La Iglesia en su conjunto se durmió en momentos cruciales, no respetando el dinamismo de la historia Domingo 1º Adviento B (29.11.2020): Jesús viene también en la pandemia

Vigilancia sin miedo, ni ociosidad, ni huida utópica, ni inmovilismo, centrada en la construcción de la fraternidad

Comentario: “Estad atentos, vigilad”  (Mc 13,33-37)

El ciclo litúrgico B prioriza el evangelio de Marcos, prototipo del género literario “evangelio”. Presenta a Jesús como “vivo”. Usa el presente histórico más que el aoristo (indefinido) griego. “Da la sensación de que se oye hablar a Jesús” (León-Dufour, “Introducción crítica al Nuevo Testamento” I; Dir.: A y P. Grelot. Herder. Barcelona 1989. Pág. 265). Invita al evangelizador actual a decir lo que Jesús diría y haría hoy. Eso debería ser la homilía: “retomar ese diálogo que ya está entablado entre el Señor y su pueblo. El predicador debe reconocer el corazón de su comunidad para buscar dónde está vivo y ardiente el deseo de Dios y dónde ese diálogo, que era amoroso, fue sofocado o no pudo dar fruto” (EG 137). “Cristo, a quien se le ha dado todo poder en el cielo y  la tierra (He 2,36; Mt 28,18), por virtud de su Espíritu, obra ya en los corazones de los hombres: suscitando el deseo del siglo futuro, animando, purificando y robusteciendo deseos generosos de humanizar la vida y someter toda la tierra a este fin de humanización” (GS 38). 

Leemos los versículos finales del discurso escatológico (cap. 13). Profecía sobre la ruina del templo, el fin del mundo y la venida del Hijo del hombre. La introducción sitúa el lugar y el motivo de la enseñanza. Ante la grandiosidad y belleza del templo, Jesús anuncia su ruina. El anuncio provoca preguntas sobre el cuándo y las señales precursoras. Jesús habla primero de las señales de su venida gloriosa: que nadie os engañe, habrá persecuciones, pero el Espíritu Santo estará con vosotros. El cuándo preciso sólo lo sabe “el Padre”.

La lectura se abre con dos imperativos: “estad atentos, vigilad” (“blépete”: observad, sentid, percataos; y “agrypneîte”: ahuyentad o combatid el sueño, despertad, estad alerta...). “Pues no sabéis cuándo es el momento” (“kairós”: tiempo como ocasión, oportunidad, coyuntura...). Añade una parábola: “Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara” (v. 34). El texto litúrgico suprime un sustantivo importante del original griego. Tras el “dejó su casa”, dice: “dio a sus criados la autoridad , a cada uno su tarea”. “Autoridad” traduce la palabra griega “exousía” (autoridad, potestad, derecho, libertad de escoger, capacidad, habilidad, gobierno). Puede aplicarse a la Iglesia. Jesús nos deja “casa”, “autoridad” y “tarea” a todos y a cada uno. “Casa”  es la comunidad, “autoridad” es el Espíritu que ilumina, guía y alegra, “tarea” es el trabajo que construye el reino de Dios, “portero”: cuida entrada y salida de la casa, servidor responsable de la comunidad.

La exhortación final insiste en la vigilancia,con otro verbo: “Velad” (“gregoreite”: estad despiertos o en alerta, vigilad). El mismo verbo que señala al “portero”: que “vele”. El Señor vendrá, pero no sabemos el cuándo exacto. Vigilancia sin miedo, ni ociosidad, ni huida utópica, ni inmovilismo. Subraya el peligro: “no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡velad!” (vv. 36-37). En el Nuevo Testamento vigilar implica: a) “pedir poder escapar del mal y mantenerse en pie ante el Hijo del Hombre” (Lc 21,36); b) “vivir sobriamente, en fe, en amor y en esperanza de salvación.., sin cansarse de hacer el bien” (1Tes 5,8; 2Tes 3,13); c) “ponerse las armas de Dios: verdad, justicia, paz, fe...” (Ef 6,10-20); d) “reconoced el momento en que vivís... Revestíos del Señor Jesucristo...” (Rm 13, 11-14).

La Iglesia en su conjuntosedurmió en momentos cruciales, no respetando el dinamismo de la historia. “El sueño” comprometió muchas veces su tarea. No supo acompañar la evolución religiosa, social, política... Atada a culturas, costumbres, leyes trasnochadas, símbolos obsoletos..., le cuesta “despertar” del sueño del absolutismo... “Ha crecido la conciencia de la eximia dignidad que compete a la persona humana, que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables” (GS 26).

Las sugerencias del Papa Francisco van en este sentido: “En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias, no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida” (EG, 43). 

Oración: ““Estad atentos, vigilad”  (Mc 13,33-37)

Jesús resucitado, atento a nuestra vida:

el Adviento nos prepara para celebrar Navidad:

tu venida en carne mortal a nuestra tierra;

el cumplimiento del “¡ojalá rasgases el cielo y descendieses...¡” (Is 63, 19c);

esta venida nos recuerda “tu manifestación gloriosa” (1Cor 1,7b):

sobre las nubes con gran poder y gloria” (Mc 13, 26).

Entre estas dos venidas transcurre nuestra vida:

sabemos que viniste y cantamos cada año esta Buena Noticia;

sabemos que “seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es” (1Jn 3,2);

sabemos que ahora “no nos dejas huérfanos...”: tu Espíritu nos acompaña,

enseña, recuerda lo que tienes dicho (Jn 14, 18-26).

Atentos a la vida queremos celebrar tu nacimiento:

revivir tu entrada en nuestro mundo, en nuestra vida;

recibirte agradecido con brazos y corazón abiertos;

renovar nuestro compromiso con tu modo de vida.

Te escuchamos en medio de esta pandemia inesperada:

“Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!”;

quien no “vela” no reconoce el momento, la oportunidad:

empieza a pegar a los criados y a las criadas;

a comer y bebery emborracharse (Lc 12,45);

“almacena bienes para muchos años;

descansa, come, bebe, banquetea alegremente(Lc 12,19);

se dedica a “obrarla iniquidad” (Lc 13,27);

a embotar el corazón con juergas, borracheras...(Lc 21,34);

a esconder el talento bajo tierra” (Mt 25,25);

a no dar de comer al hambriento...” (Mt 25,42ss).

Velar” es “reconocer el momento en que vivimos” (Rm 13, 11-14):

“pidiendo que podáis escapar delo que está por suceder

y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”(Lc 21,36);

“siendo fiel en lo poco”(Mt 25,21);

“acogiendo al forastero, al desnudo, al enfermo...” (Mt 25,35ss)

“resistiendo firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal

está pasando por los mismos sufrimientos(1Pe 5,9);

acompañando solidariamente a los violentados

por catástrofes naturales,

por violencia asesina,

por injusta distribución de la riqueza,

por marginación social o ideológica,

por tiranía política o religiosa...

Ayúdanos, Jesús, a entender tu vigilancia:

que evita la impaciencia y el estancamiento,

que excluye el miedo y la fuga hacia la utopía,

que nos centra en la construcción de la fraternidad.

Queremos compartir contigo, Jesús hermano:

la confianza en el amor del Padre del cielo;

el espíritu de fortaleza, de amor y de templanza” (2Tim 1,7).

el autodominio que nos hace dueños de nuestros instintos;

la sensatez que controla el hedonismo y el consumo;

la fortaleza de disentir y expresar lo que pensamos y sentimos;

el compromiso por la justicia, la verdad y la paz;

la oración asidua que intuye y salva cada momento;  

la esperanza “que nos mantendrá firmes hasta el final” (1Cor 1, 8);

la libertad responsable y la tarea “dadas a cada uno” (Mc 13,33);

Preces de los Fieles (D. 1º Adviento B 29.11.2020): Jesús viene también en la pandemia

La Navidad, como la pandemia, abre un tiempo nuevo, pero de “buenas noticias”. El Misterio creador se ha hecho uno de nosotros. Su Espíritu suscita amor, purifica, robustece deseos de humanizar la vida (GS 38). Dejémonos empapar de su Espíritu diciendo: ¡Ven, Señor Jesús!

Por nuestra Iglesia:

- que despierte de la modorra rutinaria de siglos, y abrace la vida real;

- que “mire” a las personas de carne y hueso” como Jesús de Nazaret.

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por las intenciones del Papa (noviembre 2020):

- que “la inteligencia artificial” mejore nuestra sociedad;

- que “el progreso de la robótica esté siempre al servicio del ser humano”.

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por nuestro mundo:

- que crezca en conciencia de igualdad;

- que el diálogo lleve al entendimiento y la solidaridad.

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por las familias:

- que sean ayudadas a tener vivienda digna;

- que erradiquen la violencia y la desigualdad de género…

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por las comunidades cristianas:

- que acepten la homosexualidad como realidad humana, original;

- que acepten todo amor verdadero como sacramento de Dios.

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por los más débiles:

- que sean centro de nuestra atención y cuidado;

- que participen en nuestras comunidades.

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

Por esta celebración:

- que nos ayude a vigilar, no contagiar, cuidar a los contagiados;

- que nos dé fuerzas para superar experiencias negativas...

Roguemos al Señor: ¡Ven, Señor Jesús!.

No queremos, Señor, que nuestra comunidad sea pesimista, refugio de cansados y miedosos. Abre nuestro corazón a la esperanza. Tu venida nos trae tu “Espíritu de fortaleza, de amor y de templanza”. Queremos recibirlo hoy y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 29 noviembre 2020

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