Te doy gracias Padre porque lo has revelado a los sencillos... El agradecimiento  de los sencillos

Volver a la mirada de los sencillos es una cuestión de urgencia en nuestra sociedad. Hemos de curarnos y pedir con humildad el deseo del ciego ,"señor que vea". Para vivir hay que agradecer lo recibido, el don, la vida, lo que nos rodea... el problema no es de religión es de espiritualidad, falta la mirada interior que hace el hombre templo, y de la vida sacerdocio que pisa tierra sagrada.

rural

(Valores de la espiritualidad rural)

El valor de la realidad. El primer apunte teológico que fundamenta Laudato si es la necesidad de recuperar el sentido teológico de la creación. Sentido que comienza por el modo de situarnos ante la realidad, ante las criaturas. La espiritualidad comienza por la contemplación del valor de cada criatura en el orden de la gracia y la donación (LS 67,68,82). Cada criatura, si nos abrimos y la contemplamos, nos descubre el mensaje de un Dios que crea para la vida y la salvación (LS,85). Cuando entramos en este modo de relación con la naturaleza y la vida, no quedamos atrapados por la lógica de la violencia del aprovechamiento sin más, del egoísmo y entendemos las claves de la construcción de un mundo mejor (LS 230-231).

La realidad de la Iglesia y los creyentes en el mundo rural se abren a esta consideración de la naturaleza, a esta visión agradecida y transcendente. Las personas en el ámbito de lo rural se sienten criaturas entre las criaturas, y ahí viven y desarrollan con naturalidad “creencias”, que en su sencillez expresan las experiencias que tienen del poder de la naturaleza -ahora lo testimonian personas muy sencillas de la Palma- así como de su fragilidad humana, que aceptan con paz y confianza. Las personas sencillas de lo rural se han enfrentado a la vida tal cual, a la limitación y se abren a la fe. Lo expresan a su modo, creen y elaboran sus expresiones religiosas, tienen dimensión espiritual. Desde la finitud de lo humano saben asombrarse de los detalles de la naturaleza, la veterinaria, la meteorología, la biología…se ven sobrepasados y lo aceptan como misterio. Podemos decir que el hombre rural sabe que no es Dios y tiene contexto para percibirlo en lo natural.

A veces hemos podido ironizar y entender como infantil la expresión religiosa y creyente -incluida la religiosidad popular- de las personas sencillas del mundo rural, pero hoy estamos llamados a convertirnos a ellos y recobrar la sencillez de espíritu, la mirada contemplativa, la aceptación del misterio y, sobre todo, la fidelidad al reconocimiento de la vida como don que tiene fundamento trascendente y que no dominamos, sino que hemos de recibirla y agradecerla.

No se trata de que hagamos monasterios en lo rural para revitalizar sus vidas, sino de abrirnos a su contemplación para que nos enriquezcan y podamos salir nosotros de la lógica materialista, mercantil y de rapidez en la que vivimos que nos impide acercarnos al fundamento de lo que somos y recibimos cada día. Hay un modo de situarse y de vivir en la naturaleza que produce armonía y favorece la espiritualidad. ¿No será esto lo que vamos buscando muchas veces cuando nos acercamos a lo rural desde la urbe? ¿Hemos de preguntarnos si como Iglesia estamos atentos a este valor, lo consideramos y lo ponemos encima del candelero para que alumbre a todos los de la casa?

José Moreno Losada

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