Pedro y Jesús se increpan mutuamente. Les mueven dos espíritus contrarios... La lógica de Jesús no es la lógica de la Iglesia (D. 24º TO B 12.09.2021)

Jesús invita a vivir la lógica del Amor del Padre

Comentario:Quien pierda su vida por mí y por el evangelio la salva (Mc 8,27-35)

Los hechos narrados en el evangelio de hoy suceden “dirigiéndose a las aldeas de Cesarea de Filipo”. Al norte de Palestina, junto a las montañas del Hermón, cerca de las fuentes del Jordán, zona ya entonces de veraneo. Herodes Filipo, hijo de Herodes el Grande (Mc 6,17), convierte en ciudad residencial a Cesarea de Filipo. Le pone ese nombre por gratitud al emperador Augusto, protector de su familia, y en honor propio.

Jesús quiere que tengamos clara su identidad. Por eso pregunta a los discípulos qué piensa la gente y ellos sobre él. Marcos y Lucas (9,18-21), señalan la confusión con Juan Bautista, Elías u otro profeta. Mateo (16,13-20), además de añadir a Jeremías, da algunas huellas más de la opinión popular. En la corte de Herodes, se creía que Jesús “es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él” (Mt 14,1-2). Jesús mismo había dado pie a la creencia popular al aludir a Elías como el profeta “que tenía que venir”, e identificarlo con Juan Bautista (Mt 11,14). Tras la transfiguración, Jesús dice a los discípulos: “Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron... Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista(Mt 17,10-13).

La pregunta a los discípulos, es contestada por Pedro, representando al grupo: “Tú eres el Mesías”. Identifica a Jesús como “el” (artículo determinado) “Mesíasque, bajo distintas concepciones, esperaba el pueblo judío. No han descubierto aún al Mesías real enviado por Dios. Por eso Jesús no acepta tal declaración sin más, y les prohíbe decirlo: “les conminó” como a espíritu inmundos (Mc 1,25; 3,12) o al viento (Mc 4,39).

Jesús les aclarar su identidad mesiánica. Empieza a instruir” a “los discípulos” y a “la gente”. Cambia el nombre: “el Hijo del Hombre...”, en vez de el Mesías. Es “el Hombre”, que recibe el Espíritu divino (Mc 1,10), perdona pecados (2,10), es señor del sábado (2, 28). Rompe las expectativas de la tradición judía, de sus dirigentes y de los discípulos. El padecer es fruto de la reacción previsible de quienes viven la lógica del más fuerte, la de equivalencia, la de la ley... Jesús trae una lógica muy distinta. Es la lógica del Amor del Padre, que “hace salir el sol y bajar la lluvia sobre buenos y malos, justos e injustos” (Mt 5,45). De ahí que “tiene quepadecer mucho y ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días”. Es el sufrimiento lógico del esfuerzo que lleva consigo el Amor, y de la reacción de los que no aceptan su lógica: los poderes políticos y religiosos (ancianos, sumos sacerdotes y letrados). La muerte no es el final: el Espíritu del Amor le resucitará pronto (“tres días”, “en un par de días”, en un tiempo brevísimo... Cf. Os 6,2).

Pedro y Jesús se increpan mutuamente. Les mueven dos espíritus contrarios. Jesús lo aclara: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”. Oposición entre dos ideas de Mesías: el Hijo del hombre, lleno del Espíritu divino, que se entrega por la fraternidad universal, y el Mesías, sucesor de David, restaurador del reino de Israel, imponiéndose “como los jefes de los pueblos” (Mc 10,42), sujeto a la tentación del poder, propuesta a Jesús por Satanás, a la que la Iglesia ha sucumbido tantas veces.

Llamando a la gente y a sus discípulos”, les propone su camino: superar el egoísmo en todas sus formas, soportar el sufrimiento sobrevenido de la propia limitación o de la injusticia. “El que quiera salvar su vida” (el egoísta quiere salvar “suvida, no la de todos) no se realiza como persona, hecha para el Amor. “El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”: encontrará “el amor que no pasa nunca” (1Cor 13,8).

Oración: “quien pierda su vida por mí y por el evangelio la salva” (Mc 8,27-35) 

Jesús, “reconocido como ser humano por tu presencia” (Flp 2,7):

seguimos sin tener claro tu identidad y tu camino;

algunos deslumbran por la radicalidad violenta del Bautista:

te viven como Mesías-juez que “tala y echa al fuego” (Mt 3,10);

muchos te sienten como notario del libro de la vida,

que algún día nos separará de tu Amor;

otros “visten con lujo y habitan palacios” (Mt 11,7),

creyendo que así son signos de tu presencia;

muchos pasean tu imagen como dueño de este mundo,

agraciada con nuestras mejores alhajas;

muchos viajan para encontrarte en santuarios brillantes,

cargados de indulgencias y tesoros divinos...

Tu Iglesia no siemprese deja llevar de tu Espíritu:

su imposición y miedo ha reprimido nuestro egoísmo,

pero no nos ha cambiado internamente;

ha favorecido el encumbramiento del poder absoluto;

hasta “rezar” ha sido convertido en egoísmo;

ha deshonrado el Amor, la realidad más pura,

haciendo convivir liturgias exquisitas y ateísmo práctico;

quiere crecer con “el pan que se recibe”,

descuidando el “pan que se da”, “la entrega de uno mismo”;

recibir al Señor” no ha sido tomarlo como norma de vida,

sino como adorno, vanagloria, tranquilizante...

El miedo al Amor ha infantilizado la vida cristiana:

hemos creído a Dios como salvavidas automático,

que libra de toda enfermedad y conflicto;

hemos visto castigos divinos en las desgracias, sobre todo ajenas;

en “nuestro Cristo”, “nuestra Virgen”, “nuestro Santo”...,

hemos descargado nuestra responsabilidad,

pidiendo incluso que avalen nuestra injusticia y pereza;

nos apartamos del Dios vivo, que es Amor,

prefiriendo nuestras tradiciones a tu voluntad,

huyendo de cruces y complicaciones del Amor,

inoculando aires de grandeza frente a los hermanos...

Como Pedro, nos resistimos al sufrimiento del Amor:

buscamos ser inciensados como señores y benefactores;

imponemos leyes no evangélicas, incluso inhumanas;

la mesa compartida la sustituimos por limosnas humillantes;

servir desinteresadamente a los débiles supera nuestro ser cristiano:

es sólo para algunos exagerados, utópicos, soñadores, ilusos.

Tú, Jesús,que piensas como Dios, no como los hombres”:

reaviva en nosotros tu Espíritu de amor permanente;

queremos negarnos a nosotros, superando el egoísmo inhumano;

aceptamos el sufrimiento de la propia limitación y de la sociedad insolidaria;

deseamos vivir tu proyecto de vida: amor sin límites y sin violencia; 

vivir entregando nuestra vida a fondo perdido;

perder nuestro egoísmo y resucitar tu amor;

tenerte a Ti, como memoria y promesa realizada.

Preces de los Fieles (D. 24º TO B 12.09.2021)

El papa Francisco nos recuerda que “`La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás´ (Documento de Aparecida. 29 junio 2007, 360)” (EG 10). Pidamos aceptar la propuesta de Jesús, diciendo: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por la Iglesia:

- que viva la lógica del Evangelio, la lógica del Amor;

- que sus leyes respeten los derechos humanos.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2021):

- que “tomemos decisiones valientes por un estilo de vida sobrio y ecosostenible”;

- que “nos alegremos con los jóvenes comprometidos con este estilo de vida”.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por los gobernantes:

- que tengan vocación de servicio a los ciudadanos;

- que sean honestos y justos en sus decisiones.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por los refugiados y emigrantes:

- que el Espíritu divino les fortalezca en su aventura;

- que los países adonde llegan sea realmente de acogida e integración.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por profesores y alumnos:

- que “carguen con su cruz y sigan” equipándose para vivir en Amor;

- que sean amigos de la verdad, trabajadores y solidarios.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

Por esta celebración:

- que nos ayude a aceptar la propuesta del Amor cristiano;

- que nos dé a sentir internamente como sentía Jesús de Nazaret.

Roguemos al Señor: “queremos pensar y vivir como tú, Hermano nuestro”.

“Ojalá el mundo actual... pueda recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de servidores del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (Pablo VI, EN 80), que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, 12 de septiembre de 2021

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