Memoria remota

Había olvidado que los lobos no se acercan a los rebaños con una rosa entre los dientes, que el zorro no viene al corral a acariciar a las gallinas, que el jabalí no viene a los maizales a mearles en la raíz para que engorden las mazorcas y que el rayo que hiende el roble no es “un palomo de lumbre”. Quienes creen que los que cortan los árboles les roban el viento y que quienes limpian los ríos les arrebatan la belleza de la frondosidad de los valles no saben nada de la memoria remota de las comunidades aldeanas”. Trabajar y vivir de la naturaleza no es jugar con un ramo de rosas”. Vuelvo a apreciar el rayo de sol que se filtra entre las rendijas de las nubes y la púrpura infinita de las estrellas, a escuchar las esquilas de las vacas sueltas en la montaña, canto de mil cigarras, a alzar los ojos a la muda inmensidad del cielo, y a ir más allá de donde alcanzan mis ojos siguiendo la ruta del sol poniente, puerta de fuego del horizonte, me dijo apostado a la barra de O Palleiro

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