Entrevista al decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca Román A. Pardo: "No vivimos tiempos de 'generar pensamiento teológico', pero sí estamos dando respuestas teológicas pastorales"

"La enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia tiene mucho que decir, por eso nosotros quisimos hacernos presentes con temas también provocadores y sorprendentes para los ajenos a la reflexión social de la Iglesia, desde un espíritu ecuménico y con solvencia académica"
"La democracia tiene sus peligros y cuesta mantenerla sana e higiénica"
"La democracia se sustenta en la soberanía popular, algo en que los teólogos de la Escuela de Salamanca fueron pioneros en proclamar, aquí debiéramos citar a Martín de Azpilcueta en su famosa tesis defendida ante Carlos V titulada: 'El reino no es del rey, sino de la comunidad y por derecho natural es de la comunidad y no del rey, por esta causa no puede la comunidad abdicar totalmente de su poder'. Aviso para navegantes"
Laudato Si: "Es suficiente para hacernos una idea de la vigencia del escrito magisterial, sin olvidar reclamos proféticos como la indicación de buscar cauces en vistas a la condonación de la deuda económica de los países pobres; vinculándola a la deuda ecológica que los países ricos tienen históricamente con los países pobres o en vías de desarrollo"
"Lo cierto es que teología no está en los momentos gloriosos de las “vacas sagradas” posconciliares. Todos aquí citaríamos nombres como Olegario González de Cardedal, Ramón Trevijano, Juan Luis Ruiz de la Peña, José Román Flecha, Santiago del Cura, Juan Alfaro, Marciano Vidal, Juan María Laboa, incluso, más cercanos, Santiago Madrigal, Gabino Uribarri y Eloy Bueno"
"La democracia se sustenta en la soberanía popular, algo en que los teólogos de la Escuela de Salamanca fueron pioneros en proclamar, aquí debiéramos citar a Martín de Azpilcueta en su famosa tesis defendida ante Carlos V titulada: 'El reino no es del rey, sino de la comunidad y por derecho natural es de la comunidad y no del rey, por esta causa no puede la comunidad abdicar totalmente de su poder'. Aviso para navegantes"
Laudato Si: "Es suficiente para hacernos una idea de la vigencia del escrito magisterial, sin olvidar reclamos proféticos como la indicación de buscar cauces en vistas a la condonación de la deuda económica de los países pobres; vinculándola a la deuda ecológica que los países ricos tienen históricamente con los países pobres o en vías de desarrollo"
"Lo cierto es que teología no está en los momentos gloriosos de las “vacas sagradas” posconciliares. Todos aquí citaríamos nombres como Olegario González de Cardedal, Ramón Trevijano, Juan Luis Ruiz de la Peña, José Román Flecha, Santiago del Cura, Juan Alfaro, Marciano Vidal, Juan María Laboa, incluso, más cercanos, Santiago Madrigal, Gabino Uribarri y Eloy Bueno"
"Lo cierto es que teología no está en los momentos gloriosos de las “vacas sagradas” posconciliares. Todos aquí citaríamos nombres como Olegario González de Cardedal, Ramón Trevijano, Juan Luis Ruiz de la Peña, José Román Flecha, Santiago del Cura, Juan Alfaro, Marciano Vidal, Juan María Laboa, incluso, más cercanos, Santiago Madrigal, Gabino Uribarri y Eloy Bueno"
"Tristemente desde que Caín mató a Abel el género humano es cainita. Nunca ha habido paz, salvo en la voluntad originaria de Dios". Román A. Pardo, decano de la Facultad de Teología de la UPSA, se muestra preocupado por los riesgos del sistema democrático en el mundo actual, marcado por las guerras, el odio, la polarización y la corrupción.
"Las democracias tiene sus peligros y cuesta manenrla sana e higiénica", incide el teólogo, que ha participado recientemente en un encuentro del CELAM sobre las tansformaciones, y resistencias, para un mundo en democracia, y en paz.
Ha participado en el encuentro ‘Horizontes y transformaciones para la igualdad. Democracias, resistencias, comunidades y paz’. ¿en qué ha consistido?
La realidad es que en el breve espacio de un mes he podido participar en dos iniciativas Iberoamericanas en cierto modo conectadas entre sí. En la primera pude participar junto con el Rector de la UPSA en eI Encuentro Sinodal de Rectores Universitarios por el Cuidado de la Casa Común (RUC), apoyado por la Pontificia Comisión para América Latina, de hecho, fui invitado por la profesora Emilce Cuda que como es bien sabido es la secretaria de dicha Comisión. El evento contó con la participación de representantes de Estados Unidos, América Latina, Inglaterra, España y Portugal y tuvo lugar del 20 a 24 de mayo en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio). Tuve la suerte para ser designado como uno de los ponentes de la Conferencia inaugural que versó sobre la “Coordinación Comunitaria Intercontinental para el Desarrollo Sostenible” y como expositor en la Mesa Redonda con el tema con el tema “Estado de la deuda pública y ecología”. Es con este mismo tema donde participé en la X Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales 2025 (CLACSO2025) que tenía por título “Horizontes y transformaciones para la igualdad. Democracias, resistencias, comunidades y paz”.

En concreto, participé como ponente en la Mesa-Panel titulada “10º aniversario de Laudato si ´. Balance, vigencia y desafíos” junto con el teólogo luterano y amigo Hans Egil Offerdaly, el famoso sacerdote-villero Charly Olivero, actualmente del Consejo Episcopal Latinoamericano, siendo moderados por Diego Álvarez Newman del Programa de Estudios de la Cultura de la Universidad Nacional Arturo Jauretche/CONICET (Argentina) y María Isabel Gil Espinosa del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana de Bogotá.
Lo que queríamos era hacer presente la reflexión teológica en el contexto de este magno acontecimiento que era CLACSO 2025, organización que reúne por decima vez y desde los 25 años de su fundación a expertos de todo el mundo, especialmente de América latina, en torno a las ciencias sociales, con un marcado espíritu progresista. Sabíamos que la Iglesia no es normalmente escuchada en estos contextos, pero también estábamos convencidos que la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia tiene mucho que decir, por eso nosotros quisimos hacernos presentes con temas también provocadores y sorprendentes para los ajenos a la reflexión social de la Iglesia, desde un espíritu ecuménico y con solvencia académica. En cierto modo estuvimos en la vanguardia de los temas más candentes de la actualidad sobre economía, política y sociedad, ya que hubo más paneles sobre temáticas teológicas que contaban todos ellos con el apoyo del CELAM.
¿Están las democracias en peligro en el mundo de hoy?
Se suele atribuir a Winston Churchill la frase de que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Todas las cosas positivas que ha logrado el ser humano, sobre todo donde entran en juego la comunión de voluntades y de libertades, son delicadas y frágiles y la democracia también lo es. La democracia tiene sus peligros y cuesta mantenerla sana e higiénica. En el fondo, el problema radica en que una salud democrática conlleva un esfuerzo de ejercicio en lo que podemos definir como la misma “virtud democrática” y eso cuesta sacrificios y sufrimientos. Sin embargo, parece que una sociedad “blandita” como la que hemos ido creando, en eso que llamamos con ese término de posmodernidad, lo que cuesta no está tan de moda y, por eso, creo que se produce esto que casi todos estamos de acuerdo y es que vivimos una crisis de la democracia a nivel mundial y, por tanto, de las “democracias” en particular.
Parece que una sociedad “blandita” como la que hemos ido creando, en eso que llamamos con ese término de posmodernidad, lo que cuesta no está tan de moda y, por eso, creo que se produce esto que casi todos estamos de acuerdo y es que vivimos una crisis de la democracia a nivel mundial y, por tanto, de las “democracias” en particular
¿Cuál es el papel de las comunidades en la construcción de las democracias?
Un protagonismo principal, pero sin olvidar que las comunidades las formamos las personas. Personas configuradas en un tiempo y en un espacio, con un techo cultural concreto. Se necesita recordar que las relaciones humanas deben ser reflexionadas y discernidas, una y otra vez, desde la reflexión ética. Es la ética, la búsqueda de la vida buena, no confundir con buena vida, la que debe ser el alma inspiradora de nuestros sistemas políticos, económicos, legislativos, judiciales… Esto no es fácil, por eso es necesario estar en constante estado de vigilancia, como centinelas, ya que el poder corrompe. Para ello es necesario poner en marcha mecanismos educativos y de comprensión propios que faciliten la activación y participación de los que conformamos la sociedad civil. No olvidar que la democracia se sustenta en la soberanía popular, algo en que los teólogos de la Escuela de Salamanca fueron pioneros en proclamar, aquí debiéramos citar a Martín de Azpilcueta en su famosa tesis defendida ante Carlos V titulada: “El reino no es del rey, sino de la comunidad y por derecho natural es de la comunidad y no del rey, por esta causa no puede la comunidad abdicar totalmente de su poder”. Aviso para navegantes.

¿Puede existir paz sin democracia, o viceversa?
Tristemente desde que Caín mató a Abel el género humano es cainita. Nunca ha habido paz, salvo en la voluntad originaria de Dios, de tal modo que la violencia forma parte de eso que los teólogos llamamos mysterium iniquitatis que nos remite al pecado original y la presencia del mal moral en el mundo. También se le atribuye a Churchill la frase que dice que la democracia es el sistema político que nos permite cambiar de gobierno sin matarnos y, en ese sentido, la democracia facilita la paz. La democracia se fundamenta en la igualdad de los ciudadanos, en el respeto mutuo, en la posibilidad del diálogo y en la capacidad de un debate racional que debe estar asentado en la verdad, por lo tanto, la democracia se desarrolla también éticamente, ya que como todo lo humano puede ser traicionada dentro de sus propios ideales. Es curioso como en la mitología la paz tiene dos hermanas, el buen gobierno y la justicia. La doctrina social de la Iglesia nos ha dicho que la paz es “fruto de la justicia” (Pío XII), Juan XXIII la reclamaba primero en el corazón de cada uno y luego ligada a los derechos humanos, al desarme, al desarrollo de la gobernanza mundial, Pablo VI relacionó el desarrollo humano integral con la consecución de la paz y Juan Pablo II indicó que la solidaridad es un nombre moderno de la paz, Benedicto XVI recogiendo lo anterior delineó las relaciones entre desarrollo, justicia, seguridad alimentaria, libertad, desarrollo humano integral y autoridad internacional efectiva para la consecución de la paz y el cuidado del medio ambiente y, finalmente, Francisco nos habló de la fraternidad universal y la amistad social como fundamentos que determinan lo absurdo de la guerra. El mismo papa León XIV comenzó su magisterio recordándonos que la paz de Cristo es desarmada y desarmante. La democracia facilita la paz, pero en democracia también hemos llegado a la guerra, me gusta recordar las palabras desde la experiencia del historiador inglés Christopher Dawson que al final del primer tercio del siglo XX señaló como las circunstancias históricas fueron empujando paradójicamente al cristianismo a ser la última defensa de la democracia y del pluralismo, afirmando con palabras del teólogo Karl Barth que “la teología y la Iglesia son las fronteras naturales de todo, incluso del Estado totalitario”.

Ha intervenido en una mesa redonda sobre ‘10º aniversario de Laudato si´. Balance, vigencia y desafíos’. ¿Cuál es la vigencia de la encíclica verde de Francisco hoy?
Lo primero es recordar que el mismo papa Francisco solía recordar que su encíclica no era un documento verde o ecológico, era una encíclica ecosocial, a mí me gusta decir un escrito de “teología pastoral ecosocial”. En el número 139 de dicho documento se nos recordaba -en la línea de ese principio que tanto le gustaba la Papa de que “todo está conectado”- que no hay dos crisis, una ecológica y otra social, sino una sola crisis con dos dimensiones o con dos caras. Esto nos lleva a destacar -con todo dramatismo- que los abusos y desmanes contra la naturaleza destacan en primer lugar por el egoísmo de los seres humanos, los cuales estamos dispuestos por el afán de enriquecimiento infinito a pecar contra los hermanos, destruyendo el mismo hábitat que les cobija, no dándoles ninguna posibilidad de adaptación, desplazándoles en las llamadas migraciones ambientales, destruyendo su forma de comprender y vivir su propio estilo cultural de vida. Es indudable que destruimos la naturaleza de manera irracional, ya en 1973 E. F. Schumacher advertía que somos tan absurdos que estamos agotando los recursos naturales porque los extraemos como si no hubiera un mañana, creyendo que estamos usando de la renta y en realidad estamos usando del capital, por lo que ya avisaba de la necesidad de buscar nuevos recursos energéticos. El papa Francisco con el concepto de ecología integral nos está recordando que el cuidado de la casa común implica cuidar la ecología humana en todas sus dimensiones: en la necesidad de buscar modos de transición energéticas que sean respetuosos con la naturaleza, con los otros individuos -también intergeneracionalmente- y con los otros pueblos, con nosotros mismos, con los derechos que Dios tienen sobre su obra y, todo ello, sin que las riquezas-cosas nos cosifiquen, de tal modo que esto le sirve al Papa para realizar una crítica certera a los modelos capitalistas radicales que nos dominan. Más podemos decir, pero creo que esto es suficiente para hacernos una idea de la vigencia del escrito magisterial, sin olvidar reclamos proféticos como la indicación de buscar cauces en vistas a la condonación de la deuda económica de los países pobres; vinculándola a la deuda ecológica que los países ricos tienen históricamente con los países pobres o en vías de desarrollo.
El cambio climático ya es más que una realidad. ¿Hay posibilidad de revertir la destrucción de la casa de todos?
Los seres humanos somos libres y por eso somos éticos, por lo que estamos llamados a ser responsables de nuestros actos. Está claro que el planeta se está calentando y hay que reconocer que nosotros podemos influir negativamente en este calentamiento. Ante esa pregunta, mi respuesta creo que es clara y no tiene escapatoria: debemos cuidar la casa común porque somos seres racionales, si no lo hiciéramos nos comportaríamos irracionalmente; además, los creyentes debemos trabajar por revertir la destrucción de la casa de todos porque creemos que es fruto del acto creador de Dios y los cristianos porque todo se ha hecho por Él y para Él. Individualmente y colectivamente nos toca desarrollar virtudes como el ahorro, vivir templadamente, no usar plásticos, no utilizar alimentos procesados, comer lo local; desarrollar la resilencia, el autocontrol y apoyar leyes agrarias efectivas, así como la defensa de la biodiversidad y educar en la belleza natural. Sin olvidar vivir en familia, compartiendo los bienes; y en un nivel social más complejo: desarrollando la sostenibilidad y la responsabilidad social de las empresas, apostando por la distribución mundial de beneficios y de los costes de crecimiento económico, apostaando por el comercio local, etc.
Francisco nos ha recordado que hay una deuda histórica ecológica con los países pobres, los ricos se aprovecharon históricamente de ellos, de sus materias primas y en la descolonización con tratados internacionales donde la ventaja se volvía a quedar en los mismos bolsillos, a través de las manufacturas y de los flujos y condiciones comerciales y financieras globales impuestas por los poderosos
En estos días, y especialmente de cara a la cumbre de Sevilla, se ha vuelto a hablar de la condonación de la deuda externa, y de la deuda ecológica. ¿Por qué es una medida relevante? ¿Es posible, o un ‘brindis al sol’? ¿Qué pueden hacer los hombres y mujeres de fe en esa línea?
Pues como hacía Jesús y hace la Doctrina Social de la Iglesia: anunciar lo bueno, los valores del Reino de Dios, denunciar las injusticias e indicar la excelencia ética. La ética teológica, aunque entienda de los “mínimos” debe mostrar los “máximos” e intentar realizarlos. En ese sentido León XIII ya nos hablaba de que en los contratos debía haber una cierta igualdad para que fueran justos y una parte no se aprovechara de la más débil. Pablo VI en Populorum progressio nos recordaba que eso mismo debía cuidarse también en el comercio internacional. Francisco nos ha recordado que hay una deuda histórica ecológica con los países pobres, los ricos se aprovecharon históricamente de ellos, de sus materias primas y en la descolonización con tratados internacionales donde la ventaja se volvía a quedar en los mismos bolsillos, a través de las manufacturas y de los flujos y condiciones comerciales y financieras globales impuestas por los poderosos.
Pero también los países pobres llegaron tarde al uso de las energías combustibles, mientras los ricos pudieron usarlas en épocas en las que no había límites, ni compensaciones por lo extraído en los territorios de los pobres. Eran épocas en las que no se hablaba de sostenibilidad, ni de transacción energética. Los países industrializados fueron los grandes contaminadores, que se fueron beneficiando sin límites de los combustibles y energías fósiles, asumiendo escaso coste. Ahora, a los países pobres se les debe reconocer esas deudas en vistas a una condonación. Ciertamente esto trae problemas en el campo macroeconómico, pero hay líneas de actuación posibles, explórense.
Por ejemplo, intereses más bajos, tiempos más largos para el pago, condonaciones espaciadas en el tiempo partiendo del reconocimiento de lo dicho anteriormente, es decir, reconociendo la desigualdad provocadas y las injusticias producidas, esto reclama a mi entender: desigualdad responsabilidad en los daños ecológicos, desigual responsabilidad en la capacidad de recuperación, de tal modo que los grandes contaminadores sean los grandes responsables en reparar y en aportar recursos para una transición energética más sostenible. Si hay que invertir en energía renovable, como así parece, esta responsabilidad debe recaer principalmente en aquellos que se aprovecharon, es algo que se debe a los países endeudados económicamente porque coinciden con los que han sufrido lo anteriormente descrito. La justicia exige que los grandes contaminadores aporten la mayor parte de los recursos necesarios para una ecología integral, estos recursos deben orientarse a la búsqueda de energía limpia y a la posterior cesión de esta energía a los países que lo necesitan, y repito, que se les debe.
Me preocupa más el futuro, me explico, hay una reticencia por parte de las órdenes religiosas y de las diócesis a invitar a realizar estudios de teología y, por otra parte, noto una bajada en el gusto por el estudio de la teología, algo que me parece muy peligroso para el cristianismo y el catolicismo en particular, donde la “fe que busca entender” es un axioma irrenunciable
Es ud. decano de Teología de la UPSA. ¿Cuál es el estado de la Teología en España? ¿Hay nombres de hombres o mujeres que despunten? ¿Cuáles son los temas más relevantes en el estudio teológico actual?
Esta es la pregunta más comprometida de todas, permíteme el desahogo. Es comprometida porque posiblemente está reclamando nombres actuales y no los voy a dar, no quiero que se enfaden conmigo. Lo cierto es que teología no está en los momentos gloriosos de las “vacas sagradas” posconciliares. Todos aquí citaríamos nombres como Olegario González de Cardedal, Ramón Trevijano, Juan Luis Ruiz de la Peña, José Román Flecha, Santiago del Cura, Juan Alfaro, Marciano Vidal, Juan María Laboa, incluso, más cercanos, Santiago Madrigal, Gabino Uribarri y Eloy Bueno, todos son solo una muestra. Hay ciertamente muchos nombres actuales, pero no quiero ruborizar a nadie. Pero siendo sinceros hay que reconocer que no estamos en unos momentos de producción gloriosa, de lo que podríamos decir “generar pensamiento teológico”, sin embargo, creo que estamos dando respuestas teológicas pastorales que antes no se producían tanto.
Para hablar desde mi experiencia, creo que actualmente, en la Pontificia de Salamanca, nos encontramos con una serie de profesores que trasmitimos y realizamos una teología muy plural y que combina las grandes cuestiones teológicas de todos los tiempos con una teología que quiere profundizar hasta el fondo toda la realidad. Pero ciertamente, cada tiempo tiene sus pros y sus contras. Me preocupa más el futuro, me explico, hay una reticencia por parte de las órdenes religiosas y de las diócesis a invitar a realizar estudios de teología y, por otra parte, noto una bajada en el gusto por el estudio de la teología, algo que me parece muy peligroso para el cristianismo y el catolicismo en particular, donde la “fe que busca entender” es un axioma irrenunciable En cierto sentido estamos nuevamente vislumbrando épocas futuras de cierto fideísmo y, sin embargo, el testimonio que debemos es que el logos se hizo carne.
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