Paz con la creación. Desde Mérida-Badajoz La diócesis de Mérida-Badajoz en Paz con la creación

La diócesis de Mérida-Badajoz en Paz con la creación
La diócesis de Mérida-Badajoz en Paz con la creación Jose Moreno Losada

Celebramos un primer encuentro diocesano, convocado por el Pastor, Fray José, a través de la delegación diocesana para la ecología integral. Fue un día de encuentro, contemplación, reflexión y celebración con la mirada puesta en el don de la creación y en la fraternidad universal a la que nos convoca el cántico de las criaturas en su octavo centenario. El mismo tiempo que tiene el cnvento de Tentudía en el pico más alto de la provincia de Badajoz. Los presentes ultimaron la eucaristía con este comunicado de vida y de fe que os ofrecemos.

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Tentudía, lugar teológico: Paz en la creación   

El gozo del encuentro

Desde la montaña clamamos “Dios está aquí”. Tan cierto como el aire que respiro. Aquí, en las cimas de la Sierra de Tentudía, las más altas de nuestra provincia, muy reconocidas por su valor paisajístico y medioambiental por parte de botánicos, zoólogos, ecólogos, geógrafos, naturalistas e investigadores de distintas ramas del saber. El conocimiento técnico y científico de estos territorios nos demuestra su singularidad, a través de especies que habitan de manera exclusiva en estos ambientes. Para la Ciencia, esta isla biológica del sudoeste peninsular es un pequeño paraíso, el “santuario de la flora” pacense, dicen los botánicos coloquialmente. Son expresiones de la admiración de estas personas estudiosas de la naturaleza, por lo que encuentran aquí.

Y a medida que más conocimiento se tiene de cómo se desarrollan los ciclos vitales en estos ecosistemas, mejor se ven las relaciones, y más se aprende a comprender cómo influye el clima influye, el suelo, la actividad humana y todos los factores que constituyen los paisajes que contemplamos. Desde una perspectiva meramente de Ciencia Experimental y Técnica, esto son procesos más o menos cuantificables, que se analizan, describen. Desde una perspectiva creyente, desde la óptica de nuestra fe, es fácil ver en todo este cúmulo de cuestiones admirables, la mano un Dios Creador.

Por eso estamos aquí hoy, en esta cima para nosotros bendita, junto al Monasterio donde se venera la Virgen desde hace ocho siglos, celebrando el Tiempo de la Creación. No porque seamos creacionistas, sino porque creemos en Dios Creador.  Estamos abiertos al diálogo de la ciencia con la religión, entendemos que son dos perspectivas diferentes pero complementarias, pero no renunciamos a la Esperanza Definitiva. Nos sentimos conectados en camino hacia la Luz infinita. Somos humanos, somos creaturas. Honradamente creemos que no somos dioses.

Y nuestra fe no es obstáculo (todo lo contrario) para la admiración, el estudio y la contemplación de la naturaleza. Reconocemos que necesitamos tiempo, en esta sociedad de las prisas, para pararnos como hacen los hombres y mujeres de Ciencia en el día a día. Para contemplar y aprender de las curiosidades fascinantes de la naturaleza y en nuestro caso, dejarse interpelar por el Espíritu para discernir en creyente lo que la realidad nos muestra.

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No somos un grupo bienintencionado adorando cuasiirracionalmente a la Pachamama. Pero cuando los técnicos nos explican cómo estos bosques de roble melojo son naturales en las zonas más altas de la sierra, y observamos cómo efectivamente en las zonas más bajas hay encinares, y a medida que se alcanza altura se van sucediendo alcornocales, recordamos en primer lugar a nuestros mayores, que muchas veces tenían valiosísimos conocimientos tradicionales asociados a la biodiversidad que después la Ciencia ha avalado, y por otra parte, reconocemos el Misterio de la Creación, existente en las interrelaciones de lo natural. Observar cómo la altitud condiciona el clima y el clima la vegetación, es algo que en todas partes del mundo ha fascinado a los estudiosos y a nosotros, por nuestra fe desde luego, de algún modo nos eleva al cielo.

La Ciencia y la Historia nos van haciendo saber cómo han ido evolucionando los paisajes con la intervención humana a través del tiempo, especialmente desde que, en el Neolítico, con la aparición de la agricultura el ser humano se hizo sedentario. Conocemos como estos cambios se han ido produciendo a través de varios miles de años en la Prehistoria, y dos mil años de Historia, y que en las últimas décadas la velocidad de estos cambios se ha multiplicado con una rapidez exponencial. En estas zonas de Extremadura, que están poco industrializadas, puede parecernos que nada de esa rapidación nos afecta. Pero todos conocemos bien la realidad de nuestro mundo rural, de las apuestas que hacemos por los modelos de vida que inconscientemente nos atraen hacia la valoración de lo urbano como lo “avanzado”, lo “desarrollado”, lo “atractivo”, lo “moderno”. La primacía de lo económico por encima de cualquier otro valor.

No se trata de volver al chozo, ni a las cavernas, ni a la lámpara de carburo, la mula y el candil. Desde esta serena panorámica plenitud que ofrecen las cimas de Tentudía, pedimos a la Virgen la mirada creyente de una ecología integral  que nos ayude a ser capaces de defender el bien común y la dignidad del ser humano, a través de una sociedad donde sea posible un diálogo sin polarización, sobre los retos y oportunidades que presenta el estado de la naturaleza en esta tierra y la aportación específicamente cristiana a la construcción de la humanidad y fraternidad que tanto nos ha identificado como pueblo.

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Como creyentes, desde la literatura profética, somos conscientes de que justicia y la paz no son solo ideales de fe, sino también principios prácticos para el bienestar de la sociedad. La verdadera paz es el resultado de la justicia y el derecho, que reflejan la acción de Dios más allá de los esfuerzos humanos. Cuando la justicia se convierte en normalidad entonces crece la tranquilidad y la confianza que tanto ansiamos en nuestro mundo. Creemos y queremos trabajar por la paz que implica además de la salud individual, la armonía dentro de la comunidad como bendición de Dios, la que posibilita crecer libremente en todas las dimensiones de lo humano. Para nosotros Cristo es una nuestra paz y en él encontramos el don de Dios que nos une y santifica personal y comunitariamente. Este don se nos hace tarea en el caminar de la historia y eso queremos manifestar como compromiso en esta jornada de vida y fe en la comunidad diocesana. Queremos comprometernos en el trabajo por la ecología integral que favorece la armonía y la paz de todo lo creado en el cuerpo y en el espíritu, todo relacionado e interconectado. Hoy pedimos con fe, a los pies de la Virgen de Tentudía, desde la armonía sentida de la naturaleza y de lo humano, que el evangelio de Cristo nos empape y nos haga obreros de la paz y de la justicia en nuestro mundo desde esta tierra extremeña de la que formamos parte y a la que amamos.

Equipo Delegación diocesana de para la ecología integral. José Moreno Losada.

Palabras del arzobispo desde Tentudia

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