"La Iglesia está ayudando entregadamente a los que más sufren con la crisis" Adolfo González Montes: "La política ha de ser un servicio y no un negocio"

(José Manuel Vidal).- El obispo de Almería, Adolfo González Montes es uno de los mejores teólogos del episcopado, no en vano redacta sus grandes textos. Preocupado por el fenómeno de la corrupción "siempre denunciado por los obispos", advierte de que "la política ha de ser un servicio y no un negocio". Además, dice sentirse molesto por la "manipulación programada" del último libro de Benedicto XVI, al que considera "ya un gran Papa, que pasará a la historia por su servicio a la verdad de la fe".

¿Qué opina, como teólogo, de «La infancia de Jesús» del Papa Ratzinger?

Responde perfectamente a lo que el Papa se propuso. Es una introducción a los dos volúmenes de su obra sobre Jesús. La infancia de Jesús es contemplada teniendo presente el acontecimiento de la de Cristo a la luz de la fe, pero conociendo los datos, es decir, los métodos exegéticos y sus resultados de las ciencias bíblicas y, por tanto, la investigación de la exégesis histórico-crítica sobre los evangelios.

¿Le molesta que el libro del Papa pueda quedarse reducido, en el imaginario popular, a lo del buey, la mula o los Reyes Magos de Tarsis?

Me molesta lo que ha sido su manipulación programada, sirviéndose para ello de los medios de comunicación quienes así lo han hecho.

¿Qué puede hacer la Iglesia ante la plaga de la corrupción, que afecta a las instituciones y a casi todos los partidos políticos?

Proponer a tiempo y a destiempo, como dice san Pablo, la fuerza renovadora del Evangelio, que lleva consigo la palabra profética de Jesús, prolongada en la predicación de la Iglesia; y, naturalmente, tratar de que los cristianos vivamos de forma coherente la fe que profesamos. La fe sin obras es una fe vacía, una fe muerta. El testimonio es parte sustancial y medio de la propuesta del mensaje evangélico.

¿Es peligrosa para el sistema democrático la desafección popular hacia los políticos y la política?

Hay, ciertamente, un riesgo para la sociedad, cuando los ciudadanos pierden la fe en la capacidad de los políticos para gestionar con honradez y solvencia la vida pública, que pueden aprovechar los enemigos de la democracia. No podemos olvidar la experiencia de la historia, también la historia acredita que no hay otro camino para organizar la convivencia que la democracia política. La corrupción en los políticos no es un hecho aislado, hay corrupción en la sociedad, en el ejercicio de la justicia, en la producción y en las relaciones laborales. Por otra parte, lo hemos politizado casi todo hasta la asfixia y hemos dejado de lado los principios morales. No obstante, hay que ser justos en los análisis con la realidad social en su conjunto y no caer en los juicios de valor ideológicos descalificando por interés político a los que no están del lado de uno. La política ha de ser un servicio y no un negocio; y son muchos los políticos que, gracias a Dios, lo entienden así y son los primeros perjudicados por los políticos corruptos.

¿Está desplegando la Iglesia católica toda su capacidad samaritana para socorrer a las tan numerosas víctimas de la crisis? ¿Además de pan, está ofreciendo esperanza?

Creo que es patente a todo el mundo, salvo para los que no quieran verlo, que la Iglesia está ayudando entregadamente a los que más sufren con la crisis. Al mismo tiempo está proponiendo que se lleven a cabo los cambios que sean necesarios para asegurar un desarrollo económico y social fundamentado en la equidad y la justicia, que tenga en cuenta que el fundamento de todo progreso es la dignidad de la persona. La Iglesia promueve una civilización del amor, porque, como se ha dicho con acierto, sólo el amor es digno de fe, y fuente de esperanza. La Iglesia alimenta la esperanza en el amor de Dios por los seres humanos, que, siendo universal, es amor preferencial por los pobres y por cuantos sufren por una u otra causa, la garantía de la vida futura para el mundo. Sin Dios no hay esperanza consistente.

¿Qué opina de los católicos que dicen que debería oírse más la voz de denuncia episcopal acerca de los causantes de una crisis, que están pagando los que no la provocaron?

Los obispos españoles venimos hablando con claridad, ya antes de que hicieran su aparición los efectos visibles la crisis, sobre las raíces morales de una situación que viciaba la democracia, una situación en la que el enriquecimiento fácil era la gran tentación, que venía además aliada con un laicismo violento y arrogante, que excluye cualquier referencia a Dios del ordenamiento de la sociedad. En 2009 la Asamblea plenaria de los obispos hizo una declaración en la que llamaba la atención sobre las verdaderas causas morales de la crisis económica. De nuevo la Comisión permanente, en octubre del año pasado, ha vuelto a manifestarse pidiendo solidaridad con los más afectados por la crisis, los que padecen sus consecuencias de forma más graves. Cada obispo en su diócesis ha hablado sobre la crisis y sus causas en homilías y cartas pastorales, reclamando solidaridad con los más empobrecidos, los que han perdido el trabajo o la casa, llamado la atención sobre las familias sin recursos; porque no es justo que caigan los peores efectos de la crisis sobre los más desvalidos económicamente, sobre los más dependientes.
Las Iglesias diocesanas han acrecentado los recursos de Caritas, y la Conferencia Episcopal ha destinado de su propio presupuesto partidas especiales para apoyar la acción caritativa y social, al tiempo que reclama justicia y las reformas sociales necesarias. Yo me manifesté con claridad en la cumbre de líderes religiosos en Bruselas, como lo hicieron otros obispos católicos y de otras Iglesias, y otros dirigentes religiosos. No sé si nosotros podemos hacer más, porque poner el dedo en la llaga lo venimos haciendo.

Como presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe, ¿cómo ve el latido de la Teología española en estos momentos? ¿Hay relevo a los grandes teólogos, todavía vivos muchos de ellos, pero ya mayores?

La Teología española acusa la crisis de las facultades eclesiásticas, al haber disminuido en la forma conocida el número de estudiantes de ciencia eclesiásticas, pero han disminuido los estudiantes de todas las facultades, con efectos más visibles en los estudios de las Humanidades. La generación de teólogos de los años setenta y ochenta, que se preparó en los años cincuenta y sesenta ha concluido su ciclo docente. En sus logros, que han sido muchos, influyó el clima del Vaticano II y las corrientes renovadoras, pero también la generación de estudiantes que sostuvo y apoyó a los nuevos maestros, que sucedieron a los teólogos de la restauración de la postguerra.
Hoy hay docentes nuevos empeñados en sacar adelante las facultades, ciertamente con menos alumnado que en décadas ya pasadas. Son los teólogos de la nueva generación, con buena preparación científica y que van adquiriendo un nombre. El reciente congreso de Salamanca lo ha puesto en evidencia. La Teología seguirá adelante, aunque el escenario eclesial sea otro y el contexto cultural distinto en una sociedad muy secularizada, pero que acusa, para un observador no superficial, una enorme necesidad de fe religiosa. El reto de los nuevos teólogos es hacerle un sitio a la Teología en este nuevo contexto.

¿Le dolió tener que intervenir en el caso del teólogo Andrés Torres Queiruga?

Era necesario hacerlo para salvaguardar la identidad de la fe y la comunión eclesial. No ha sido una cosa de hoy para mañana. Ha sido una intervención madurada.

¿Se asoma usted habitualmente a Internet?

Sí, de modo habitual, siempre que lo necesito y no me lo impiden otros compromisos y ocupaciones.

¿Qué le parece el éxito arrollador del Papa en Twitter?

El éxito del Papa es debido a lo que le decía antes. La fe interesa y este interés lleva al aprecio sin prejuicios de la palabra de la Iglesia, que supera un día y otro la crítica que no cesa. Twiter ha acogido con entusiasmo la presencia del Papa en las redes sociales porque se perciben los efectos benéficos de esta presencia, se valoran sus opiniones y se aprecia su magisterio sin compromisos sobre la verdad de las cosas a la luz de la fe.

¿Cómo pasará a la Historia Benedicto XVI?

Pienso que Benedicto XVI es ya un gran Papa y que pasará a la historia por su servicio a la verdad de la fe, que es beneficio para el hombre. El hombre de hoy quiere construir la realidad a su medida y al margen de la verdad que sustenta la realidad. Vivimos de eufemismos para disimular la verdad de las cosas y hacernos creer a nosotros mismos que las cosas son como queremos que sean. Contra esta ceguera voluntaria y muy mayoritaria en al sociedad actual, el Papa nos recuerda la verdad del hombre que la razón y la fe nos ayudan a desvelar y alcanzar.


Algunos titulares

Me molesta la manipulación programada del libro del Papa

Para atajar la corrupción, la iglesia puede proponer a tiempo y a destiempo la fuerza renovadora del Evangelio

La corrupción en los políticos no es un hecho aislado, hay corrupción en la sociedad

La historia acredita que no hay otro camino para organizar la convivencia que la democracia política

La política ha de ser un servicio y no un negocio

Creo que es patente a todo el mundo, salvo para los que no quieran verlo, que la Iglesia está ayudando entregadamente a los que más sufren con la crisis

La Iglesia alimenta la esperanza en el amor de Dios por los seres humanos

Ya antes de la crisis, los obispos denunciamos una situación en la que el enriquecimiento fácil era la gran tentación

No es justo que caigan los peores efectos de la crisis sobre los más desvalidos económicamente

No sé si los obispos podemos hacer más, porque poner el dedo en la llaga lo venimos haciendo

La sociedad secularizada acusa una enorme necesidad de fe religiosa

El reto de los nuevos teólogos es hacerle un sitio a la Teología en este nuevo contexto

Era necesario intervenir en el caso de Torres Queiruga para salvaguardar la identidad de la fe y la comunión eclesial

Benedicto XVI es ya un gran Papa y pasará a la historia por su servicio a la verdad de la fe

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