EPIFANÍA DEL SEÑOR (06.01.2019): vuelta al amor y libertad del Evangelio

Comentario:también los gentiles son coherederos” (Ef 3,2-3a.5-6)

Mensaje de la epifanía cristiana
Buen texto para celebrar la “Epifanía del Señor”. Esta carta circular a las comunidades del Asia Menor recuerda la unidad del género humano en el amor y la libertad. A este plan se adhirió Jesús de Nazaret. Él se siente ungido por el Espíritu del Padre para unir a todos –judíos y no judíos- en su mismo amor. Lo recuerda este texto: “que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio” (3,6). El bautismo hace miembros del Cuerpo de Cristo participando de su Espíritu (Rm 8,1-17). El fruto primero del Espíritu es el amor gratuito, que nos identifica al dejarnos “llevar por el Espíritu de Dios”. Creer y amar como hijos de Dios es el fondo del Evangelio. Por encima de creencias, normas, ritos..., que nos separan y enfrentan, está lo que nos une: la voluntad divina de reunirnos a como hermanos en el Espíritu de su Hijo. Urge que la Iglesia vuelva al Espíritu de Jesús, al Espíritu del Reino, al Espíritu que nos habita y “trabaja” desde dentro para realizarnos y ser felices. A Dios lo hemos conocido en la humanidad de Jesús. “Los profetas de Dios vivieron de acuerdo con Jesucristo y por ello sufrieron la persecución. La gracia de Jesucristo les inspiraba para persuadir a los incrédulos que no existe más que un Dios y que éste se ha manifestado por Jesucristo, su Hijo, que es su Palabra que procedió del silencio y que complació en todo al que le había enviado” (Carta a los Magnesios 8,2. San Ignacio de Antioquía. Ver en Daniel Ruiz Bueno: “Padres Apostólicos”. 5ª ed. BAC Madrid 1985, p. 463. Liturgia de las Horas III, Oficio de Lectura, 2ª lect. lunes XVI semana del TO).

A Dios sólo lo encontramos en lo humano
“El que me ve a mí, está viendo al Padre” (Jn 14, 9). “Lo que hicisteis con uno de estos, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). Luego a Dios sólo lo encontramos en lo humano. Hoy estamos más de acuerdo con este texto. Los cristianos decimos que el Amor universal “no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas” (3,5). Hoy vemos con más claridad que los muros sociales, políticos, económicos, religiosos y culturales, que crean hambre, esclavitud, guerras, enemistad... son antihumanos. No pueden proceder del Padre común. Los verdaderos apóstoles del amor de Dios, los profetas divinos, lo vienen denunciando constantemente. Hoy esa denuncia se ha hecho más universal. Nadie puede presentarse imponiendo verdades oscuras, intentando dominar las conciencias, apoyando dictaduras, anulando la capacidad de diálogo y decisión en asuntos comunes, impidiendo cambiar normas añejas de vida en desacuerdo con la conciencia y humanidad. ¿Cómo podemos expresar hoy que Dios quiere salvar a todos los pueblos? ¿Volviendo a las tradiciones inventadas o volviendo al amor y libertad del Evangelio? Hay que agradecer a los profetas que hablen claro. Los profetas hoy nos llaman a respetar los derechos humanos, acoger a los perseguidos, curar a los enfermos, alimentar hambrientos...

Oración:también los gentiles son coherederos” (Ef 3,2-3a.5-6)

Jesús del amor gratuito a todo ser humano:
hoy celebramos tu “manifestación” (epifanía) también a los no judíos;
la parábola de los Magos representa a todos los que buscan la verdad de la vida;
la “estrella” simboliza la “luz verdadera que ilumina a todo ser humano...” (Jn 1,9);
es la conciencia personal, “núcleo secretísimo y sagrario humano,
en el que se está a solas con Dios, cuya voz resuena en la intimidad” (GS 16);
es el impulso a buscar la realización de nuestra vida;
es la fuerza que nos mueve hacia el respeto y amor a todos;
es la libertad que nos hace señores, conductores de nuestra existencia;
es la confianza básica en la vida, en las personas, en nuestros padres...;
es la sospecha esperanzada en que somos amados por el Misterio de la vida...

En tu vida, Jesús, encontramos estas intuiciones:
el Misterio original es un Amor sin límites;
lo llamabas Padre tuyo y nuestro;
el Misterio es santo porque ama a todos: judíos y paganos, justos y pecadores;
le duelen los sufrimientos de todos;
se compromete y trabaja para suprimir o mitigar cualquier dolor;
desea hacer de la vida un banquete abundante de pan y alegría...

Este Misterio quieres que inspire la vida:
“sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”;
esta experiencia del Misterio te movía a amar a todos;
así buscabas a los últimos, a los que menos vida tienen;
acogías a leprosos, pobres, encarcelados, desgraciados...;
te enfrentabas a todo lo que hace daño a la vida:
ricos acaparadores, dictadores, costumbres y leyes deshumanizadoras;
ritos, ceremonias y ofrendas que buscan camelar al Misterio;
organización religiosa al servicio y honor de sus dirigentes,
explotadores del sentido religioso con supersticiones y engaños...

Este Misterio te fortaleció hasta dar la vida:
diste la cara ante el sistema religioso opuesto al Amor del Misterio;
sus dirigentes decidieron tu muerte porque peligraba su organización;
tras curar a un enfermo en sábado, deciden deshacerse de ti (Mc 3, 1-6);
optaste por cuidar la vida antes que cumplir la ley;
sábado, ley, institución... son para bien del ser humano;
por eso para ningún ministerio impones celibato;
solteros, casados, varones, mujeres... “somos uno en ti, Cristo Jesús” (Gál 3, 27-28);
amar es “tu yugo llevadero y tu carga ligera” (Mt 11, 29).

Este Misterio de Amor brilla hoy:
“también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo
y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”;
los no judíos también son miembros de tu Cuerpo, Jesús hijo y hermano;
toda la humanidad está invitada a aceptar el proyecto del Amor;
la Bondad y el Amor de Dios han aparecido en ti, Jesús;
Dios es Padre de todos y todos somos hijos de Dios;
dejarse amar y amar al modo de Dios es la mejor Buena Noticia.

Al celebrar tu Manifestación, abierta a todos:
queremos, una vez más, sincerarnos en tu presencia;
desistimos de vivir nuestra fe enmascarados por la apariencia;
deseamos vaciarnos de toda avaricia de poder, dinero, imposición...;
suspiramos por la verdad de las cosas, la mejora de la vida, la vivencia de tu amor;
veneramos “a María y a José y al Niño acostado en el pesebre” (Lc 2, 16);
acogemos a los más débiles con las manos abiertas y gratuitas.

Rufo González
Leganés, enero 2019
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