspira desvergonzadamente a su quiebra y ante la que el Sr. Sánchez se achanta disfrazando su actitud de “ejercicio dialogante de su Gobierno que recurre a la política de distensión y que está alejado de las prácticas de crispación que fomentaban otros”?. ¿Para qué quiere ser Presidente del Gobierno de una nación sobre la que incluso admite y coquetea con que determinadas exigencias del ofensor puedan llegar a buen puerto cuando lo que debería hacer ante tales exigencias es saltar como un resorte, manifestar su ira, rechazarlas de forma radical, y ejercer la inmediata y rigurosa aplicación del articulo 155 de la CE?. ¿Para qué?.

Ante la Cataluña constitucionalista, por el contrario, se ha mostrado absolutamente ajeno. Nada le han importado los insultos recibidos por ésta y por todos los españoles de quien gobierna a todos los catalanes, ni los derechos que se les recortan, ni el silencio a que se ha obligado al Parlamento autonómico, que representa también a la Cataluña constitucionalista, ni los recortes en los servicios a los ciudadanos, ni la persecución lingüística... Ni una palabra de aliento ha recibido esa más de media Cataluña. No se ha entrevistado con ninguna de sus Plataformas cívicas respetuosas de la Ley, ha desoído sus voces y sólo ha atendido a las que tienen la capacidad de mantenerle en el poder.

Y finalmente, respecto a la Justicia se ha comportado siempre de manera inadmisible. Desde el primer instante en que accedió al poder quiso condicionar el juicio a los golpistas. Él y sus ministros sólo han tenido gestos de aliento al golpismo, gestos de esperanza para las exigencias nacionalistas, tanto obligando al Abogado del Estado a rebajar cargos y pretendiéndolo de la Fiscalía, como cultivando un estado de opinión que socave la confianza de los ciudadanos en el proceso penal que está a punto de iniciarse, que menoscabe la autoridad del que ha sido el Instructor y de los próximos Juzgadores, y que acoja preparado, sin escándalo, un futuro indulto. Ello, sin olvidar los privilegios otorgados a los golpistas frente a la igual situación que viven otros presos.

A todo ello lo ha llamado nueva política de diálogo y de distensión.

¡Basta ya!.

España no puede seguir así. Ha traído usted, Sr. Sánchez no sólo la falsedad a la vida política, también la vergüenza:

A su Partido lo avergüenza al quebrar con su actitud política lo que él haya podido tener en su historia de honrado, de obrero, de socialista y de español; a su Gobierno, que es también el Gobierno de la Nación, lo ha convertido en un atajo de seguidistas de su persona, casi todos ocultando como pueden, o directamente defendiendo, la posición del “listillo” que en su vida personal escarba en los recovecos legales que le permitan esquivar el pago de los impuestos, esos que sin rechistar pagan los que tienen menos.

A la oposición, tanto a la suya propia en el Congreso, como a la de la autonomía catalana, la ignora al no comparecer a dar las explicaciones que debe, en el primer caso, o al tolerar que el nacionalismo secuestre la labor de representación de los ciudadanos que le corresponde, en el segundo.

A los españoles los asombra usted con sus gestos de nuevo rico, los humilla con sus concesiones al nacionalismo y los enerva con su desdecirse constantemente de lo que hubiera prometido antes.

Y a la Justicia, Sr. Sánchez, la ha convertido usted en el muñeco grotesco que debe soportar en silencio su arbitrariedad y la de sus ministros, su lenta demolición de cimientos, su tiro al blanco, sus ataques directos o soterrados.

Lleva usted todos los meses de su presidencia sin que se hayan apreciado cambios importantes de progreso colectivo, imponiendo a golpe de decretazo decisiones personales o de grupo, sin programa político, sin otro horizonte que preservar lo que personalmente ha conseguido. Sólo un colectivo recibe sus carantoñas, los que tienen la capacidad de mantenerle en el poder adónde usted se ha encaramado: sus aliados en el Gobierno a quienes manda a las cárceles a negociar con los golpistas, y los golpistas mismos, ya estén huidos de la Justicia, estén en el poder para ser los emisarios del principal fugado o se hallen en las cárceles pendientes de juicio.

Este es el panorama, Sr. Sánchez, ésta es la realidad a la que usted nos ha ido llevando, salto tras salto, en su carrera de asalto y permanencia en el poder.

No siga por ahí, abandone esta disparatada trayectoria, rompa definitivamente con su tonteo con lo ilegal, absténgase de interferir en la Justicia, respete a sus conciudadanos y tenga un último y quizá único gesto de decencia política: convoque elecciones. Si vuelve, volverá por el camino recto. Si no vuelve, creo que España y los españoles podrán iniciar el camino de la rectitud política del que estamos absolutamente necesitados y del que hace años que estamos apartados.

Sr Sánchez, nada que se ambicione en la vida, puede suponer la ruina de una nación. El domingo se lo va a pedir toda España: ¡convoque elecciones!.

Fuente: Maria Jose Peña
18 h ·
ELECCIONES, YA!

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