"Una puerta siempre abierta que solo nosotros podemos cerrar" "Jesús es la puerta"

"Jesús describe el Reino de Dios como un gran banquete en el que hay que esforzarse para entrar"
"La manera que nos propone Jesús en los evangelios para entrar en el banquete consiste en hacer el camino que Él mismo recorrió"
"Dios no excluye a nadie. Él abre las puertas del Reino de Dios a todo el mundo, ofrece su salvación a todos. De manera especial a aquellos a los que la vida ha dejado al borde del camino"
"Como nos decía nuestro querido papa Francisco, los pobres son los 'porteros del cielo'. Y es que en el Reino de Dios los últimos serán los primeros (cf. Mt 20,16). Afortunadamente nos vamos a llevar muchas sorpresa"
"Dios no excluye a nadie. Él abre las puertas del Reino de Dios a todo el mundo, ofrece su salvación a todos. De manera especial a aquellos a los que la vida ha dejado al borde del camino"
"Como nos decía nuestro querido papa Francisco, los pobres son los 'porteros del cielo'. Y es que en el Reino de Dios los últimos serán los primeros (cf. Mt 20,16). Afortunadamente nos vamos a llevar muchas sorpresa"
El texto del Evangelio de Lucas que nos ofrece la Iglesia en la Eucaristía de este domingo puede resultarnos difícil de comprender. La manera en que Jesús se dirige a los que le escuchan parece dura y exigente e incluso podría desanimarnos. Sin embargo, lo que Jesús intenta decirnos en este pasaje evangélico es que tenemos que convertirnos cada día al Señor. Y es que las palabras del Señor siempre cuestionan nuestro modo de vivir y nos animan a tener una nueva actitud con Dios y con nuestros hermanos.
Jesús va de camino hacia Jerusalén. Recorre pueblos y ciudades enseñando la Buena Nueva del Evangelio. De pronto, un hombre se le acerca y le pregunta: ¿son pocos los que se salvan?Jesús no responde a esta pregunta directamente; sin embargo, en la respuesta que nos da hay una preciosa llamada a acoger la salvación que Dios nos ofrece.
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Jesús describe el Reino de Dios como un gran banquete en el que hay que esforzarse para entrar. Sí, hay que renunciar a nuestra tendencia a quedarnos anclados en lo material, en lo superficial y caduco, en lo que pasa; y poner la atención en lo eterno. La manera que nos propone Jesús en los evangelios para entrar en el banquete consiste en hacer el camino que Él mismo recorrió. Tomar la cruz de cada día y seguirle lo más cerca que podamos, con la ayuda de Dios. Para ello tenemos que reconocer nuestra fragilidad y caminar tras sus huellas con humildad y alegría.
La puerta de la que nos habla Lucas es Jesús. Jesús nos dice en el Evangelio de Juan: «Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir» (Jn 10,9). Entrar por la puerta implica poner a Jesús en el centro de nuestra vida, aprender a vivir como Él, a confiar en Dios Padre y a amar como Él amaba. Jesús es una puerta siempre abierta que solo nosotros podemos cerrar.
Dios no excluye a nadie. Él abre las puertas del Reino de Dios a todo el mundo, ofrece su salvación a todos. Tal como nos dice el evangelista Lucas: a los del norte y a los del sur, a los de oriente y a los de occidente (cf. Lc 13,29). Dios invita a la mesa del Reino de manera especial a aquellos a los que la vida ha dejado al borde del camino, a los que han sido abandonados, a los que son más vulnerables. Ellos son los preferidos de Dios. Como nos decía nuestro querido papa Francisco, los pobres son los «porteros del cielo». Y es que en el Reino de Dios los últimos serán los primeros (cf. Mt 20,16). Afortunadamente nos vamos a llevar muchas sorpresas.
Queridos hermanos y hermanas, acojamos la invitación de Jesús y pidámosle que un día podamos entrar en el banquete de su Reino. Dios siempre espera que vengamos a su fiesta. Entremos con confianza en su casa, porque Él nos ama y quiere que todos los hombres se salven.
