“Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta”. Domingo 28º TO C 2ª Lect. (13.10.2019)

Recuerda a Jesús muerto y resucitado

Comentario: “Él permanecerá fiel..., no puede negarse a sí mismo” (2Tim 2, 8-13)

Este capítulo se abre con esta exhortación: “tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús” (2,1). Esta “gracia”, en la mente de Pablo, es el Espíritu, que Dios da al creer en Jesús: “habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la feel acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos;y nos gloriamosen la esperanza de la gloria de Dios... La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 1-2. 5). Hay que evangelizar (“lo que has oído de mí”) a personas fieles, que enseñen a otros, y participen en los padecimientos, como el fiel soldado, el atleta adiestrado, el agricultor que se fatiga (2Tim 2,2-6).

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos es el motivo principal para soportar los padecimientos del Evangelio: “por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús” (vv. 8-10). El “recuerdo de Jesús resucitado” es núcleo del Evangelio. Jesús vive resucitado, tras haber pasado por la muerte. Su Palabra, “no está encadenada”, y sigue logrando adhesiones. Nuestro vivir como Jesús, con riegos y sufrimientos similares, alcanzará su misma gloria. 

Los versículos finales son un pequeño credo: Es palabra digna de crédito(“pistós ho lógos”: fidedigna la palabra):Pues si morimos con él, también viviremos con él;si perseveramos, también reinaremos con él;si lo negamos, también él nos negará.Si somos infieles, él permanece fiel,porque no puede negarse a sí mismo” (2Tim 2, 11-13). Este credo, en forma de himno, resuena aún hoy en la liturgia. Está avalado por textos del Nuevo Testamento: “si morimos con él, viviremos con él (Rm 6,4-11); si perseveramos, reinaremos con él (Rm 8,17; 2Cor 1, 7); si lo negamos, también él nos negará (Mt 10.33); si somos infieles, él permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (Rm 8, 38-39; Lc 15). La fidelidad de Dios es un dato primordial, anunciado y vivido por Jesús hasta su muerte: Dios nos ama siempre. Son signos de su fidelidad el sol y la lluvia que bajan sobre justos y pecadores. Jesús perdona a sus verdugos. Su resurrección es la prueba definitiva del Amor (Rm 5, 6-8). El Vaticano II supone este Amor: “Cristo murió por todos y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, divina.. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (GS 22).

Oración: “Él permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (2Tim 2, 8-13)

Escuchamos, Jesús, el “testamento” de Pablo:

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos,

nacido del linaje de David, según mi evangelio”.

Hacer memoria de ti, Cristo Jesús, es:

contemplar tu vida desde el nacimiento hasta la resurrección;

oírte proclamar el Reino del amor del Padre;

sentir el amor que tú y el Padre tenéis a todos;

ver tu mirada a los enfermos, a los leprosos, a los niños,

a las prostitutas, a los alejados de la sociedad y de la religión...;

observar tus reacciones ante los dirigentes, los sacerdotes...;

recordar tus parábolas tan realistas para explicar el Reino;

repasar tu “trabajo” de médico, educador, consolador del pueblo...;

entender tus denuncias, tu “subida” a Jerusalén,

tu enfrentamiento con el templo, los sacerdotes, la ley...

Pablo no te conoció antes de tu muerte:

fue testigo de tus sufrimientos en quienes seguían “tu camino”:

soy Jesús, a quien tú persigues” (He 9,5), le dijiste al corazón;

te sospechó en la persona de Esteban, ejecutado en su presencia;

entró en las casas, arrastró hombres y mujeres, los encarceló (He 8,3);

respiró amenazas de muerte contra los discípulos” (He 9,1ss);

así descubrió el Amor “que todo lo cree, lo espera, lo soporta” (1Cor 13,7);

así encontró la “luz que lo envolvió en tu resplandor” resucitado (He 9,3).

Pablo, poco a poco, comprendió tu camino de amor:

yo le mostraré cuánto tiene que padecer por mi nombre” (He 9, 16);

convertido a tu Amor, aceptó de verdad tu Evangelio:

por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor;

pero la palabra de Dios no está encadenada.

Por eso lo aguanto todo por los elegidos,

para que ellos también alcancen la salvación

y la gloria eterna en Cristo Jesús” (2Tim 2, 9-10).

Hoy, en su “testamento”, resume su fe comprometida:

si morimos con él, también viviremos con él;

si perseveramos, también reinaremos con él;

si lo negamos, también él nos negará.

Si somos infieles, él permanece fiel,

porque no puede negarse a sí mismo” (2Tim 2, 11-13).

Reconocemos nuestra vida como un regalo del Padre:

él nos hizo y somos suyos”,

él nos amó primero;

él nos amó y nos envió a su Hijo, a ti, Jesús.

En esto hemos conocido lo que es el amor:

en que él (tú, Jesús) dio su vida por nosotros.

También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1Jn 4,10-11; 3, 16-18).

Creemos que tú, Jesús y el Padre, con el Espíritu Santo:

“trabajáis y laboráis por mí en todas las cosas criadas sobre la faz de la tierra”:

“mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también trabajo” (Jn 5,17).

Sintiéndonos agraciados por tu presencia resucitada,

hacemos nuestra esta oración de san Ignacio de Loyola:

“Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria,

mi entendimiento y toda mi voluntad,

todo mi haber y mi poseer;

vos me lo distes, a vos, Señor, lo torno;

todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad;

dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta”.

(“Contemplación para alcanzar Amor”: EE, 230-237. O. Completas. BAC. Madrid 1982, 4ª ed., pp. 257-258).

Preces de los Fieles (D 28º TO C 13.10.2019)

Pablo invita hoy a “recordar a Jesucristo resucitado”. Es decir, nos ruega mirar a Jesús, el hijo de María y José, su vida histórica, su trabajo, sus alegrías y penas, su esperanza, su relación con el Padre Dios... Pidamos seguir a Jesús diciendo: Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por todos los hombres y mujeres del mundo:

- que conozcan la luz y la fuerza de la vida de Jesús de Nazaret;

- que se dejen llevar de esa luz y fuerza.

Roguemos al Señor:Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por los creyentes en Jesucristo:

- que nos sintamos “en paz con Dios”, Padre y Madre;

- que creamos enel amor de Dios derramado en nuestros corazones”.

Roguemos al Señor:Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por los más débiles de la sociedad:

- que no se encierren en su miseria, sino que nos “molesten”, nos inquieten;

- que descubran que Jesús está con ellos: llora, pide, inquieta, molesta...

Roguemos al Señor:Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por los estudiantes y sus profesores:

- que conozcan la vida histórica de Jesús de Nazaret;

- que, como Jesús, descubran el Amor, como sentido profundo de la vida;

Roguemos al Señor:Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por las intenciones del Papa (Octubre2019):

- “el soplo del Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera en la Iglesia”;

- que todos nos sintamos misioneros del amor evangélico..

Roguemos al Señor: Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Por nosotros, reunidos para “recordar a Jesucristo, resucitado”:

- que sus palabras de vida nos penetren profundamente;

- que su mesa compartida sea nuestra actitud constante;

Roguemos al Señor:Jesús, danos la gracia de tu Corazón”.

Señor Jesús: queremos “vivir y morir contigo”; “perseverar en tu seguimiento y esperar tu gloria”; te afirmamos siempre presente en nuestra vida y en todas las personas; creemos en tu amor del que nada ni nadie podrá separarnos. Aumenta nuestra fe, tú que vives por los siglos de los siglos.

Amen.

Jaén, octubre 2019

Volver arriba