Esperanza sin limites, adviento último (Extracto del libro "trazos de evangelio, trozos de vida" PPC) Pilar, morir esperanzada (IV Domingo de Adviento)
Sin perder la esperanza...
El proceso de Pilar y su despedida ante la muerte se convierte en signo de un adviento para el que nada hay imposible, porque es el Padre quien dona la vida y la justifica. Ella entendió quién es el creador y el dador de la vida, el don de cada día y en su oscuridad no perdió la alegría de la esperanza que le ayudaba a vivir más allá del temor y el miedo. Su paso esperanzado por la muerte se ha convertido en gesto de confirmación para nosotros de una esperanza última.
| José Moreno Losada
Evangelio: Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada es imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel.
Alegría sin temor
“Alégrate” es invitación más que imperativo en la voz del ángel, y “no temas” es deseo profundo del que asegura que Dios estará con nosotros. Es ahí donde surge la confianza de que para Dios nada hay imposible.
Adviento es clave para esperar lo imposible en el abrazo profundo de los límites, en el fortalecimiento ante la vulnerabilidad por el camino de los cuidados entrañables y verdaderos.
Alegría de vivir hasta morir
“Pilar, es médico de familia, madre de tres hijos, esposa de Miguel. Le ha tocado vivir la enfermedad casi una década, con altibajos, al final se encuentra con una situación ya irreversible, le llega la muerte tras haber luchado denodadamente por la vida. Es pronto, tiene poco más de cincuenta años, tiene que despedirse y lo hace viviendo su muerte. Quiere hacerlo sin perder la alegría, sin temor, sabiendo que para Dios nada hay imposible. Da gracias a su oncóloga por haberle ayudado a vivir estos últimos años, habla con personas cercanas para agradecerles su amistad y bondad, convoca a su marido y a sus hijos, le habla a cada uno con cariño y les da su testimonio vital. Está contenta por todo lo que ha vivido, da gracias por la vida y por cada uno de ellos, les muestra cómo los quiere y la alegría de haberlos tenido y estar con ellos. Acepta la muerte y les asegura que seguirá estando con ellos, aunque no sabe cómo será posible esa unión en ese nuevo modo de ser tras la muerte, pero ella cree en la resurrección. Para Dios nada hay imposible.”
Mujer y salvación
Pequeños hechos de vida, como el embarazo de Isabel ante María de Nazaret, se convierten en testimonios grandiosos de la acción de Dios en medio de la historia que no sólo promete, sino que se compromete para la salvación de la humanidad. Todo el camino del antiguo testamento ha sido un valle de promesas que se abren al Dios que se religa con su creación haciéndose criatura, siendo fecundado en los límites de lo débil y lo vulnerable.
Toda la Historia de la Salvación es enlace de pequeñas promesas que se van abriendo a la plenitud de la esperanza, cuando es el propio Dios quien es, a la vez, sujeto y contenido de la promesa total. Llamados al Absoluto desde lo encarnado, en la vulnerabilidad y en los límites. Todo ello rodeado de una alegría que vence al temor y que se enfrenta a la imposibilidad con los cuidados que nacen del amor y la compasión.
Nadie podría imaginar ni creer que el reino sin fin, del hijo del altísimo, vendría en la pequeñez de la sierva María, que sin saber cómo va a ser, se abre a una palabra de salvación que viene gestándose en siglos. La plenitud se fecunda en la humildad de la esclava. El camino de la salvación se abre paso en la naturaleza y en la historia de lo pequeño, de lo cotidiano y lo oculto, que viene confirmado por los signos que están arriba en la montaña, donde sólo los descubren los que se abren a la dinámica de los cuidados gratuitos en atención a los que más los necesitan.
Hoy la salvación sigue avanzando entre nosotros, con la fuerza del Resucitado, en los gestos de lo diario más allá de las seguridades de las instituciones. La tensión entre las pequeñas esperas y la Esperanza nos da el marco de comprensión del Reino y su salvación. Las esperas de lo humano y de lo diario, en lo más pequeño y en lo más universal, son el lenguaje para poder entender la Esperanza a la que estamos llamados.
Nosotros servimos a la Esperanza, a la utopía del reino, cuando nos abrimos en los compromisos cercanos de la construcción de una cultura del cuidado y de la aceptación de los trascendente en la realidad encarnada de lo que va sucediendo a nuestro alrededor, a veces en gestos ante la propia muerte. El mundo suele pasar por momentos donde parece imposible la esperanza, la novedad, la buena noticia, la bondad y la justicia. Es ahí donde se nos reclama la cultura del cuidado, de la cercanía y de lo pequeño para confirmar que vendrá la justificación última de la historia y de la creación porque para Dios nada hay imposible.
El testimonio de la resurrección y del horizonte último del adviento de la historia pasa por la encarnación de este momento que confirma ese anuncio. Pequeños gestos de fecundidad en los espacios infértiles del hoy, avalan el nacimiento de una nueva creación y de una nueva humanidad.