A pesar de sus buenos propósitos, Francisco rompe sueños, malogra expectativas y frustra esperanzas TEOLOGÍA DE LA SUMISIÓN

La  “Teología de la sumisión” constituye una  “grave desviación del Evangelio”

Dos noticias, no muy lejanas y escasamente comentadas, leídas en Religión Digital y ampliadas en otros espacios, motivan mi comentario de hoy.

- (RD/Efe - 19.12.2022) “El papa Francisco rechazó hoy todas las prácticas en las que la "dignidad humana es pisoteada por la discriminación de género" y preguntó: "¿Por qué una mujer tiene que ganar menos que un hombre?", durante la audiencia al sindicato mayoritario italiano Confederación General Italiana del Trabajo.

- Entrevista del Papa Francisco a la revista jesuita, AMÉRICA, 22 de noviembre 2022, sobre la razón por la que las mujeres no pueden ser ordenadas. En ella el Papa afirma: “Que la mujer no entre en la vida ministerial no es una privación, no. Es un problema teológico”. Y explica que hay tres principios: el “principio petrino”, que es la ministerialidad. El “principio mariano”, que es el del desposorio de la Iglesia. Y el “principio administrativo”, donde la Iglesia ya está comprometida con los cambios que viene promoviendo”. Y remata así su argumentación: “¿Por qué una mujer no puede entrar en ministerios de ordenación? Porque el principio petrino no lo previó. Sí hay que estar en el principio mariano, que es lo más importante. La mujer es más, se parece más a la Iglesia, que es mujer y que es esposa”.

Cuando leí la primera noticia, me dije, emulando al Papa: ¿Y por qué una mujer tiene que ser menos que un hombre y no alcanzar los ministerios?  ¿No se ve también aquí pisoteada la dignidad humana por la discriminación de género? Al leer la segunda entrevista se me revolucionaron las neuronas. Y especulé: Esto me suena a paradoja, a  incoherencia. Tanto más cuando argumenta que “no es una privación” el que la mujer no entre en la vida ministerial. ¿Qué es, pues, me interpelé? El Papa termina rizando el rizo con un galimatías teológico.

Hace un par de años, a raíz de unas declaraciones de Francisco sobre este tema al regreso de uno de sus viajes, publiqué en este mismo foro una reflexión con el título “Diaconisas: Y los sueños sueños son…” (25 - 05 – 2019). En aquella exposición afirmaba yo que, en ocasiones, a pesar de sus buenos propósitos, Francisco rompe sueños, malogra expectativas y frustra esperanzas. Me ratifico en este diagnóstico leídas sus recientes afirmaciones.

¿Que es un problema teológico? ¡Acabáramos! Y ahora pregunto (“doctores tiene la santa Madre Iglesia que me sabrán responder”): ¿Qué es la teología y de qué va? Según mis conocimientos etimológicos, teología significa “tratado sobre Dios” y, como consecuencia, sobre las creencias religiosas derivadas. Pero resulta que la teología no es una ciencia exacta, sino discursiva, o sea, artificial. San Juan nos tiene dicho que “A Dios nadie lo ha visto jamás. Su Hijo unigénito, nos lo ha dado a conocer.” (Jn.1, 18). Y como a Dios nadie lo conoce, la doctrina teológica induce (más que deduce) una naturaleza. Dios es un misterio, pero la teología lo “desvela”. Se moldea su esencia y se le atribuyen características soberanas. Y como soberano, ha elegido a sus “ministros” que son quienes establecen, ordenan y coordinan la relación de lo humano con lo divino sobre los sumisos fieles (e infieles) seguidores. De esta forma, se suplanta arbitrariamente a Jesús, el Hijo, que es quien nos revela la verdadera identidad del Padre. Es decir, “Teología versus Evangelio”.

Desde los orígenes de la comunidad cristiana han existido divergencias, controversias y conflictos respecto a la esencia y presencia de la Iglesia en el mundo. (Recordemos la trifulca entre Pedro y Pablo, pilares de las incipientes comunidades). En tiempos recientes, no podemos olvidar  el Concilio ni la “Teología de la Liberación”, tachada de “grave desviación de la fe”, cuyos teólogos fueron procesados, sancionados y reprobados. Francisco ha intentado curarse en salud y, justificando su criterio, echa mano de una muy bonita y emotiva reflexión, razonable, basándose en un “prestidigioso” teólogo (= intérprete, ideólogo), como podría haber optado por cualesquiera otros de igual renombre y de diferente discurso. (Menos mal que no acude al aristotélico santo Tomás, “doctorísimo” de la Iglesia, que tachaba a la mujer de “hombre incompleto y un error de la naturaleza, pues nace de un esperma en mal estado.”) Con ello Francisco se retrotrae al pensamiento escolástico medieval. Y me aventuro a decir más. Con esta regresiva actitud está poniendo en tela de juicio la sinodalidad, promovida por él y deseada por todos.

Muchas  de las iniciativas y propuestas populares en estos años de proceso sinodal han reivindicado que la mujer alcance los ministerios y pueda presidir una comunidad y, por tanto, la eucaristía. ¡Habrá que ver la exhortación final por parte del “ministerio petrino”! (Recordemos la “Querida Amazonía”, relativa a la ordenación de casados).

Las ciencias humanas, vituperadas durante siglos por la teología, los estudios sobre los aspectos biológicos, culturales y sociales del ser humano y la declaración universal de los Derechos Humanos han refrendado el reconocimiento de la dignidad de toda persona y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres sin distinción de sexo. Está claro que, al dividir la Iglesia en ministerio petrino (clero, masculino) y el mariano (esposa, femenino) está contraponiendo los dos géneros, y atribuyéndole a la mujer un rol inferior al del hombre. O sea, “Teología de la sumisión”.

La jerarquía eclesiástica tiene la mente solo para Dios (soli Deo). Y no se lo quita de la cabeza, potenciado por el “bicornio mitral” del que alguien ironizó que es el “apagavelas del cerebro de los obispos”. La Iglesia no puede transformarse en un reducto de conservadurismo y de machismo con una concepción estéril y enquistada en el pasado. A la mujer se le reconocen algunos derechos como persona, pero se le niegan los que tiene por derecho de bautizada. Expresión del dominio del clero que se ha apoderado de todas las funciones ministeriales. Difícil de encontrar razones de este enroque de Francisco: ¿Temor a ciertas resistencias retrógradas y presiones hostiles? ¿Miedo, aprensión o tranquilidad de conciencia? Personalmente pienso que el problema no es teológico sino pastoral.

Si la “Teología de la Liberación” fue fustigada y condenada por  “grave desviación de la fe cristiana” (Ratzinger), admitamos que la  “Teología de la sumisión” constituye una  “grave desviación del Evangelio”.

27.01.2023

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