El Papa Francisco, atado a la tradición de sus antecesores, no se ha atrevido a romper el viejo paradigma latino, clerical y patriarcal En torno a “Querida Amazonía” (III): El “sueño eclesial” es un “no sueño”

La Iglesia siempre ha tenido y tendrá soñadores

Las “conversiones” del Documento del Sínodo se han hecho “sueños” en “Querida Amazonía”. Son conceptos cercanos. La conversión, en su etapa inicial, es un sueño. Lo sueña quien invita a convertirse y quien, convertido, inicia la vida convertida. Con un sueño empezó Jesús su misión: “convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). Los discípulos, soñando, “dejaron las redes y lo siguieron” (Mc 1,18). La conversión “integral” abarca todas las dimensiones humanas. Incluye conversión social, cultural, ecológica, eclesial (pastoral y sinodal). El Papa Francisco llama “sueños” a sus cuatro oráculos o profecías “que la Amazonia me inspiran” (n. 6). 

Los sueños dan sentido a la vida. Aún perdura en el imaginario colectivo el sueño de M. Luther King: “Yo tengo un sueño (`I have a dream´): que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por su personalidad”. Dio sentido a su vida y a su muerte.

También en la Iglesia recordamos algunos sueños de figuras importantes recientes:

Helder Cámara, el obispo brasileño que lideró el Pacto de las Catacumbas, repetía con frecuencia su sueño de “una Iglesia pobre y para los pobres”, y pedía que fuera un sueño de toda los cristianos, porque “cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas con otros, es el comienzo de la realidad”.

El cardenal de Londres, Basil Hume, en el 5º Sínodo sobre “La Familia cristiana” (septiembre-octubre 1980) sorprendió a los obispos con sueños en el aula sinodal sobre una iglesia más fraternal, menos fortín defensivo.

El cardenal de Milán,C. María Martini en el Sínodo para Europa en el otoño del 1999: “un tercer sueño... una experiencia de confrontación universal entre los obispos, que sirva para escoger alguno de los temas disciplinares y doctrinales que, quizá, han resultado poco evocados en estos días, pero que reaparecen periódicamente como puntos calientes en el camino de las iglesias europeas y no sólo europeas. Pienso en general, en las profundizaciones y en los desarrollos de la eclesiología de la comunión del Vaticano II”. Y señala: la carencia de ministros ordenados, la mujer en la sociedad y en la Iglesia, el papel de los laicos, la sexualidad, la disciplina del matrimonio, la praxis penitencial, las relaciones con las Iglesias hermanas, la necesidad de reavivar la esperanza ecuménica, la relación entre democracia y valores, entre leyes civiles y leyes morales...

“El sueño es un lugar privilegiado para buscar la verdad, porque ahí no nos defendemos de la verdad”. Esta rotunda afirmación del Papa no está en la exhortación “Querida Amazonía”. Pertenece a una homilía en Santa Marta (18/12 /2018):

“Podríamos resumir el Evangelio de hoy (Mt 1,18-24) diciendo que José es el hombre que sabe acompañar en silencio y el hombre de los sueños... San José era un hombre concreto, pero con el corazón abierto, el hombre de los sueños, no un soñador. El sueño es un lugar privilegiado para buscar la verdad, porque ahí no nos defendemos de la verdad... Dios también habla en sueños. No siempre, porque habitualmente es nuestro inconsciente el que actúa, pero Dios a veces elige hablar en sueños. Lo hizo muchas veces, como se ve en la Biblia. José era el hombre de los sueños, pero no era un soñador. No era un fantasioso. Un soñador es otra cosa: es el que está en las nubes, y no tiene los pies en la tierra. José tenía los pies en la tierra. Pero estaba abierto. Pidamos hoy no perder la capacidad de soñar, la capacidad de abrirse al mañana con confianza, a pesar de las dificultades que pueden surgir. No perder la capacidad de soñar el futuro: cada uno de nosotros. Cada uno: soñar en nuestra familia, en nuestros hijos, en nuestros padres. Ver cómo me gustaría que fuese su vida. Los sacerdotes también: soñar en nuestros fieles, qué queremos para ellos. Soñar como sueñan los jóvenes, que son `descarados´ al soñar, y ahí hallan su camino. No perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro. Ser fecundos en el futuro” (Portal de Internet: Almudi.org , de Valencia).

En los sueños no hay censura. Por eso, dice el Papa, “es un lugar privilegiado para buscar la verdad, porque ahí no nos defendemos de la verdad”. Aunque quien actúa sea el inconsciente, muchos personajes bíblicos vieron en los sueños inspiración del Misterio divino. En los sueños aparecen temores, deseos, imaginaciones... dignos de analizarse para conocernos mejor, y valorar nuestra conducta. Como san José, hay que “tener los pies en la tierra. Pero estar abierto” a la realidad de la vida y a los ideales de  nuestra razón ética y estética.   

“Pidamos hoy no perder la capacidad de soñar”, les decía el Papa a los pocos que participaban en la eucaristía esa mañana de diciembre: “la capacidad de abrirse al mañana con confianza, a pesar de las dificultades... Capacidad de soñar el futuro: cada uno en nuestra familia, en nuestros hijos, en nuestros padres....; los sacerdotes: soñar en nuestros fieles, qué queremos para ellos... Soñar como sueñan los jóvenes, que son `descarados´ al soñar, y ahí hallan su camino. Soñar es abrir las puertas al futuro...”.

Los tres primero sueños de “Querida Amazonía” son claramente “sueños”. El “social” o ético es una clara profecía. Parte de una realidad dura y, como los grandes profetas, la denuncia con crudeza, señala sus causas, y llama a la vida de verdad. Empatiza con los Padres sinodales, con lo mejor de la Amazonía y de toda persona. Defender “los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos...” es buscar la verdad y la vida, abrir el futuro mejor, el Reino de Jesús. Y lo mismo podemos decir de los sueños “cultural” y “ecológico”. Defender la cultura amazónica, la variedad de sus costumbres, el modo de “buen vivir”, la belleza descubierta, su sentido comunitario, su amor a la tierra... son sueños proféticos que revelan proyectos dignos de la humanidad. En estos tres sueños el Papa ha encontrado complicidad universal. Se trata de ideales en los que todos podemos participar. Ahí, en esas tareas, toda la humanidad está implicada. Nada está reservado en exclusiva a la Iglesia.

El “sueño eclesial” se ha quedado en “no sueño”. “Regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” es sueño que depende en gran medida, y, en algunos aspectos, en exclusiva, de la decisión del Papa Francisco. Es lamentable que, atado a la tradición de sus antecesores, no se haya atrevido a romper el viejo paradigma latino, clerical y patriarcal. El “sueño eclesial” se ha quedado, según acertada expresión, en “sopor clerical, teología dormida en el pasado, sin sueños de futuro” (José Arregui, Blog en RD 01.03.2020). No se quiere que los amazónicos sean presididos por sus “viri probati” casados y ordenados. Han colocado la ley del celibato por encima del precepto evangélico de “tomad y comed..., tomad y bebed”. El Papa es consciente de que el celibato es ley humana, pero no quiere pasar a la historia como quien la quitó. Debía ser al revés: querer pasar a la historia por haber devuelto la ley al Evangelio. Duele esta actitud de este Papa que quiere devolver la Iglesia al Evangelio. En este asunto está obrando contra el Evangelio. Puede aplicarse aquello de que “anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición” (Mc 7,9). Por esto, hay quien ve en este punto “otra mano, y otro espíritu, diferente de aquel al que nos tiene acostumbrados el Papa Francisco” (L. Boff; Erwin Kräutler, obispo de la Amazonía).

Leganés, 12 marzo 2020

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