"Hay que innovar" Proyectos y futuro

David López Royo
David López Royo

"A lo largo de la semana que ha concluido he tenido la oportunidad de participar en dos eventos. Sencillos ambos; pero llenos de vitalidad y de futuro"

"Se trata de un eslabón que une pasado, presente y futuro para elevar el ancla de un barco que está dispuesto a navegar surcando un océano abierto"

"Las dos iniciativas, cada una desarrollada por entidades diferentes y partiendo de puertos distintos, tenían un puerto común al que llegar, el puerto del futuro. Hay que innovar"

A lo largo de la semana que ha concluido he tenido la oportunidad de participar en dos eventos. Sencillos ambos; pero llenos de vitalidad y de futuro. Han estado presentes personas emprendedoras que coinciden con un perfil de empresarios y ejecutivos de varios proyectos empresariales. Lo que en los mismos se ha tratado supone un punto de apoyo para el diseño de un proyecto empresarial con futuro. Se trata de un eslabón que une pasado, presente y futuro para elevar el ancla de un barco que está dispuesto a navegar surcando un océano abierto, en donde el riesgo puede ser un limitante para una navegación tranquila y serena si no se aborda con confianza.

Las dos iniciativas, cada una desarrollada por entidades diferentes y partiendo de puertos distintos, tenían un puerto común al que llegar, el puerto del futuro, aunque las circunstancias económicas y sociales sean complicadas. Para ello hay que innovar y esto no se puede dar si no existe en cada persona emprendedora la motivación.

El primero tuvo lugar el pasado miércoles. La iniciativa fue de la Asociación de Empresarios Gallegos -AEGAS-. Se trató de un evento internacional con emprendedores gallegos ubicados en varios países, principalmente en el continente americano y en el continente europeo.

El segundo de produjo al día siguiente, jueves 29 de abril. Se trata de un proyecto potenciado e ideado por el Grupo Empresarial Calidad Pascual. Su nombre Pascual Innoventures. Se trata de innovar y de diseñar un futuro.

En el primero, Sara Dobarro fue la encargada de hacernos navegar, en una primera etapa, por un océano con un oleaje tranquilo. El barco de su reflexión nos hizo disfrutar de una travesía en donde pudimos dejarnos arrullar por un viento calmado y por una luz tenue que era percibida en nuestro cerebro con claridad, distinguiendo los colores que se filtraban en un atardecer tranquilo en Europa y en un mediodía exultante en el continente americano.

Sara, con delicada expresión, pero con fuerza, ante la seguridad de que capitaneaba un barco impulsado por la innovación nos plantea que la motivación en un proceso emocional unido al intelecto. El viento calmado nos acaricia y nos hace ponernos, a quienes nos hallábamos en la travesía de la innovación, en una posición de atención para dejarnos llevar por las indicaciones de nuestra capitana. Nos percatamos que un proyecto solamente se podrá consolidar mirando a un futuro que busque siempre un alto nivel de motivación. Nosotros, como pasajeros de un barco que se dirige a un puerto llamado futuro, deberemos de descubrir la relación existente entre la emoción y el intelecto.

La capitana nos dice que debemos abandonar el miedo. El océano nos hará navegar por tempestades, con nubes oscuras y vientos aterradores; pero esto no significa que no seamos capaces de superar las millas marinas en las que el barco corre peligro. No podemos olvidar que el barco es una reflexión que nos ayudará a encontrarnos a nosotros mismos. Nos indica que ante las dificultades podemos salir reforzados. La adversidad se puede superar y la búsqueda del Bien Común es una estrella que debe alumbrar nuestra travesía.

Hemos llegado al primer puerto y una vez anclados, nos invita Sara a que reflexionemos acerca de la resiliencia, por cuanto puede suponer la capacidad de afrontar la adversidad creando recursos internos para salir fortalecidos y alcanzar la excelencia personal y profesional.

Con este espíritu el barco sale del puerto y comienza una nueva andadura, surca, con fuerza y con energía, una ruta que nos devuelve a la brisa suave y a una bóveda soleada y brillante. Nuestra capitana nos indica que a babor podemos ver nuestro reflejo y éste no es otro que la motivación que se transparenta por el sol de nos envuelve.

A continuación nos sugiere que nos viremos a estribor porque, nuestra derecha contemplada desde la popa, nos interacciona a cada navegante con nosotros mismos y con los demás. Nuestro cerebro se activa y nos recuerda que la motivación es un proceso intrínseco en los humanos que resulta de la combinación de procesos intelectuales, fisiológicos y psicológicos.

Motivación

Estamos surcando las aguas de un océano aparentemente tranquilo; pero nuestra capitana nos recuerda que la innovación no está exenta de barreras. La innovación, muchas veces, la mayoría, se topa con la cultura del inmovilismo y con los intereses creados que no quieren perder su posición y privilegios. Podemos navegar en una tempestad en toda regla. Para superar la agitación de las lluvias torrenciales, que en el océano son impresionantes, formando cortinas difíciles de atravesar y originadas por quienes nunca quieren cambiar.

Es preciso, según nuestra capitana posicionada en el puente de mando de nuestro barco, que reconozcamos que en el proceso de la motivación, única herramienta segura para arrinconar a los negativos y destructores, interviene la atención, la autoconciencia, la percepción, la sociabilidad y la memoria.

Somos seres racionales, por esta razón la negatividad no puede campar a sus anchas en nuestras mentes. Esta tempestad hay que atravesarla con un alto nivel de motivación. La energía de nuestro barco es ser personas motivadas. La proa de nuestro barco debe de mirar siempre al futuro y esto no será posible si no nos sentimos con motivación.

Nuestra capitana nos insiste que para superar cualquier tempestad, además de nuestra racionalidad, y reconociendo que somos seres evolucionados con nuestra dimensión intrínseca de ser empresarios, no podemos dejar a la deriva nuestras empresas y negocios, de ahí la necesidad de encender nuestro interruptor de la motivación, un proceso en el que juega un papel importante el hipocampo, lugar en donde se almacena nuestra memoria.

Casi, sin percatarnos, estamos llegando al siguiente puerto. El barco se desliza suavemente salvaguardado por los diques que configuran el espacio en donde pasará la noche nuestra nave. Una vez anclados se percibe el choque del agua con las paredes del casco. La motivación suena de manera constante en nuestros cerebros, nuestra capitana ha logrado conducirnos a un puerto seguro. Ha generado confianza.

De nuevo nos hallamos navegando, esta vez con la bandera de la motivación bien sujeta en nuestras mentes. El barco prosigue su ruta y en el horizonte se dibuja un futuro alentador. Estamos convencidos que nos toca liderar la motivación. No podemos escondernos, al contrario, tenemos que dejarnos acariciar por la brisa del futuro. Tenemos que generar círculos de confianza. La tempestad no puede romper la confianza de lo que somos, personas emprendedoras.

La fórmula del éxito es sumar la excelencia de cada uno de nosotros como líderes motivadores propios del siglo XXI.

En el horizonte, nuestro barco percibe que para construir un espacio cambiante es necesario potenciar dos virtudes, la paciencia en la proactividad. La paciencia para entendernos y aliviar tensiones y la proactividad para reenfocar nuestro negocio y aceptar el destino sin miedo.

Hemos llegado al siguiente puerto, nuestro destino, que no es otro que el de ser personas que se arriesgan a emprender para construir un futuro con esperanza. En definitiva Proyectos con futuro.

La próxima semana navegaremos a través del proyecto Pascual Innoventures porque el océano en el que navega el barco de la motivación hace posible que su fuerza sea la innovación.

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