XIX Domingo del Tiempo Ordinario 10-08-2025 Mantener la fidelidad a la tarea encomendada

Jesús se dirige a sus discípulos llamándolos “pequeño rebaño” e invitándolos a no tener miedo porque el reino prometido por el Padre será una realidad
Por esa confiaza les recomienda vender sus bienes para que el corazón esté del lado del verdadero tesoro que nadie podrá arrebatarles. Ese tesoro es el reino que se comienza a vivir aquí esperando su plenitud en el más allá
Han de estar vigilantes para la llegada del Señor, llegada que expresa con los símbolos del reino: la mesa compartida, el servicio del mismo Jesús a los suyos
Pidamos saber vivir en la vigilancia activa, conscientes de la responsabilidad que llevamos entre manos para hacer fructificar el reino de Dios en nuestra vida y en el mundo en el que vivimos, manteniendo la fidelidad a la tarea encomendada.
Han de estar vigilantes para la llegada del Señor, llegada que expresa con los símbolos del reino: la mesa compartida, el servicio del mismo Jesús a los suyos
Pidamos saber vivir en la vigilancia activa, conscientes de la responsabilidad que llevamos entre manos para hacer fructificar el reino de Dios en nuestra vida y en el mundo en el que vivimos, manteniendo la fidelidad a la tarea encomendada.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque el Padre ha tenido a bien darles el reino. Vendan sus bienes y denlos en limosna; háganse bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará también su corazón. Tengan ceñida su cintura y encendidas las lámparas. Ustedes están como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo ustedes, estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá». (Lucas 12, 32-48)
El evangelio de hoy continúa con un tema similar al evangelio del domingo pasado donde se invitaba a no atesorar riquezas en la tierra. En esta ocasión, Jesús dirige el mensaje a sus discípulos a quienes llama “pequeño rebaño”, invitándolos a no tener miedo porque el reino prometido por el Padre será una realidad. Esta confianza hace posible las peticiones que les hace: “vender los bienes y darlos en limosna”, es decir, entrar en la dinámica del compartir que supone el reino de Dios. De esa manera el corazón estará del lado del verdadero tesoro que nadie puede arrebatarles. Ese tesoro es el reino que se comienza a vivir aquí esperando su plenitud en el más allá.
Continúa el evangelio invitando a la vigilancia con las expresiones “tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas”. La vigilancia tiene un motivo: la llegada del Señor el cual, al encontrarlos en vela, él mismo se sentará a la mesa y se pondrá a servirles. Notemos que los símbolos empleados son los del reino: la mesa compartida, el servicio del mismo Jesús a los suyos. Jesús refuerza esta invitación con el ejemplo del hombre que si supiera a qué horas viene el ladrón, no dejaría que entrará. De la misma manera, los discípulos han de mantener la vigilancia para el momento definitivo que no se sabe cuándo será, pero frente al cual se ha de estar preparados.
Ante estas recomendaciones, Pedro le pregunta si esa parábola la dice por ellos o por todos y Jesús responde con una pregunta en la que podríamos decir nos incluye también a nosotros: todos aquellos a los que Dios les confía la administración de la buena noticia han de vivir con la diligencia que corresponde. Pone de nuevo un ejemplo, en esta ocasión, del administrador que reparte la ración de alimento a tiempo, es decir, que cumpla con todas sus obligaciones para que cuando llegue el dueño, pueda recompensarlo. Pero si hace lo contrario, pensando que el dueño no va a llegar todavía, tendrá la suerte de los que no cumplen con su responsabilidad. Jesús utiliza un lenguaje que todos pueden entender, hablando de ser recompensado o castigado, pero hemos de tener en cuenta que nuestro Dios no es un Dios de premios y castigos, sino un Dios misericordia y amor incondicional que siempre estará ofreciéndonos la salvación. Por eso, la última frase del texto hemos de entenderla desde nuestra propia responsabilidad: somos nosotros mismos quienes con nuestras obras habremos aprovechado las muchas bendiciones dadas o las habremos derrochado. En este último caso, seremos nosotros los que decidamos apartarnos del Señor, no aceptando su amor gratuito y total.
Pidamos saber vivir en la vigilancia activa, conscientes de la responsabilidad que llevamos entre manos para hacer fructificar el reino de Dios en nuestra vida y en el mundo en el que vivimos, manteniendo la fidelidad a la tarea encomendada.
(Foto tomada de: https://www.chimbotenlinea.com/evangelio-dominical/10/08/2014/es-en-el-partir-y-compartir-el-pan-donde-se-descubre-al-discipulo-y)