Vocaciones dobles

He conocido curas secularizados por amor o bien por otros motivos que no viene al caso contar. Pero en el caso de los curas que se ven un amor a su iglesia y un amor a una mujer, debo decir algo distinto de lo que nuestros obispos vienen diciendo.
En mi opinión Dios nos suele llama a una sola vocación. Pero hay casos en que Dios nos llama a dos vocaciones, por ejemplo vida sacerdotal y matrimonio, y ante este dilema la iglesia solo permite elegir una vocación. Es aquí donde la iglesia comete un error, porque lo uno no hace incompatible a lo otro y s debe permitir ejercer ambas vocaciones.
Dentro de la iglesia católica hay curas casados y que ejercen perfectamente su ministerio, ya sean los de rito oriental o casos especiales de sacerdotes que se han pasado del anglicanismo al catolicismo. También hay casos de sacerdotes que contando con el permiso de roma, pueden ejercer esa doble vocación. Y hasta la fecha no se ha comprobado incompatibilidad alguna entre el sacerdocio y el matrimonio.
Pienso que esto que se hace a los curas casados, de negarles ejercer una vocación que les ha dado Dios, es una injusticia. Y pienso que asegurar que se han casado por un error de vocación o por simple debilidad me parece ofensivo hacia ellos. Por ello es adecuado replantearse muchos comentarios. El amor en mi opinión no es una debilidad, es un buen síntoma que nos hace muy humanos.
En mi vida he dado con sacerdotes sin vocación que van presumiendo de sentir una llamada de Dios. Pastoralmente son nulos, humanamente también, y cuando a ellos te arrimas te hacen sufrir con su negatividad. ¿Por qué son sacerdotes? Por que se sienten así más importantes y valorados. Como este caso he conocido a varios sacerdotes jóvenes recién salidos del seminario diocesano de Madrid.
Me he encontrado con sacerdotes en cambio que si son auténticos, positivos hasta en la discrepancia, y muy buena gente. Todo el mundo acude a ellos y llenan misas. Los hay quienes cuidan las misas al detalle, con música, coro y homilías preparadas hasta días antes. Da gusto asistir a misa con ellos.
Pero lo triste es ver a sacerdotes auténticos a los que se les niega ejercer el ministerio simplemente por haberse casado. Y es por ello por lo que rezo para que ojalá vuelvan a cambiar un día las cosas y se permita a muchos de ellos ejercer la doble vocación que Dios les ha dado.
Lo bueno de Benedicto XVI es que antes de descartar la posibilidad de permitir ejercer el sacerdocio a los sacerdotes casados, lo ha debatido con la curia. Pero puede que en la próxima ocasión se consiga.