Los días previos a la salida, vete a un supermercado, o a una droguería y compra todos los mejunjes que hayas oído recomendar en los anuncios de la tele o hayas podido leer en revistas especializadas.
Cada día antes de salir para ir a la playa, embadurnate y ponte como un san benito; si es posible hasta el punto de que nadie te reconozca, ni siquiera los tuyos. Cuando legues a la playa, no te bañes, tirate al sol hasta ponerte rojo como un gamba. No te muevas hasta que sientas que estás casi cocinado.
Al regresar a casa dedica todo el tiempo necesario a lavarte hasta que tu cuerpo quede limpio como una patena para pode apreciar como Dios manda las quemaduras.Al día siguiente haz lo mismo para que, a la vuelta, nadie dude de que has estado al sol.