Miguel de Cervantes y su tiempo: Crónica hispano-flamenca (1547-1617): quinquenio 09/14



◊ Derrota de la armada invencible = Défaite de l'Invincible Armada = Defeat of the Invincible Navy ◊

Pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796). (1)

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1587

La escandalosa ejecución por los protestantes ingleses, el 18 de febrero, de María Estuardo, reina católica de Escocia, convirtió en prioritaria para Felipe II, viudo de la reina católica inglesa María Tudor, la idea de una empresa bélica contra Inglaterra, para recuperarla al catolicismo. El 19 de abril de 1574 el papa Gregorio XIII habría puesto la idea germinal de esta empresa en la mente caballeresca de don Juan de Austria, hermanastro del rey prudente: se trataba de libertar a una hermosa reina cautiva y de arrancar un reino a los herejes. La criminal incursión de Francis Drake en Cádiz, el 29 de abril, acabó con la paciencia del rey prudente, que ya no podía seguir tolerando las provocaciones de los “apóstatas ingleses”.

«Los católicos franceses fueron quienes reaccionaron con más violencia ante las noticias (al fin y al cabo, se trataba de una reina viuda de Francia, cuñada de Enrique III y prima del duque de Guisa). Un grupo de alborotadores se apoderó en Ruán de barcos y mercancías ingleses; en París, clérigos indignados pronunciaron sermones incendiarios que pedían venganza, y exhibieron a la entrada de sus iglesias cuadros en los que retrataban morbosamente las atrocidades cometidas contra los católicos ingleses por el régimen isabelino. Los agentes de Felipe procuraron explotar por todas partes el «asesinato judicial» de una reina ungida (que ni siquiera era súbdita de Isabel), con el fin de justificar los planes del rey para derrocar a la «Jezabel inglesa».», Parker, p. 319.

Algunos historiadores piensan que la idea de recuperar Inglaterra por las armas para el catolicismo, tras haberlo logrado una primera vez mediante su matrimonio con la reina María Tudor, germinó en la mente de Felipe II a principios de los años ochenta, al constatar la nueva fuerza de España en el Atlántico, tras anexionarse Portugal. El plan era sencillo: una gran flota zarparía de Lisboa y se reuniría en el canal de la Mancha con el ejército español de Flandes, que allí embarcaría y sería conducido hasta la costa sur de Inglaterra. Si durante el corto trayecto entre Flandes y las costas inglesas la flota inglesa atacara, los navíos españoles se defenderían y destruirían al enemigo. Una vez en Inglaterra, las fuerzas Católicas de su Majestad castigarían a la Reina Protestante, cuyos piratas se habían burlado hasta extremos impensables de los navíos y de los puertos españoles durante los últimos años, y la obligarían a abandonar un trono que casi pertenecía a Felipe como paladín del catolicismo.

A finales de la primavera de 1587 comenzó una campaña masiva de requisamiento en favor de la Armada Invencible. Como las actividades literarias de Cervantes no le proporcionaban recursos económicos suficientes para subsistir, decidió pedir un empleo en relación con estos requisamientos. Cabe pensar que en la elección de este trabajo influyera también el hecho de que aquel empleo le permitiría participar en lo que parecía iba a ser la hazaña más grandiosa de España desde Lepanto. Durante toda su vida Cervantes se vanaglorió de haber intervenido en aquella memorable batalla y siempre fue un hombre que demostró poseer un profundo sentido patriótico.

Existen dudas sobre si durante las festividades para celebrar la llegada a España de Flandes de las reliquias de Santa Leocadia, celebradas en Toledo en torno al 26 de abril, Cervantes se enteró de que el proveedor general de la Armada, Antonio de Guevara, empezaba las operaciones de requisamiento en la ciudad de Sevilla. Sea lo que fuere, Cervantes, más bien que volver a Esquivias tras las fiestas, decidió trasladarse a Sevilla inmediatamente a probar fortuna.

Desde principios de mayo, aparece instalado en la posada de Tomás Gutiérrez en Sevilla. En el mes de septiembre, obtuvo, por mediación del Alcalde de la Real Audiencia de Sevilla, Diego de Valdivia, un puesto como comisario real de abastos en Andalucía. Estaba al servicio de Antonio de Guevara, comisario general de la provisión de las galeras reales. Su misión de comisario alcabalero de la Armada en tierras andaluzas consistía en requisar aceite y grano con destino a la Armada Invencible, tarea que realizaría hasta 1593.

Pronto tuvo problemas con los representantes de las propiedades eclesiásticas, que le infligieron dos excomuniones. Inició así un ajetreado vagabundeo mercantilista, al que se dedicaría durante unos quince años, sin lograr más que disgustos, denuncias y algún encarcelamiento. Comenzó en Écija, donde sus requisas de grano eclesiástico le valieron la excomunión por parte del vicario general de Sevilla. Recorrió luego la región de Córdoba: La Rambla, Castro del Río, Espejo, Cabra, etc. Volvió a ser excomulgado, esta vez por el vicario general de Córdoba.

Lit. Lope de Vega es desterrado de Madrid.

Cristóbal de Virués, "El Monserrate".

B. González de Bobadilla, "Las ninfas y pastores de Henares".

Pol. «En enero, sir Edward Stafford, embajador inglés en París, se declaró dispuesto a servir a España de cualquier manera posible (excepto procurando la muerte de la reina), y durante los 18 meses siguientes resultó completamente de fiar. Por un lado, remitió a su gobierno un flujo constante de información en la que se daba a entender que Felipe sólo abrigaba intenciones pacíficas para con Inglaterra y que Isabel podía reducir sin peligro sus gastos de defensa; por otro, reveló repetidamente al embajador español en París información confidencial recibida de Inglaterra (véanse pp. 365-69). Así, en cuanto tuvo conocimiento del plan para enviar la flota de Drake contra España, se lo dijo a Mendoza.», Parker, p. 323.

En enero también, Felipe II ordenó un nuevo embargo de todas las embarcaciones procedentes de los Países Bajos, que iría seguido de una indagación minuciosa para comprobar si alguno procedía de las provincias rebeldes; en marzo prohibió importar bienes holandeses en barcos holandeses, y en agosto los transportados también en barcos neutrales.

Ejecución en Londres de la soberana católica María Estuardo, reina de Escocia: María Estuardo fue decapitada el 17 de febrero en el Castillo de Fodringhaye, donde estaba presa. Pronunció la sentencia contra ella la Reina Isabel de Inglaterra, prima hermana de su padre.

Francis Drake saqueó Cádiz en abril y asoló las costas vecinas. A finales de marzo de 1587, la reina Isabel I reveló cuál era el «otro servicio» anunciado a los holandeses por Drake en noviembre de 1586: con el fin de obstaculizar la reunión de las fuerzas destinadas a la Armada que iban hacia Lisboa desde Italia y Andalucía, la reina Isabel de Inglaterra dio órdenes a Drake de atacar cualquier puerto que alojara barcos de Felipe y destruirlos, así como cualquier depósito naval que pudiera encontrar. Aunque poco después, influida sin duda por las voces moderadas de algunos de sus consejeros, cambió de opinión y sólo autorizó a Drake a atacar embarcaciones de Felipe en alta mar, su flota de 23 barcos—entre ellos, seis poderosos galeones de la Armada real inglesa—se había hecho ya a la mar. El 29 de abril entró por sorpresa en el puerto de Cádiz y capturó o destruyó unos 24 navíos españoles, algunos de ellos grandes, junto con considerables cantidades de vituallas y pertrechos destinados a la Armada.

Comienzan oficialmente los preparativos para la Armada Invencible.

El día 30 de septiembre el Rey Felipe II escribió al duque de Parma, gobernador de los Países Bajos (2), para invalidar la prohibición estricta de sus recientes instrucciones de emprender una acción independiente y autorizarle para que llevara a cabo la invasión de Inglaterra en cuanto pareciera seguro hacerlo:

«si viéredes el paso libre, ora sea por aver ingleses juntado en Plemua su armada para oponerse a la de acá, ora que estén descuydados, no dilatéys el pasar si veys buena coyuntura, así os lo encargo mucho de nuevo; y sed cierto que esta armada os yrá luego a hazer espaldas».

Santa Cruz, prometió el rey, se haría a la vela casi de inmediato para proporcionarle apoyo y refuerzos. Felipe, sin embargo, desconocía que el marqués había regresado renqueante a Lisboa el día anterior, con sus barcos gravemente dañados por las tormentas, sus tripulaciones reducidas por la enfermedad y sus provisiones casi consumidas por las diez semanas de operaciones. Santa Cruz consideró que, de momento, quedaba excluida otra salida de la Armada. Sin embargo, lejos de allí, en El Escorial, Felipe se negó sencillamente a creerlo. Convencido de que Santa Cruz exageraba sus problemas, el rey siguió instando a Parma en los términos más enérgicos posibles a pasar enseguida a Inglaterra, si le era posible, prometiendo temerariamente (y de manera totalmente indebida) que la Armada estaría dispuesta a hacerse a la vela al cabo de pocos días.» Parker, p. 329.

1588

El 22 de enero, el proveedor general de la Armada, Antonio de Guevara, que está en Sevilla, renueva su comisión a Cervantes, ordenándole que vuelva a Écija, esta vez a buscar aceite de oliva. Cervantes va de pueblo en pueblo, cumpliendo su difícil misión de alcabalero, requisando aceite y trigo en Écija y sus alrededores. Allí es acusado por el regidor Luis de Portocarrero de malversaciones, pero se prueba su inocencia.

Acabado el encargo, Cervantes vuelve a Sevilla con el aceite, ignorando que el 9 de febrero el marqués de Santa Cruz, comandante en jefe de la Armada Invencible, a la que se destinan todos los suministros que él recoge, ha fallecido. Cervantes debe de sentirse profundamente abatido al enterarse de la desaparición de uno de los últimos héroes supervivientes de Lepanto. No debe de consolarle la noticia de la identidad del sucesor de Santa Cruz, el duque de Medina Sidonia. Este curioso personaje era, según muchos testimonios, un hombre avariento y sin experiencia alguna en las cosas del mar; la única explicación que se encuentra, para comprender su nombramiento al frente de la armada, es que estaba casado con la hija que la princesa de Eboli había tenido de sus amores con el rey, es decir, que era, como quien dice, yernastro del rey, lo cual bastó.

La noticia de la muerte de Santa Cruz coincide prácticamente con la llegada a España, procedentes del oeste de Europa, de las profecías anunciadoras del Juicio Final para 1588.

Cervantes, que desea ser absuelto de su segunda excomunión, firma el 24 de febrero un poder autorizando a un tal Fernando de Silva para representarle en su petición de absolución. El 5 de abril se anula su excomunión.

El 1 de mayo muere en Esquivias la suegra de Cervantes, Catalina de Palacios.

La imponente Armada sale de Lisboa hacia Inglaterra el 30 de mayo. Sus efectivos de ciento treinta navíos y treinta mil hombres eran casi el doble de los que les estaban esperando en Inglaterra. Los españoles, que conocían ya la victoria sobre un temible enemigo como era en aquel entonces el turco, daban por seguro el triunfo y aniquilamiento del inglés, considerado como enemigo menor, y empezaban a celebrar la gesta en letrillas y romances, antes de que tuviera lugar. Pero la realidad iba a defraudar sus esperanzas: una serie de avatares, entre los cuales no fue el menor la mala alimentación de los soldados, impidieron que la Armada desembarcara en Inglaterra, como era su propósito, y la obligaron a replegarse diezmada y fracasada, aunque no vencida. Las tormentas en alta mar y errores de coordinación entre las fuerzas atacantes ofrecieron a los ingleses la inesperada fortuna de una batalla sin enemigo.

Las noticias de la fatal suerte de la Armada empezaron a llegar a España, y tanto Cervantes como sus contribuyentes andaluces las recibieron con amargura y decepción. Todos los sacrificios hechos en nombre de la gran misión de restauración de la ortodoxia en Inglaterra, aparecían de pronto como cruelmente inútiles. La “más importante empresa de la Iglesia de Dios en cientos de años”, en palabras dirigidas por el jesuita Pedro de Ribadeneyra a los hombres que se habían alistado, se convertía bruscamente en la más cruel constatación del poder superior de los caprichos del mar sobre la voluntad de los hombres, incluso cuando ésta se presentaba como ejecutora de designios pretendidamente divinos.

Pero el desastre de la Armada no logró alterar la visión del mundo de Cervantes. “En este mismo año 1588 se fechan dos canciones suyas, descubiertas en el siglo XIX, dedicadas a la Armada Invencible, que expresan una visión del mundo y de la derrota aún muy heroica, nacionalista, renacentista y justificadora del desastre. En la línea de las odas épicas herrerianas, Cervantes compone las suyas; la primera, denominada "Canción nacida de las varias nuevas que han venido de la Católica Armada que fue sobre Inglaterra", aunque prevé un posible descalabro, considera que el esfuerzo y el valor de los españoles serán capaces de evitarlo, y profetiza, por boca de la Fama, una segura victoria final; la segunda, titulada "A la pérdida de la Armada que fue a Inglaterra", a pesar de la evidencia de la derrota consumada, no expresa desánimo alguno, y se mantiene en la misma actitud imperialista y optimista.”, MdeCS, Obras completas, Micronet, 1997.

Durante el mes de diciembre, cansado de vivir en posadas, Cervantes alquiló una casa en Ecija junto con sus ayudantes.

Lit. Muere fray Luis de Granada.

Santa Teresa, "Libro de la vida" y "Las Moradas".

Icon. El Greco pinta "El entierro del conde de Orgaz".


Pol. Guerras civiles por el trono de Francia.

Desastre de la Armada Invencible, enviada por Felipe II contra Inglaterra. Fracasa así en septiembre el intento de vengar la muerte de María Estuardo y de restaurar el catolicismo en Inglaterra. Entre los soldados vencidos por el viento y el mar se encuentra el poeta Lope de Vega.

1589

Pol. Muerte de Catalina de Médicis. Reconciliación de Enrique de Navarra y de Enrique III. Sixto V depone a Enrique III. Asesinato de Enrique III el 2 de agosto. Intento de subida al trono francés de Enrique IV. La liga hace del cardenal de Borbón su rey Carlos X. Triunfo del partido protestante en la lucha por el poder real. Enrique de Navarra, de religión calvinista, accede al trono francés bajo el nombre de Enrique IV.

1590

Al comienzo del año, Cervantes se encuentra en Carmona, comisionado por el sustituto de Guevara, Miguel de Oviedo, con la misión de requisar aceite en la región. Allí puede rememorar y quizá recrear con la pluma su complejo pasado Argelino, porque en Carmona vive el príncipe poeta Muley Xeque, que luego recibirá el bautismo y una grandeza de España, hijo de un antiguo sultán de Marruecos, depuesto en 1576 por el Abd-ai-Malik, que aparece en la obra teatral cervantina Los baños de Argel y en la narración del cautivo en el Quijote.

Harto de sus interminables correrías, tanto por la naturaleza de su trabajo como por la dificultad de los cobros y remuneraciones, Cervantes dirige una petición al presidente del Consejo de Indias en mayo, solicitando se le conceda uno de los diferentes oficios de los que tiene noticia estar vacantes a la sazón en las Indias Occidentales: Contaduría del reino en Nueva Granada, Gobierno de la provincia de Soconusco en Guatemala, tesorero de las galeras de Cartagena (en la actual Colombia) y magistrado de La Paz (en Bolivia).

El 21 de mayo presenta su currículo al Consejo de Indias, con todas las fechas y pruebas que posee de su largo y fiel servicio a la Corona, incluyendo el informe de sus años de cautiverio en Argel y el certificado que había obtenido su madre del duque de Sessa, en 1578, referente a su servicio militar.

La respuesta del Consejo, dada el 6 de junio de 1590, vuelve a ser negativa y decepcionante: “busque acá en qué se le haga merced”. La negativa del Consejo es tanto más decepcionante cuanto que el currículo había enumerado, no sólo todos sus méritos y servicios, que eran muchos y de gran calidad desde Lepanto hasta Orán, sino también los de su hermano Rodrigo, que servía al Rey donde pocos españoles querían estar por entonces, en la temible e ingrata Flandes:

“Miguel de Cervantes Saavedra dice que ha servido a v. m. muchos años en las jornadas de mar y tierra que se han ofrescido de veinte y dos años a esta parte, particularmente en la Batalla Naval, donde le dieron muchas heridas, de las cuales perdió una mano de un arcabuzazo; y el año siguiente fue a Navarino, y después a la de Túnez y a la Goleta. Y viniendo a esta Corte, con cartas del señor don Joan y del Duque de Sessa, para que v. m. le hiciese merced, fue cautivo en la galera del Sol, él y un hermano suyo, que también ha servido a v. m. en las mismas jornadas, y fueron llevados a Argel, donde gastaron el patrimonio que tenían en rescatarse y toda la hacienda de sus padres y las dotes de dos hermanas doncellas que tenía, las cuales quedaron pobres por rescatar a sus hermanos. § Y después de libertados, fueron a servir a v. m. en el reino de Portugal, y a Las Terceras con el Marqués de Santa Cruz, y agora al presente están sirviendo y sirven a v. m., el uno dellos en Flandes de alférez, y el Miguel de Cervantes fue el que trajo las cartas y avisos del alcaide de Mostagán y fue a Orán por orden de v. m. Y después ha [a]sistido sirviendo en Sevilla en negocios de la armada, por orden de Antonio de Guevara...”

Es muy probable que por esta época haya redactado la Novela del Cautivo, intercalada mucho más tarde en el Quijote de 1605 (capítulos XXXIX-XLI). Nótese justamente que, en el currículo que se acaba de leer, Cervantes añade el apellido Saavedra al suyo propio, y firma como Miguel de Cervantes Saavedra, lo cual podría confirmar la vieja hipótesis de que en 1589-90 escribió la “Historia del cautivo”, que luego insertaría en el primer Quijote, visto que en ella figura como “un soldado llamado tal de Saavedra”.

Por esta misma época (1590-93) compone algunos poemas sueltos (Odas a la Invencible, Romance a La morada de los celos, etc.) y probablemente esboza algunas de sus novelas cortas: El cautivo, Rinconete y Cortadillo, El celoso extremeño, etc.

Pol. El prisionero aragonés Antonio Pérez, antiguo secretario de Felipe II, logra fugarse al reino de Aragón, donde se acoge a la protección del Justicia Mayor. Preso de la Inquisición en Calatayud y conducido a Zaragoza, su caso produce un pleito de competencia entre el Justicia Mayor y la Inquisición. El partido de Antonio Pérez obtiene su vuelta a la cárcel del Justicia. Es el comienzo de la revuelta de Aragón.
Sitio de París por Enrique IV. Alejandro Farnesio le obliga a levantarlo.

Los ingleses intentan desembarcar en Lisboa.

Muere el papa Sixto V y poco después su sucesor, Urbano VII, dando lugar al advenimiento de Gregorio XIV.

1591

Felipe II quiso saber con todo detalle, después del desastre de su Armada, las causas y las circunstancias de aquel inexplicable desbarajuste de sus barcos, que había provocado la ineficacia y la desmoralización de sus marinos y soldados, considerados entonces como los mejores del mundo. Poco a poco fue enterándose del mal estado en que llegaron las vituallas a la Armada, muchas de ellas podridas e imposibles de comer. El descubrimiento de tal incuria en la intendencia, tan perjudicial para cualquier tropa, no sólo colmó al monarca de indignación sino que le condujo a nombrar interventores e inspectores reales, que determinaran sin tardar las carencias y los abusos concretos de los responsables. Estos averiguaron en poco tiempo un sin fin de robos y abusos entre los colaboradores directos de Antonio de Guevara. Ante tamaña constatación, lo primero que hizo Felipe II fue dictaminar la destitución fulminante de Guevara, al quedar probado que su cuadrilla de oficiales, compuesta por los jefes directos de Cervantes, eran unos ladrones. Dada la gravedad del caso, el juez pidió para ellos la pena de muerte e inmediatamente fueron conducidos a prisión y poco después ejecutados.

Cervantes conoció la noticia con harta pesadumbre e inquietud, pues había tenido relación directa con todos ellos, al ser ellos quienes le proveían habitualmente de fondos, cédulas reales y órdenes de embargo. Aunque de momento Cervantes quedó a salvo, es de suponer que no se sintiera muy seguro y empezase a preparar la estrategia de su defensa redactando una «Relación».

A Guevara le sucedió en el cargo de comisario general Pedro de Isunza en abril de 1591, y ante él presentó Cervantes la «Relación» a la que nos hemos referido. La primera medida de Isunza fue rebajarle el sueldo, que es lo que suelen hacer los que entran en una empresa mal administrada. La segunda, prorrogarlo, enviándolo sin demora a Jaén para la prosecución de las sacas. Después de Jaén se dirigió Cervantes a varios pueblos más de Andalucía, entre los que se contaron Estepa, Montilla, Baeza, Jaén, Úbeda, etc.

En Úbeda vivía a la sazón, en el convento de carmelitas, el gran poeta y místico Juan de Yepes, conocido en religión como Juan de la Cruz. No nos consta que Cervantes lo haya encontrado personalmente, pero es muy posible que el traslado de sus restos unos años más tarde a través de la península le inspirara la aventura del cuerpo muerto que encontramos en el Quijote.

Durante este nuevo mandato, su ayudante fue Nicolás de Benito, quien fue a su vez denunciado por abusos referidos a la incautación de cereales en Teba. Cervantes probó su propia inocencia, descargándose, aunque no para siempre, de toda responsabilidad en el asunto, gracias a la mediación de Isunza.

Lit. Muere Mateo Vázquez de Leca, antiguo condiscípulo de Cervantes en el colegio de los jesuitas de Sevilla y secretario de estado bajo Felipe II. Estuvo enemistado con Antonio Pérez al tiempo que ofreció su apoyo a los partidarios de Escobedo y de don Juan de Austria.

Bernardo de Vega, "El pastor de Iberia".

Pol. Revuelta de Aragón, provocada por la intervención de arcabuceros que hicieron fuego contra el pueblo por orden de la Inquisición.

El intento de Felipe II para lograr la extradición de Aragón de su antiguo secretario Antonio Pérez, fugitivo de la justicia, provocó un considerable disturbio que se convirtió en franca rebelión en septiembre. Al mes siguiente, un ejército real de 14.000 soldados invadió Aragón con notable presteza y restableció prontamente el orden, pero sólo después de haber costado casi 1,5 millones, desviados de los fondos destinados a las guerras de Felipe en el extranjero. Durante la Semana Santa, el prisionero Antonio Pérez se fuga a Francia, donde será acogido por Enrique IV y escribirá sus "Memorias".

La flota inglesa es vencida por los españoles en las Azores.

La liga hace reinar el terror en París.

Muerte del papa Gregorio XIV y de su sucesor Inocencio IX.

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(1) ◊ Derrota de la armada invencible = Défaite de l'Invincible Armada = Defeat of the Invincible Navy ◊

pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796).

La Armada Invencible. La rivalidad entre Isabel I y Felipe II no era sólo por cuestiones religiosas. Por pintoresco que parezca, el devotísimo soberano se había planteado la posibilidad de casarse con aquella soltera empedernida, no por amor, por supuesto, sino "para combatir la herejía en su mismo centro y por el bien de la fe católica".

Pero luego el enfrentamiento se había trasladado al ámbito colonial: Isabel autorizó oficialmente las piraterías de Drake, Hawkins y otros corsarios, que desvalijaron sin miramientos las naves hispanas cargadas de oro en ruta por el Atlántico.

El asesinato de María Estuardo fue la gota que colmó la paciencia de Felipe II: erigido en vengador, fletó la Armada Invencible con el fin de invadir de una vez por todas Inglaterra, llamada la "pérfida Albión". Como es sabido, la gran flota sucumbió a la presión de los barcos ingleses y de los temporales, y hubo de regresar sin haber logrado su cometido. Una vez más Isabel sorteó airosa un peligroso trance, posiblemente el más difícil de su reinado.

En la imagen, La derrota de la Armada española, tal y como la imaginaría muchos años después (1796) el artista británico Philipp Jakob Loutherbourg.

Fuente: biografiasyvidas.com/monografia/isabel

(2) Alejandro Farnesio (italiano: Alessandro Farnese) (Roma, 27 de agosto de 1545 – Arrás, 3 de diciembre de 1592), tercer duque de Parma y Piacenza, hijo de Octavio Farnesio y Margarita de Parma, hija ilegítima de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, sobrino de Felipe II y de Juan de Austria. Desarrolló una importante labor militar y diplomática al servicio de la corona española. Luchó en la batalla de Lepanto contra los turcos y en los Países Bajos contra los rebeldes holandeses, así como en Francia en las guerras de religión del lado católico contra el protestante.

Acompañó a su madre a Bruselas cuando fue nombrada gobernadora de los Países Bajos. Alejandro había crecido en España con el príncipe Carlos, hijo de Felipe II, y su tío Juan de Austria; los tres estudiaron en la Universidad de Alcalá.

Pasaron varios años antes de que pudiera demostrar su talento para las operaciones militares. Durante ese tiempo, los Países Bajos se habían rebelado contra Felipe II, señor de Flandes y rey de España y, tras la muerte de Luis de Requesens, Juan fue enviado como gobernador en 1576. En otoño de 1577 Alejandro Farnesio fue enviado en su ayuda, llegando como comandante del ejército al frente de los tercios, con los que en enero de 1578 derrotó a un ejército protestante en la batalla de Gembloux. En octubre de 1578 Juan murió de tifus. Previamente había solicitado a Felipe II que se nombrara a Alejandro gobernador de los Países Bajos, a lo que el rey accedió.

Fuente: Wikipedia.


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Fuente: Salvador García Bardón: Miguel de Cervantes y su tiempo
Crónica hispano-flamenca cervantina
Cronología razonada y circunstanciada

Diffusion Universitaire Ciaco, Louvain la Neuve, 1988, reedición 2016 en preparación.
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