Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" Ed. PPC Hasta otra ocasión...todos tentados (I Domingo de Cuaresma)

Hasta otra ocasión
La tensión tiene nombre. Por un lado, está el hombre lleno del Espíritu que viene del Jordán y que se siente impulsado para andar por el desierto y hacer camino de purificación y proceso personal en la austeridad y la ascética. Por otro lado, está el diablo que se introduce en ese caminar poniendo obstáculos tentadores para conducirlo por caminos de tropiezo en el deseo de la riqueza, el poder, el éxito. La invitación a tentar al propio Dios desde la criatura ciega. La tensión en el espíritu es propia del hombre creyente, de las comunidades cristianas y también de la propia Iglesia en su ser y hacer. La cuaresma es buen tiempo para poner nombre a las tentaciones y para orar ante ellas, sabiendo que todos las tendremos siempre, y no hay que pedirle al Padre que nos las quite – son propias de nuestro ser-, sino que no nos deje caer en ellas.
La tensión tiene nombre. Por un lado, está el hombre lleno del Espíritu que viene del Jordán y que se siente impulsado para andar por el desierto y hacer camino de purificación y proceso personal en la austeridad y la ascética. Por otro lado, está el diablo que se introduce en ese caminar poniendo obstáculos tentadores para conducirlo por caminos de tropiezo en el deseo de la riqueza, el poder, el éxito. La invitación a tentar al propio Dios desde la criatura ciega. La tensión en el espíritu es propia del hombre creyente, de las comunidades cristianas y también de la propia Iglesia en su ser y hacer. La cuaresma es buen tiempo para poner nombre a las tentaciones y para orar ante ellas, sabiendo que todos las tendremos siempre, y no hay que pedirle al Padre que nos las quite – son propias de nuestro ser-, sino que no nos deje caer en ellas.
| José Moreno Losada
DOMINGO I DE CUARESMA
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”»... Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. (Cfr.,Lucas 4,1-13)
Los cardenales y sus estrategias
Nadie está libre de la tentación y está en todas partes porque forma parte de la estructura de la realidad creatural, que es tensional y lo es ante el absoluto al que aspira y del que depende. Por eso el evangelio nos muestra a Jesús en medio de la tentación como ser humano en medio del mundo. La Iglesia también está en el mundo y forma parte de él, en ella está por derecho propio la tentación y, a veces, como llegó a decir Pablo VI el humo de satanás.
En los tiempos recientes nos llegan noticias, quizá con más claridad que en otros tiempos, de las tensiones y de las tentaciones que se viven en las estructuras organizativas eclesiales y en los procesos de discernimiento y elección. Acaba de publicarse un libro-entrevista, escrito por Javier Martínez Brocal, “El sucesor”. En él se describe la relación del papa Francisco con su antecesor. El pontífice desea que se conozca de primera mano y con verdad cómo ha sido esa relación, para así iluminar otras interpretaciones que no son benévolas con respecto al tema. La tentación sigue invitando a las interpretaciones oscuras.
Respecto a la elección de Benedicto XVI en el cónclave, cuenta el papa que llegó a tener 40 de los 115 votos, lo que era suficiente para frenar la candidatura de Ratzinger, comenta: “si me hubieran seguido votando, él no habría podido alcanzar los dos tercios necesarios para ser elegido papa.
La maniobra consistía en poner mi nombre, bloquear la elección de Ratzinger y después negociar un tercer candidato diferente. Me contaron, más tarde, que no querían a un papa 'extranjero'. Fue una maniobra en toda regla. La idea era bloquear la elección del cardenal Joseph Ratzinger. Me usaban a mí, pero detrás ya estaban pensando en proponer a otro cardenal".
Llama la atención la sencillez y claridad con la que comenta ese proceso: "El cónclave empezó el lunes 18 de abril de 2005. La primera votación fue por la tarde. Aquella operación fue en la segunda o tercera votación, el martes 19 por la mañana. Cuando me di cuenta por la tarde, le dije a un cardenal latinoamericano, el colombiano Darío Castrillón: 'No embromen con mi candidatura, porque ahora mismo voy a decir que no voy a aceptar, ¿eh? Dejame ahí'. Y ahí ya salió elegido Benedicto".
El papa asegura que Joseph Ratzinger era su candidato porque "era el único que en ese momento podía ser papa". "Después de la revolución de Juan Pablo II, que había sido un pontífice dinámico, muy activo, con iniciativa, que viajaba... hacía falta un papa que mantuviera un sano equilibrio, un papa de transición". Entendía Bergoglio que en ese momento él no era la persona más adecuada, que no podría haber hecho nada, en aquel momento no habría sido posible su planteamiento. Manifiesta que él salió satisfecho y que está convencido que Benedicto fue una persona que favoreció un nuevo estilo y que esto lo hizo, sin facilidad, porque encontró mucha resistencia dentro del vaticano. Imagino que por parte de los que no querían que fuera elegido.
Recuerdo, bromeando, el dicho que si el prior juega a los naipes que no harán los frailes. Jesús fue tentado, lo fue Pedro, lo es la comunidad eclesial en todos los tiempos. Ahora toca estas tensiones y tenemos que seguir pidiendo que la Iglesia no caiga en la tentación, y en ella estamos todos. Los cardenales también cuando les preocupa que se elija un “extranjero”. En esta ocasión Francisco fue tentado, pero, ayudado por el Espíritu, no llegó a caer en la tentación. Ahora rezamos por su mejoría de salud.
No nos dejes caer en la tentación
No es lo mismo ser tentado que caer en la tentación. En la historia de la salvación descubrimos la tentación que surge de un dinamismo pervertido en la relación hombre y Dios. Desde la bondad de la creación que se fundamenta en el amor del creador, se abre la dinámica de la libertad que genera la gratuidad del que ama, sin imponer su fuerza como determinación absoluta. Esa libertad de amor cuando se sale de la dinámica de la confianza, entra en la desconfianza y se abre a la tentación de querer ser sin Dios, o frente a él. Así nos lo relata el génesis en el capítulo tercero cuando nos presenta la raíz de la caída en la tentación. Es el propio ego el que se tienta frente a un yo amado y donado, que puede ser construido sobre la gracia que Dios da. La caída en el ego, sin Dios, nos adentra en la desgracia.
El modo de ser humano irá siempre por esos derroteros que tensionan entre la gracia y la desgracia. Dios se empeña en el camino de la salvación gratuita, con el deseo de agraciar y acompañar hacia un destino de alianza y de comunión, en la confianza del que ama como un padre y quiere a su pueblo como un hijo. Al pueblo, le cuesta aceptar que su identidad la tiene por elección amorosa y gratuita, pretende conquistar lo que es por su propia fuerza, adentrándose en alianzas y luchas que no están marcadas por la gracia. Normalmente caen en desgracias, sometiéndose, no a los que le quieren, sino a los que lo utilizan como meros instrumentos de poder y posesión. Dejan las aguas de la vida para beber en aljibes rotos y corrompidos que dan enfermedad y muerte. Cuánto trabajo tuvieron los profetas para avisar, denunciar, esas tentaciones de peligro, y cuánto para sacarlos de sus desgracias anunciando los nuevos lazos de amor y alianza divina.
Jesús aparece encarnado en lo humano y sometido como todo hombre a su camino de discernimiento y elección en la tensión, a veces revestida de tentación fuerte para cambiar su camino de gracia y entrar en el terreno de la propia fuerza y éxito. En esa lucha nos presenta la raíz de un hombre nuevo, un adán agraciado, que se fundamenta y vive desde la radicalidad de la confianza en el amor del Padre que le ha reconocido como su hijo querido y único. Llama la atención cómo invita a sus seguidores a orar con insistencia a Dios Padre, no para que le quite las tentaciones sino para que no les deje caer en ellas. Se acepta la tentación como camino de la propia libertad que se fundamenta en el amor de Dios que se ofrece e invita, pero nunca se impone. Somos tentados porque somos libres y porque somos amados. El que nos ama está dispuesto a darnos la fuerza y la luz del espíritu para saber discernir y poder elegir en la clave de la gracia que sana, libera y salva.
La Iglesia hoy, como siempre, no está llamada a ser perfecta ante el mundo y a presentarse como la que no tiene tentaciones fuertes y radicales. Más bien lo contrario, ella es invitada a vivir desde la vulnerabilidad, apoyada en el espíritu para vivir con la fortaleza de la confianza en Dios. Poner nombre a las tentaciones, saber pedir perdón por las caídas, discernir juntos para evitarlas y caminar en comunidad para fortalecernos ha de ser lo propio de los seguidores de Jesús. Y así hasta otra ocasión, sin dejar de orar insistentemente: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.