VÍACRUCIS DEL AMOR

SEGÚN EL EVANGELIO DE LUCAS

Oración inicial

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Jesús del camino de la cruz:

Nos disponemos a contemplar momentos cruciales de tu vida; 

en ellos demostraste  la seriedad y la verdad de tu persona.

Tu modo de vida te enfrentó a los dirigentes del pueblo:

su vida, incluso sus prácticas religiosas, no agradaban al Padre,

porque marginaban la misericordia y la fraternidad;

su religión era una adormidera, “opio del pueblo”:

mantenían a la gente sencilla en la ignorancia y el fanatismo,

utilizaban a Dios para el egoísmo y la explotación comercial,

sostenían que la pobreza y la enfermedad eran castigos divinos.

Te declararon blasfemo por sentirte hijo de Dios, lleno de amor y lealtad:

tu vida entregada a los pequeños y débiles, fue rechazada como no divina

por los que vivían del dominio, del ansia de riqueza y de prestigio.

Queremos contemplar tu camino de la cruz:

para sentir el amor del Padre, que no abandona nunca;

para dar vida de amor a nuestros caminos desalmados;

para trabajar por la fraternidad en medio del odio y la venganza;

para construir la paz como fruto del respeto a los derechos humanos;

para dar vida y Espíritu de amor a quien se cruza con nosotros.

Primera estación: Jesús instituye la eucaristía

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (22, 14-20):

Oración:

Tu camino de la cruz por amor, Jesús de todos, brilla en la eucaristía:

tu deseo ardiente de comer con nosotros sigue siendo realidad;

gracias a la resurrección, eres presencia sin límite;

presencia real al reunirnos en tu nombre y al escuchar tu palabra,

al ponernos en las manos del Padre y al compartir pan y vino.

Al acoger tu vida entregada, sentimos la compañía de tu Espíritu:

nos dejamos asimilar por Ti, Jesús resucitado;

nuestra vida se va transformando en una vida como la tuya;

vamos entregando nuestra persona al bien de todos;

vamos haciendo la fraternidad, la Iglesia.

Nuestros dolores y limitaciones de cada día son tu cruz:

cruz de torpes, presumidos, hipócritas, aparentes, inmóviles...

cruz del compartir con quienes carecen de lo necesario;

cruz de la libre y esforzada entrega por el trabajo y la verdad,

la libertad y el amor incondicional, la justicia y la paz.

Cristo Jesús, amor constante, presencia real en nuestras vidas:  

que nuestras eucaristías nos incorporen al camino de la cruz por amor.

Padre nuestro...

Segunda estación: Jesús en el huerto de Getsemaní

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (22, 39-46):

Oración:

Jesús lleno del amor del Padre:

Como uno de nosotros, “en medio de tu angustia, oras con másintensidad”;

no han comprendido tu bondad y preferencia por los más débiles;

los dirigentes te han declarado enemigo del pueblo;

prefieren eliminarte antes que convertirse a tu propuesta amorosa.

Incomprendido, acudes al Padre del amor:

Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz.

Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Tu alimento era hacer la voluntad del Padre:

amar a todos como el Padre ama;

dar alimento, salud, conocimiento, libertad, derechos y deberes...;

crear una sociedad de hermanos que compartan lo que tienen;

renunciar a la acumulación egoísta, a honores y al dominio.

La oración al Padre fue siempre tu aliento para a vivir esta propuesta.

Lo vemos ahora cuando el egoísmo violento se cruza en tu camino.

Necesitamos orar: “Levantaos y orad, para no caer en tentación”: 

para no dar pasos en falso; 

para no volvernos atrás en el camino del amor y la verdad.

Padre nuestro...

Tercera estación: Jesús es apresado

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (22, 47-53).

Oración

Jesús amigo de Judas hasta el final:

tu vida abierta al amor encontró la cerrazón de Judas Iscariote;

se deja seducir por promesas de dinero, poder, honores...;

prefiere servir a la institución antes que a la verdad y a los pobres.

Las personas libres, como Tú, tienen mucho peligro:

quieres igualar en dignidad a todos;

prefieres a los más débiles de la sociedad...;

buscas la libertad y la realización de todos;

escuchas, compartes, animas a vivir en amor incondicional...

Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido”:

así te considera la institución y sus responsables;

creen que hay que expulsarte de la comunidad;

creas desafección a quienes la dirigen y representan;

desacreditas la brillantez del culto y sus agentes;

tu enseñanza no es homologable con la ley y el orden establecido.

Corrigiendo la violencia de los tuyos, respetas la libertad de las tinieblas:

sólo el amor, sin trampas, se deja hacer prisionero del odio.

Padre nuestro...

Cuarta estación: La mirada de Jesús devuelve el amor aPedro

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (22, 54-62)

Oración

Jesús que miras como el Padre del cielo:

te contemplamos ahora mirando a Pedro, cobarde y asustado.

Pedro había hecho un esfuerzo para conocer cómo te iban las cosas;

al sentirse descubierto, tuvo miedo;

su amor no daba más de sí;

la fuerza bruta del poder esclaviza, adormece los ideales sanos.

Pedro dijo que no te conocía, ni tenía que ver nada contigo.

Tu mirada y el canto del gallo, le recordaron tu amor incondicional:

conocía tu corazón que ama siempre;

sabía que tú tienes capacidad ilimitada de perdonar y comprender.

Saliendo afuera, lloró amargamente” su incapacidad de amor leal.

El amor que “todo lo soporta” despertó la entrega de Pedro a tu reino:

impediría postrarse ante él: “levántate, que soy un hombre como tú” (He 10,26);

se enfrentaría a los amigos de la ley: “¿por qué, pues, ahoraintentáis tentar a Dios

queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo, que ni

nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?” (He 15,10);

sólo quiere evangelio, instando “que se acordaran de los pobres” (Gal 2,10);

amando sin medida “confirmaría a sus hermanos en la fe” (Lc 22,32).

Padre nuestro...

Quinta estación: Jesús ante el Senado del pueblo judío .

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas(22,66-71)

Oración

Tu vida y tu evangelio, Jesús del amor, han llegado al Consejo supremo.

Sumos sacerdotes, aristócratas del pueblo y letrados en teología y leyes,

tienen el poder religioso, el económico y el pensamiento oficial.

Conocían tus obras y palabras contrarias a sus instituciones:

habías llamado al Templo “cueva de bandidos” (Lc 19,46);

los habías llamado “encargados” criminales de la viña del Señor (Lc 20,9-19);

los difamados y las prostitutas están más cerca del reino que ellos (Mt 21, 31b-32);

les has llamado hipócritas, devoradores y falsos orantes (Lc 20,45-47);

sólo desean honores y poder, oprimen y manipulan el saber (Mt 23,1-36).

Ellos, creyéndose representantes auténticos de Dios, no pueden tolerar tu proceder:

-Si tú eres el Mesías, dínoslo.

-Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?

-Vosotros lo decís, yo lo soy.

Ya tienen razones para condenarte:

blasfemas al creerte Hijo de Dios.

No miran tus obras: “creed a mi obras”:

ni al hijo de Dios que reza con tanta confianza al Padre nuestro...;

ni al hijo de Dios que ama a todos: justos e injustos...;

ni al hijo de Dios que cura y ayuda, sobre todo a los más débiles.

Perdón, Jesús, por arroparnos en las instituciones frente a tus obras:

así no reconocemos al Hombre como hijo del Padre y hermano;

lo excluimos de nuestro amor porque no piensa como nosotros;

le perseguimos y hasta lo eliminamos si no es de “los nuestros”;

le prohibimos enseñar en tu nombre..., aunque sus obras sean amor.

Padre nuestro...

Sexta estación: Jesús conducido ante Pilato.

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (23, 1-6)

Oración

El poder religioso te acusa ante el poder civil:

anda amotinando a nuestra nación”; 

prohíbe pagar tributo al César”;

afirma que él es el Mesías rey”.

Pilato, tras interrogarte, no ve ni delito ni peligro en tus obras y palabras.

Al enterarse que eres de Galilea, te envía a Herodes, ahora en Jerusalén.

Son las maniobras del dominio y la violencia:

criticar al poder es “amotinar al pueblo”, turbar a los sencillos;

hay que echar a mesías y profetas que amenazan la paz del pueblo;

atreverse a pensar atenta contra “las autoridades doctrinales, 

los guardianes de la tradición, sus verdades incuestionables...

sólo ellos tienen acceso al significado exacto de los textos,

que nos dan, ya pensado, lo que tenemos que pensar”.

Tú, Jesús humillado, propones la libertad como camino de verdad:

verdad de vida es tu camino de amor gratuito;

verdad de las cosas es tarea humana, difícil, abierta a todos;

tu Espíritu de amor no dispensa de los esfuerzos humanos;

es voluntad de Dios que todos puedan investigar y aportar luz;

no es evangelio: imponer silencio, cerrar caminos, autoritarismo... .

Cristo, que piensas y actúas con libertad, sin violencia:

ayúdanos a ser fieles a la dignidad de toda persona.

Padre nuestro...

Séptima estación: Jesús es remitido a Herodes  

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas(23, 7-12))

Oración

Jesús del silencio ante Herodes, asesino del profeta Juan Bautista:

Llama la atención la gran curiosidad de este rey de Galilea por conocerte.

Lucas ya había contado que Herodes: 

se enteró de todo lo que estabapasando, y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: -a Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?” (Lc 9,7-9).

Tú, Jesús, sabías que quería matarte como al molesto profeta del Jordán;

tomaste su amenaza como la de un “zorro” astuto y presumido (Lc 13,31-32).

Sus “muchas preguntas y acusaciones con ahínco” lograron tu silencio.

Su crueldad y violencia no entienden tu proceder callado y sin defensa:

te desprecia y se burla vistiéndote de blanco como a un loco;

se reconcilia con Pilato reenviándote para que disponga a su antojo.

Los amigos del poder violento y de la crueldad no pueden comprenderte:

ante ellos sólo cabe el silencio no violento y la resistencia pasiva.

Jesús, manso y humilde de corazón, envía sobre nosotros tu Espíritu

de paz y tolerancia, de agrado y lealtad, de sencillez y dominio de sí,

de libertad y de amor no violento.

Padre nuestro...

Octava estación: Jesús condenado a muerte  

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (23, 13-25).

Oración

Jesús del amor sin violencia:

Diversos poderes de este mundo se van estrechando en contra tuya:

el poder sagrado, retenido en exclusiva por celosos sacerdotes;

el poder económico, a través de Judas sobornado y engañado;

el poder del miedo, a través de Pedro que niega conocerte;

el poder de Pilato, reducido por la violencia del pueblo gritón, 

y del emperador de Roma a quien teme.

Sacerdotes, magistrados y pueblo” te han juzgado y condenado:

todos se han dejado llevar por la violencia de la historia;

para mantener el orden mundano hay que eliminar al disidente;

la libertad y el amor gratuito han sido condenados en tu persona;

con la mejor intención, todos quieren imponerse por la fuerza.

Escuchamos la impotencia del poder definitivo de Pilato:

no he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte”.

A pesar de eso, esclavo de la violencia de este mundo:

hace caso a la “envidia” de los sacerdotes,

se deja intimidar por el griterío del pueblo,

suelta a un criminal y entrega un inocente a la muerte.

Hombres religiosos y no religiosos, encaramados en el poder institucional,

se vuelven incapaces del amor gratuito y universal del reino; 

entran en el sistema de juzgar y condenar, incluso al inocente.

Jesús del reino de la vida nueva:

ayúdanos a salir de la injusticia de este mundo;

danos un corazón como el tuyo, que a nadie juzga ni condena;

danos tu amor que sólo da vida.

Padre nuestro...

Novena estación: El cireneo lleva la cruz y Jesús invita a ser “leños verdes” en vez de llorar

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas(23, 26-31)

Oración

Cristo hermano, que compartes la cruz con los “cireneos” de la historia: 

Simón de Cirene simboliza a todos los discípulos que hacen suya tu cruz:

si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo,

tome su cruzcada día y me siga” (Lc 9,23).

Tu Espíritu sigue animando a muchos cireneos a llevar tu cruz de amor:

los que comparten su tiempo con enfermos sin familia ni amigos,

los voluntarios que visitan las cárceles,

quienes preparan y reparten comida en dispensarios gratuitos,

quienes acogen a niños huérfanos o de familias rotas,

muchos otros que entregan su amor libre y creativo a quien lo necesita.

Gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos”:

representan al pueblo sencillo que sólo llora y se queja;

les comprendes y les invitas a llorar por ellos mismos;

sus lágrimas deben hacerles tomar conciencia de lo que les espera;

tú, “leño verde”, es decir, ofreciendo sólo amor y vida en paz,

has sido condenado y caminas hacia la muerte en cruz;

¿qué será de los “leños secos”, integrantes de una sociedad violenta,

fascinada por el dinero y el dominio de unos sobre otros?

Jesús resucitado: haznos nacer, brotar, a tu árbol del amor y la paz,

donde pueda haber muchos “leños verdes”, cargados de vida,

comprometidos, como tú, en la construcción de tu reino.

Padre nuestro...

Décima estación: Jesús crucificado perdona

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas (23, 32-38)

Oración

Jesús del amor gratuito:

Te contemplamos crucificado en medio de dos malhechores.

Has vivido el espanto, el dolor sin medida, de la crucifixión;

en medio del tormento mantienes tu amor sin violencia;

manifiestas así el amor pleno de Dios Padre / Madre.

No sufres para reparar la injusticia ni aplacar a un Dios enojado,

te matan por ser fiel a tu proyecto de amor;

mueres víctima de la violencia contra el amor que iguala y hermana.

En medio del sufrimiento, das otro testimonio de amor inaudito:

Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen”.

Ahí el amor gratis, el perdón suplicado por la víctima, el derroche de gracia;

la vida reconciliada, la vida verdadera de hermanos que se perdonan;

siempre la vida, sin venganza, sin llevar cuentas del mal;

sólo el amor, manantial de nueva vida, te está sosteniendo en la cruz.

No quieres morir, quieres vivir, compartiendo el amor que siempre disculpa.

No tienes en cuenta las burlas y desafíos de quienes no creen en el amor:

el pueblo curioso, las autoridades irónicas, los soldados sorprendidos,

hasta el letrero irrisorio, son frutos de la libertad violenta;

la libertad, que es también vida, la utilizan para la muerte;

tú la usas sólo para la vida, para la reconciliación, para volver al amor.

Padre nuestro...

Undécima estación: Jesús promete el paraíso al malhechor arrepentido

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio según san Lucas (23, 39-43)

Oración

Jesús dador de vida, incluso en la misma muerte.

Has confiado en el amor sin violencia del Padre:

terminas tu vida amando generosamente a los que te matan;

angustiado y confiado, te pones en las manos del Padre;

te quitan la vida y la ofreces sin odio al que te la donó;

esperas que el amor del Padre colme tu confianza;

conviertes así el odio en amor, la violencia en don de vida;

del silencio de Dios has hecho revelación de su amor para siempre.

Un compañero de cruz te rechaza como mesías por tu no violencia:

el mesías de su dios violento tiene que arrasar a los enemigos;

él sólo intuye salvación como liberación de la muerte física;

sin fuerza, callado, perdonando, rezando a Dios... no logras nada.

Otro compañero intuye el misterio de un reino nuevo:

-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

Tu respuesta condensa toda tu esperanza:

-Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.

El paraíso es la felicidad tras la que todos andamos:

el amor, ya en esta vida, es paraíso, es vida entregada, dichosa;

tras la muerte es amor colmado, sin medida, plenitud.

Hoy” mismo, al morir, entramos en el mundo futuro:

en la donación más plena del amor, el Amor, Dios mismo.

Padre nuestro...

Duodécima estación: Jesús muere poniéndose en las manos del Padre

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas (23, 44-49)

Oración

Jesús que mueres amando como te has sentido amado:

desde el fondo de tu alma agitada y temblorosa,

invocas a tu Dios, al Padre que tú has predicado;

al que ama a todos en toda ocasión;

al que tiene predilección por los pobres, enfermos, marginados;

al que siempre escucha y trabaja por el reino del amor y de la vida.

Te has dejado matar por vivir tu proyecto de no violencia activa:

eres víctima del amor gratuito que te ha hecho vivir;

has vivido para los demás, has creado la fraternidad universal;

has manifestado la paternidad divina como amor total;

amor que ofrece vida a cambio de nada.

Tu fe en el amor del Padre te ha llevado al patíbulo injusto;

tal vez has arriesgado demasiado;

ya no hay tiempo de rectificar;

tu pretensión de amor gratuito y sin violencia ha sido condenada;

ya no cabe otra cosa que creer en el Dios que resucita a los muertos.

A esa fe, como la de Abraham, que sólo confía en su Dios, te entregas:

-Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

Dios, tu Padre, te recibe en la cruz, te ama crucificado,

te incorpora a su amor pleno,

se manifiesta del todo como Padre-Madre.

Padre nuestro...

Decimotercera estación: Jesús estrena sepulcro

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas (Lc 23, 50-56)

Oración

Jesús muerto y sepultado:

Hasta tu entierro es vergonzante.

Como el de un marginado social, un drogadicto,

un delincuente común, un apestado de la sociedad.

José de Arimatea, “hombre rico, discípulo de Jesús aunque oculto

por miedo a los judíos” (Mt 27,57; Jn 19,38);

como el joven rico, no se había atrevido a seguirte ;

pero estaba muy de acuerdo con tu amor desinteresado;

           intuía el Reino de Dios, pero intereses y presión social fueron más fuertes.

Movido a compasión –era bueno y justo-, 

quiere agradecerte el bien que has hecho:

pide a Pilato tu cuerpo muerto;

lo descuelga de la cruz

–Juan dice que le ayudó Nicodemo, otro discípulo oculto-;

te envuelven en un sudario;

te ponen en un sepulcro “donde nadie había sido puesto todavía”.

Sólo un grupo de mujeres, fieles compañeras tuyas desde Galilea,

siguen a José de Arimatea hasta el sepulcro;

son testigos de tu enterramiento.

Junto con ellas, con José y Nicodemo, veneramos tu cuerpo muerto:

tu fiel compañero, testigo de todo tu amor;

descansa en paz, en las manos del Amor que siempre le movió.

En tu cuerpo muerto veneramos nuestros cuerpos,

vivos o muertos, incinerados o enterrados, perdidos o recuperados;

todos son dignos de tu amor, dignos de tu sepulcro nuevo;

sepulcro abierto al mundo de tu amor eterno;

            al mundo donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).

Padre nuestro...

Decimocuarta estación: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas (24,1-12)

Oración

Jesús muerto y resucitado:

Contemplamos un gesto llamativo de fidelidad a tu cuerpo recién sepultado;

unas discípulas, “María Magdalena, Juana y María, la de Santiago”,  

acuden a mimar tu cuerpo roto, que debía ser ungido aptamente.

Son “las mujeres que te habían acompañado desde Galilea,

te siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado tu cuerpo.

Al regresar, prepararon aromas y mirra.

El sábado descansaron de acuerdo con el precepto.

El primer día de la semana, de madrugada,

fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado”.

Son ellas, servidoras durante siglos, las que intuyen tu presencia nueva;

tu vida y tu confianza en el amor del Padre encendieron sus almas:

-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

No está aquí. Ha resucitado.

El recuerdo de tus palabras les confirman lo que sienten por dentro:

el Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores,

ser crucificado y al tercer día resucitar”.

Lo anuncian a los apóstoles, aunque no las crean.

Pedro va al sepulcro, se admira y tardará en creer.

Son mujeres, el primer grupo creyente, reunido en tu nombre;

las primeras misioneras del Amor que vive siempre;

las que hoy cuidan más tu cuerpo crucificado en los más débiles. 

Padre nuestro...

Decimoquinta estación: Los discípulos de Emaús “lo reconocen al partir el pan”

- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos

- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura del evangelio de san Lucas (24, 13-35)

Oración

Contemplamos a dos discípulos que abandonan tu proyecto;

toman las palabras de las mujeres por delirio y se niegan a creerlas”.

Mientras desahogan su decepción, tú, invisible pero real, vas con ellos.

Les recuerdas tu amor a los más débiles,

tu confianza amorosa en el Dios que ama siempre;

tus palabras sobre el mesías verdadero, rechazado por los injustos.

Su corazón empieza a arder” mientras recuerdan la coherencia de tu vida;

mientras repasan lo que dicen las profecías más limpias;

mientras van comprendiendo el amor del Padre manifestado en tu vida.

“Vamos a hacer lo que nos dijo”, se dirían el uno al otro;

al partir el pan, se les abren los ojos y te reconocen”.

Vuelven a la comunidad a dar su testimonio;

era verdad, ha resucitado el Señor”, les dicen ya todos.

Este es el núcleo de nuestra fe, Jesús resucitado:

en la muerte por amor has encontrado la vida;

estás vivo y nos acompañas siempre;

amar a los hermanos tiene asegurada la vida siempre.

Padre nuestro...

Leganés, abril de 2019.

Volver arriba