El pueblo en verano


Da pena hasta irse de vacaciones; sí, ya sé que hay que hacerlo, que es necesario el descanso y bla bla bla... pero a quien no conozca cómo son los veranos en los pueblos chicos, le aseguro que se está perdiendo algo realmente chiripitifláutico: en verano el pueblo se transforma.

Atrás quedan las noches largas y oscuras del duro invierno; en julio y agosto, el pueblo se multiplica, de repente no encuentras sitio para aparcar, vuelven los expatriados a recargar pilas en el terruño y hay gente por todos lados... hasta entras en una tienda y hay alguien que no conoces, tremenda sensación.

Rara es la noche que no hay "algo": maratón de futbito a beneficio del equipo del pueblo, play-backs (que no play-boy que decía mi vecina...), verbena contra el cáncer, fiesta de los pueblos del mundo, teatro de la asociación de mujeres, velá de la parroquia, actuación del grupo de la jota extremeña... "De todo y por su orden", nada de tele ni de videoconsola, se trata de salir, pasear, charlar, sentarse al fresco, estar con unos y con otros...

Luego está la piscina, las terrazas, el parque para los mostrencos (o sea, los adolcescentes), las actividades de la casa de la cultura... Y, por supuesto, la feria: cuatro días de trasnochamiento salvaje, juerga, baile, risas, botellón, churros... se deja la crisis en stand by y el personal se dedica a divertirse sin paliativos.

Cuando uno va de vacaciones al pueblo, inmediatamente forma parte de algo. Veranear es, sobre todo, disfrutar de la compañía de los otros, es estar tranquilo pero sin anonimato, es sentirse una gran familia que trata de celebrar la vida y compartirla; nada virtual, roce y beso, sabor a sandía fresca y estrellas.

Mi amiga María Luisa, que es de Sevilla y aprende a vivir en la Algaba, me lo cuenta en un EMail de manera muy graciosa; no se enfadará si reproduzco sus palabras:

Aunque no paramos en La Algaba, nos tocan de refilón todas las fiestas y actividades que organizan... ¡madre mía! No veas que pueblo más activo, siempre hay algo, carrera, concierto, carnaval, procesión, toros, hasta boxeo y encuentros de los evangelistas en el polideportivo, que la otra noche nos acercamos al concierto que tenían y nos agasajaron con un DVD del predicador que tiraron por los aires desde el escenario jejejeje...

La semana pasada fui a la casa de cultura y conocí a la concejala de cultura, que muy atenta ella ha quedado en mandarme por email la programación de teatro y otras actividades que han organizado para este verano(hay grupo de teatro en el pueblo), y olisqueé por la biblioteca, y como ahora empieza el horario de verano y no abren por la tarde, para que pueda devolver los libros me han hecho el favor con el siguiente pacto: se lo tengo que entregar a la muchacha del kiosko de la avenida para que se lo de a su madre, Antoñita, que es la limpiadora de la biblioteca, porque según dicen ellos “en este pueblo somos todos muuuu muuu serviciales”. Te partes, no me extraña que te lo pases bien en el pueblo, yo voy descubriendo el mío poco a poco.
César L. Caro
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