Fueron numerosos los partidos políticos constitucionalistas que nos ofrecieron acogernos en sus filas, porque nadie comprendía muy bien que se pudiese desperdiciar de esta manera el poco o mucho capital político que habíamos acumulado en estos años. Nuestra respuesta fue siempre negativa, desde el agradecimiento más sincero.
No contábamos con que habría un numeroso grupo de gente que, totalmente disconforme con cómo se habían desarrollado las cosas, nos empujarían con todas sus fuerzas a seguir defendiendo los mismos valores y a intentar hacerlo otra vez desde el Ayuntamiento. Se trataba de una empresa difícil, puesto que sin un partido detrás hay que conseguir un número muy elevado de firmas, y hacer unos trámites bastante engorrosos.
Pero he aquí que entre las llamadas de apoyo, hubo una que fue determinante. Cuando Antonio Robles, viejo compañero de luchas me llamó, no sólo nos expresó su afecto y solidaridad, sino que generosamente, puso a nuestra disposición un partido, dCIDE, (Centro Izquierda De España) que todavía no se había presentado a ninguna elección, pero que contaba con un corpus doctrinal e ideológico con el que inmediatamente nos sentimos identificados, puesto que era el más parecido al del partido con el que nos habíamos presentado a las elecciones anteriores.
Un partido de Centro Izquierda constitucionalista. Que ocupase el espacio que el PSC nunca quiso ocupar, más preocupado por el nacionalismo que por el socialismo, ese espacio que Cs abandonó también en 2017. El espacio desde el que defender que la izquierda no puede ser nacionalista, que la izquierda ha de luchar por una nación de libres e iguales.
Después de varias reuniones con un numeroso grupo de colaboradores pudimos constatar cómo la ilusión de un nuevo proyecto prendía con fuerza en todos nosotros. Volvíamos a picar piedra, volvíamos a formar parte de algo que, aunque nació hace unos dos años, intentaba conquistar un lugar en el espacio público por primera vez.
Y a partir de ahí, la locura. No podríamos explicar el empuje, la alegría, la convicción de que podemos lograrlo, la generosidad de todos nuestros compañeros de viaje. Cada uno de nosotros ha contribuido con su bagaje y el resultado es una campaña con la que ni podíamos soñar.
No sé lo que pasará el día 26. No sé si los ciudadanos de Reus nos ofrecerán su confianza y volveremos a ser su voz en el Ayuntamiento. Sólo sé que, pase lo que pase, sólo por haber compartido la aventura con tanta gente magnífica, habrá merecido la pena.
Pepa Labrador.