Obras ofensivas de autores ofensivos

He leído en religión digital que un personaje, ávido de fama y éxito, ha montado una obra de teatro en la que intencionadamente se intenta insultar a la cristiandad. Si la idea es que periodistas, obispos, religiosos y laicos como yo le demos propaganda para que acuda gente a presenciar el insulto, conmigo va de cráneo. No diré su nombre para que no aparezca una entrada más desde el google a los críticos de su obra.

Soy partidario de los condones. Pero lo que no soy partidario es que si el Papa es contrario porque cree que favorece la promiscuidad, opinión que no comparto, el tipejo este monte una obra de teatro en la que se disfrace de pontífice y bendiga los preservativos en clara ofensa al catolicismo.

Estoy seguro que los falsos progresistas alegarán libertad de expresión. Pero la libertad no es ni mucho menos hacer lo que yo quiera como si los demás no existieran. También en el ideario del progresista está la palabra respeto, la cual parece haber perdido valor frente a la libertad del yo.

Rumores de ángeles denuncia a gente que está detrás de su financiación. Y vemos como los políticos en sus aires de tolerantes, intelectuales y de falso progresismo, promocionan obras que buscan hacer daño a un porcentaje de la población.

Me preocupa como gastan últimamente nuestros políticos el dinero de los contribuyentes en artistas de tres al cuarto. Muchos carecen de arte, te doblan cuatro hierros y te los cuelan en un centro cultural o bien los compran para adornar una rotonda o un paseo. Hay quien agarra una piedra, le hace unas cuantas tonterías y enseguida te asegura que se trata de la efigie de Indalecio Prieto (vease la foto).

En Madrid por ejemplo, con eso de seguir a esos supuestos artistas, el alcalde y los concejales han metido la pata durante dos años en el alumbrado Navideño del paseo de la Castellana y de la calle Alcalá, este año me gusta más lo que esta puesto. Pero años atrás esa absurda idea de colocar azarosamente palabras como cuchillo, desilusión, infelicidad en el alumbrado navideño era desafortunado. Y la artista perezosa, cuyo nombre no se y no diría para colmarla de méritos (o deméritos, pues seguro que va buscando las dos cosas) se ha debido llenar los bolsillos con el trabajo de buscar palabras del diccionario.

Si estos son nuestros artistas, mejor cerrar el grifo del dinero público a las artes, tal vez cuando tengan que pasar hambre asistamos a un resurgir del arte y no a la muerte del mismo.
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