No vayáis a cursos de verano sobre el mundo moderno, sobre espiritualidad hoy ni aprovechéis para leer algún libro pesado sobre el mundo que nos ha tocado vivir. Vosotros ya sabéis que el mundo va mal, que la juventud no practica, que la gente es muy materialista y que el gobierno es laicista. A muchos de vuestros feligreses podéis seguir contándoles las mismas cosas de la misma manera que hasta ahora lo habéis hecho porque la mayoría de ellos no han salido de su valle o no han bajado de su montaña, y no han atravesado ninguna frontera.
Daros un garbeo por alguna playa frecuentada por gente famosa y de un tiro matareis dos pájaros: os relajareis y os pondréis al día de un solo golpe de vista. Si podéis intimar con una chica sencilla, espiritual, será estupendo. La gente no entiende ni perdona las faltas de caridad pero con esas cosas es muy comprensiva. Además, seguro que no va a pasar nada.
Eso sí, tener cuidado. Hoy la gente se mete por todas partes y en cualquier lugar puede haber alguien que os conozca aunque vosotros no le conozcáis y tener que dar explicaciones puede ser fastidioso. En cualquier bar o taberna o cafetería podéis hacer vuestras confidencias a cualquier amigo. Cuando vosotros os hayáis levantado de la silla, seguramente vuestro amigo cuente lo que os ha oído a quien se le ponga a tiro porque, aún en nuestros días, mola eso de contar cosas de un cura.