A MI-SEÑOR DON JOAQUÍN MARÍA LÓPEZ DE ANDÚJAR, OBISPO DE GETAFE (MADRID)

Me envías, querido Pepe, un incisivo alegato contra una actuación concreta del obispo de Getafe. A nivel informativo conviene leer el texto enviado por el interesado a Redes Cristianas: http://www.redescristianas.net/los-jefes-de-las-naciones-los-tiranizan-pero-entre-vosotros-que-no-sa-asifrancisco-javier-sanchez-gonzalez-parroco-sagrada-familia-de-fuenlabrada-y-capellan-carcel-de-navalcarnero/
Como comparto la libertad de opinión y expresión en la Iglesia, lo publico en este Blog. Creo en la buena conciencia del obispo. Su proceder, creo, es hijo de la teología del poder eclesial hoy aún vigente. No comparto el proceso tal como lo conozco. Creo que hay que respetar a las comunidades, acompañar su evolución, darles voz y voto, etc. Sigo manteniendo lo que te escribí el año pasado (12-06-2015) con motivo de tu artículo entusiasta sobre las declaraciones del mismo obispo a RD:
“Pienso que mientras la Iglesia no rehaga su teología del poder, no puede haber reforma evangélica en su organización. Hace años que se viene pidiendo que el primado de la jararquía (papa, obispo, párroco, vicarios) abandone el dominio (expresado como “jurisdicción”, monarquía absoluta...). Y pase a ser “primado de servicio”, desinteresado, inspirado en el modo de vida de Jesús, cabeza de la Iglesia, y ejercido en humildad fraterna. Si la autoridad de la Iglesia se vive y se ejerce en Espíritu de Cristo, volvemos al antiguo “primado de servicio” de los primeros siglos. Si seguimos inspirados en el imperialismo romano, envuelto en religiosidad interesada, seguimos viviendo en primados no evangélicos: “de honor” (prohibidos en el evangelio, pero reales en la Iglesia) y “de jurisdicción” (autoridad y poder que niegan u ocultan el servicio verdadero). Los primados de honor no tienen sentido en la Iglesia, nadie los puede conceder con la autoridad de Cristo, y nada pueden ayudar al crecimiento espiritual. Es sólo vana gloria. Desde el evangelio sólo tiene valor “el primado de servicio”: ministerios para afianzar la fe y apacentar a los hermanos para que se mantengan en el Amor cristiano. Es el primado pastoral, ministerial. Primado que no suplanta a la comunidad, sino que favorece su crecimiento, desarrolla sus carismas, respeta sus procesos de organización, de elección y cambio de sus responsables, etc. Así serían posibles comunidades adultas, dignas de la persona y del evangelio de la libertad guiada por el amor de Jesús”. Rufo González


Escribe Pepe Mallo:

“... matas a los profetas y apedreas a los enviados de Dios” (Mt. 23,37)

¿Recuerdas, Joaquín, la entrevista que te hicieron en Religión Digital?
El 21 de diciembre de 2014. En ella efectuabas atrevidas y arriesgadas declaraciones como éstas:
“Hay que abrir las ventanas para que entre el aire fresco, ya que se respira un aire demasiado enrarecido, cerrado, metido en lo nuestro, viendo solo lo que es negativo.”
“La gran insistencia del Papa en una Iglesia en salida y que supone una revisión también de nuestras propias estructuras".
“El estilo... ahí sí que hay que cambiar. Y volvemos a Francisco, que en eso ha sido un pionero: nuevo estilo, nuevo método, nuevo lenguaje. Es lo que está pidiendo el mundo". “En un mundo secularizado: hay que conectar con el hombre concreto, real, con sus inquietudes y deseos.”


¿Haces ya memoria? (¡¡Cómo decepcionan las hemerotecas!!) Pues déjame que te diga que se te puede definir con un repertorio de sinónimos que va desde incongruente e incoherente hasta falso e hipócrita. Tus insólitas declaraciones resultaron sensacionales de cara a la galería; pero, hoy suenan a huero; desafortunadas y desatinadas afirmaciones que no se corresponden con tus hechos y procedimientos como pastor. A las recientes evidencias me remito.

¿Qué pasa en Fuenlabrada?
Has llamado a capítulo inquisitorial a Javier, el párroco de la “Sagrada Familia” de Fuenlabrada, por mostrarse discordante con el resto de los sumisos curas de tu diócesis; por sobreponer las personas y sus necesidades por encima de las exigencias de la norma; por ser cura abierto, cercano, acogedor, “pastor con olor a oveja”, no a incienso y cera. Lo has venido haciendo durante estos últimos años. Una forma de acoso y derribo. Y acabas de darle el ultimátum. Has enarbolado tu báculo tridentino que aporrea, zahiere, ultraja y humilla a cuantos discrepan de tu inquebrantable dogmática doctrina.

Un párroco evangélico no bendecido por la cúpula dirigente
Quienes conocemos a Javier y cómo vive su comunidad parroquial no podemos estar de acuerdo con tu autoritario proceder. La parroquia de la Sagrada Familia ha hecho honor a su titularidad. Desde el principio, cuando empezó siendo una humilde parroquia en un reducido local bajo, en un barrio marginal y marginado en una, entonces, ciudad dormitorio. Actualmente es una parroquia eminentemente comunitaria, llena de vida, parroquia de acogida, donde todos, como en una familia, se sienten responsables y parte de ella. Comunidad donde el cura no tiene la última palabra y donde existe acogida especial a los más necesitados. Comunidad donde los pobres tienen un espacio muy especial y donde la economía está también al servicio de las personas necesitadas. Comunidad creada entre todos porque, efectivamente, la parroquia es de todos, no del cura de turno.

Parroquia conectada con la cárcel tiene mucho peligro
Al mismo tiempo Javier es capellán de la cárcel de Navalcarnero donde trabaja con los presos y sus familias que también están integrados en la comunidad parroquial participando en sus actividades. Allí se reúnen una vez al mes intentando que encuentren un espacio de comprensión y de acogida y donde pueden acudir los muchachos de la cárcel porque es su punto de referencia. Parece que esta misión, entre y a favor de los marginados, le ha ocasionado un forúnculo a mi-señor obispo.
Sinceramente, Joaquín, ¿conoces esta parroquia de tu diócesis? ¿En veinte años, ¿cuántas veces has participado tú de una celebración en esta comunidad? ¿Has rumiado las palabras de Francisco, tu “jefe”, que ha afirmado que “hay que salir a las periferias”?

Has esgrimido tus episcopales razones
Son argumentos de fundamentalista teocrático, arbitrario y abusivo acaparador de las conciencias, que busca el dominio de las mentes para modelar súbditos dúctiles, disciplinados, obedientes y sumisos: - “Tienes que dejar la parroquia, llevas ya muchos años”.
Ingenuo e infantil argumento. Si esa es razón digna, justa, equitativa y necesaria, ¿no habrá que cesarte también a ti, que llevas veinticinco años en la diócesis, quince de ellos como obispo?
- “Hace falta una renovación; es necesario un cambio. Quiero llevar a cabo una reforma doctrinal y litúrgica”.
Acabáramos. Eso es harina de otro costal. Javier se te antoja oveja descarriada, oveja negra; no “hermano en el sacerdocio”, como soléis expresar en vuestra enfática jerga pseudomística, sino “súbdito”, feudatario que prometió vasallaje a su señor. Súbdito contestatario y subversivo. Y le tenías ganas. Por su testimonio social y, sobre todo, por su “independencia”. El argumento de la “desviación litúrgica” suena a subterfugio baladí como para justificar el cerrojazo. La liturgia, “manifestación festiva de la celebración sacramental”, no es un conjunto de ritos rígidos y fríos que se disponen o imponen para consumar una mistérica ceremonia de magia. Durante dos décadas, la labor hecha por los fieles junto a Javier, ha sido referente contra la pobreza y la marginación. ¿Será esta identificación con el entorno social lo que ha levantado el báculo amenazante de mi-señor? ¿Habrá sido el unir la eucaristía con el repartir el pan: “Dadles vosotros de comer”?

¿Qué persigues, Joaquín (a quién, ya lo sabemos)?
Sólo encuentro una respuesta: condenar. “Cortar las alas”, que en nuestro lenguaje figurado significa “poner límites, coartar la libre iniciativa, impedir realizaciones...”. En lenguaje eclesial se podría traducir, en palabras de san Pablo, por “apagar el Espíritu” (1Tes 5,19). Intolerancia y sometimiento han frenado siempre la evolución. Joaquín, se te ha visto el solideo. Alguien dijo acertadamente: “la mitra es el apagavelas del cerebro de los obispos”.

¿Cuáles habrán sido las verdaderas y auténticas razones de tu ultimátum a Javier?
Déjame adivinarlas. Te queda un año para que, según cánones, puedas disfrutar de tu merecida y jubilosa jubilación. Quieres dejarlo todo atado y bien atado. A lo largo de tu episcopado has ido colocando en las parroquias, en pro no de la fe sino de la ortodoxia inquisitorial, a curas clonados en tu seminario de Getafe. Buscas no la unidad sino la uniformidad, en indumentaria y mentalidad. La “Sagrada Familia” es tu último bastión subversivo. Y hay que abatirlo. Parece que tienes mayor preocupación por que se cumplan al pie de la letra las normas de la liturgia, cayendo en ritualismo, o las leyes del derecho canónico, que encorsetan al Espíritu, que por vivir la fraternidad parroquial, una comunidad de iguales en torno a Cristo, el único Señor. El papa Francisco, tu “jefe”, en la Evangelii Gaudium pone las cosas en su sitio: “Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad” (EG 131). “Cercanía, bondad, solidaridad, misericordia”. Palabras clave y compendio del Evangelio. Opuestas y enfrentadas a alejamiento, indiferencia, rechazo, intolerancia, actitudes que, en no pocas ocasiones, has venido demostrando tú con censuras y represiones. La Iglesia necesita pastores, no cancerberos de un sistema obsoleto y coyuntural.
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