DOMINGO 25º TO B (20.09.2015) En la Iglesia “nos da miedo preguntar” a Jesús

Introducción: "No entendían y les daba miedo preguntarle" (Mc 9,30-37)
El texto alude a dos episodios, sucedidos en distintos lugares. Uno sucede en el camino hacia Jerusalén: “atravesando Galilea sin detenerse, no queriendo que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos”. El otro ocurre “en casa”, donde Jesús pregunta por las discusiones que tienen “por el camino”. Instrucción de Jesús y revisión de las discusiones del camino son, pues, los temas de hoy.

1.- Instrucción de Jesús sobre el destino del Hijo del Hombre
Es el segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección (ver 8,31). Siguen “sin entender y les da miedo preguntarle”, tras la reprimenda a Pedro, que leímos el domingo pasado: “¡tú piensas como los hombres, no como Dios!”.
¿Entenderían hoy las Curias vaticanas y diocesanas una toma de posesión tal como la sueña Juan Masiá Clavel en su blog del 04.04.09 (Periodista Digital)?:
“Sin mitra y en borriquillo”
“La catedral llena, sin asiento libre. En los primeros bancos, gente de alcurnia trajeada con glamour. La plaza mayor, florida. Muchos metros de alfombra roja desde Palacio por la calle del Ayuntamiento. Del coro al presbiterio, doble hilera de más de cincuenta obispos: duras y enhiestas testas, coronadas por mitras (ambigüedad evocadora de “sambenitos” inquisitoriales, ridícula y grotesca añoranza de potestades de otros tiempos). Retraso de diez minutos, el cortejo no llega, se impacienta la banda de música, atenta para arrancarse por claros clarines... De pronto, un rumor creciente por el callejón de la Magdalena. La chiquillería de un grupo pop tararea Hosannas en torno al nuevo obispo que, ataviado con vaqueros y camisa de faena, entra a la catedral por el portalón de sacristía montado en un borriquillo. Se desconciertan, con mirada escandalizada, los políticos (azules o granates, naranjas o verdes, lazos blancos y lazos carmines, todos con semejante glamour y sonrisas de dentífrico para rendir pleitesía a Su Excelencia, por si las moscas). La homilía, a cargo de la diaconisa Felipa: Me encarga el nuevo obispo que os lea de la Biblia, Zacarías capítulo nueve: “Alégrese hoy la ciudad porque llega el obispo sobre una cría borrica”. Que dice que no toma posesión, que tomen ustedes posesión de él, en nombre de Jesús el “rompe-esquemas de Nazaret”, “pa” lo que ustedes manden (sin excelencias ni menudencias que pongan en evidencia). No quiere el coche de marca que le ofrecía la caciquería, ni acompañamientos militares a caballo, invita a pacificarse y pacificar, a compartir sin corrupción y a seguir impulsando lo de Jesús, que es lo principal, aunque últimamente lo tengamos “una miajica olvidao”.

“Lo de Jesús” es, sin duda, su amor a todos, como el del Padre “que hace salir el sol y bajar la lluvia sobre justos e injustos”: comparte, tiene hambre de justicia, ayuda, trabaja por la paz, soporta el sufrimiento por ser fiel al amor-voluntad del Padre. Ese amor romperá las bases de la sociedad injusta, basada en el afán de dinero, prestigio y poder. Por eso quienes viven del dinero, del prestigio y del poder se sienten provocados hasta el punto de combatir hasta la muerte a quienes pretenden socavar las columnas de su sistema.

2. “En casa” Jesús les pregunta sobre la conversación del camino
Irían en grupos, y Jesús habría compartido parte del camino con otros discípulos, hombres y mujeres de la comunidad. Reúne a los Doce, quienes van a ser las columnas del nuevo Pueblo. Reconocen su discusión centrada en “quién era el más importante”. Hoy no tenemos ya ese problema. Id a una comunidad cristiana y preguntad a la gente “quién es el más importante”. Si está reunida no necesitáis preguntar: la vestimenta, el lugar de honor, la reverencia, el título, la palabra única... lo dirá claramente. Jesús no inventó el alzacuello, la mitra, el anillo, el reverendo, el don... Si no está reunida, llega enseguida la respuesta: “el más importante” es el que manda, el cura, el obispo, el Papa... Servir y ser el último, ir detrás de los débiles, acoger a “un niño” (“a un criadito”, traducen algunas biblias), “ponerlo en el centro, abrazarlo...”. Hacer esto es “acoger a Jesús y al que le ha enviado”, al Padre. ¿Cómo podríamos cambiar la mentalidad de nuestras comunidades para que aceptaran esta verdad evangélica? Hay comunidades que lo están haciendo: deciden entre todos según el Evangelio, la presidencia es una responsabilidad más, no tienen títulos ni atuendos pintorescos para primar a los diversos responsables. Sólo la vida entregada en amor “hace memoria” de la vida de Jesús.

Oración:no entendían y les daba miedo preguntarle (Mc 9,30-37)

Jesús, cuyo señorío de amor brilla en el evangelio de hoy:
el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán;
y después de muerto, a los tres días resucitará
”.

Vas instruyendo a los discípulos que les cuesta entender tu alternativa de vida.
Les habías explicado el reino de Dios, el modo de vida que Dios quiere:
- renuncia al acaparamiento egoísta de bienes, a la ambición de ser ricos...;
- es amor que llora y acompaña a los desposeídos...;
- es hambre y sed de justicia que busca la realización de todos...;
- es corazón que se entrega incluso a quien no se lo merece...;
- es sinceridad que ve en todos la huella del Creador...;
- es trabajo por la paz que identifica a los hijos, espejos, de Dios...;
- es aceptar el sufrimiento y la persecución que conlleva vivir el Amor.

Los dirigentes y las instituciones judías se opusieron rotundamente:
- tus palabras denuncian abiertamente su hipocresía, su doble moral;
- no enseñan lo que Dios quiere, sino lo que ellos han inventado;
- el templo, signo del abrazo amoroso de Dios, lo llamas cueva de bandidos...;
- esos bandidos son los sacerdotes, representantes de la ideología oficial,
administradores egoístas de la religión y del templo...;
- su vida “consagrada” está vacía del Dios verdadero, el Amor:
sacrificios egoístas, rezos rutinarios, lavados rituales, ayunos y abstinencia de alimentos,
desprecio a la gente no religiosa (no observante)...;

Lo que Dios valora, les dices, es ser bueno con los demás:
- lo único que mancha al hombre es el mal corazón, que hace daño;
- tu vida fue sacerdotal porque comunicas el amor de Dios:
socorriendo al indigente, haciéndote solidario, viviendo como hermano de todos,
revistiendo de dignidad divina a todo ser humano, hijo de Dios y hermano tuyo;
- la santidad verdadera es amar como Dios ama, dejarse guiar de su Espíritu;
- la verdadera oración es conectar con los sentimientos del Padre:
para ello no se necesitan templos ni directores, basta el Espíritu de hijos;
- la fraternidad hará contemporánea siempre tu presencia resucitada.

No te fue fácil transmitir a los discípulos el amor de Dios, su Reino:
- tras bastante tiempo, les preguntas sobre tu identidad: ¿quién decís que soy yo?
- por boca de Pedro te confiesan “el Mesías, consagrado de Dios, Hijo de Dios”.
- quieren compaginar el Mesías de Dios con el Mesías nacionalista y triunfante,
que impondrá a todos su reinado de poder, riqueza, honores...
- no les bastó la reprimenda tan dura a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás!
¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
”.
- hoy les recalcas tu entrega por el Reino hasta la muerte;
- siguen “sin entender y les da miedo preguntarte”.
- “en casa” les preguntas sobre la conversación del camino:
reconocen “haber discutido sobre quién era el más importante”.

Llamas a los Doce, las columnas soportes del nuevo Pueblo:
quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Jesús del Reino del Amor:
- restaura en todos el amor del Padre;
- aviva el espíritu de desprendimiento en favor de la fraternidad;
- danos la sinceridad de reconocernos todos hijos iguales de Dios;
- fortalece nuestro corazón para buscar pan y vida para todos;
- quítanos el miedo al sufrimiento y la muerte al realizar tu Reino.

Rufo González
Volver arriba