"Luis Argüello, en su pretensión de cogobernante político, ha dado un paso que no se había producido" Los obispos españoles y la polarización política

Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española
Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española

Para nadie es un secreto que la jerarquía católica española, instalada cómodamente en la dictadura franquista por los múltiples privilegios del régimen y por la consideración de la Iglesia católica como la religión del Estado, tardó en encontrar su lugar en la democracia

Luis Argüello, en su pretensión de cogobernante político, ha dado un paso más que hasta ahora no se había producido y, alegando la corrupción existente y el “bloqueo institucional”, ha pedido la convocatoria de elecciones generales

Con su declaración a favor del adelanto de las elecciones y su acercamiento a Vox, Argüello se convierte en un importante actor de la actual polarización política, social, cultural y religiosa, cuando su principal tarea en la vida pública debería ser invitar al diálogo en defensa del bien común entre posiciones políticas divergentes

Para nadie es un secreto que la jerarquía católica española, instalada cómodamente en la dictadura franquista por los múltiples privilegios del régimen y por la consideración de la Iglesia católica como la religión del Estado, tardó en encontrar su lugar en la democracia.

Desde que durante la Transición fue perdiendo su pretensión de co-gobernante, co-legisladora y co-ejecutora de la justicia, su estrategia ha sido el apoyo a la derecha política, cultural y moral y la crítica de las políticas de izquierda. Y lo ha hecho de múltiples formas: desde los púlpitos y a través de documentos oficiales y de la participación en manifestaciones contrarias a las políticas educativas no confesionales, al matrimonio igualitario, a la interrupción voluntaria del embarazo, a las leyes de memoria histórica, etc.   

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Pero el actual presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, en su pretensión de cogobernante político, ha dado un paso más que hasta ahora no se había producido. En declaraciones a ABC, alegando la corrupción existente y el “bloqueo institucional”, ha pedido la convocatoria de elecciones generales, uniéndose así al acoso y derribo del Gobierno que viene practicando el PP y Vox desde el comienzo de la legislatura. En la misma entrevista minusvalora la petición pública de perdón del presidente del Gobierno calificándola de “gesto humanamente reconocible, pero políticamente irrelevante”.

Nos pasamos la vida quejándonos de que los políticos siguen el mantra de mantenella y no enmedalla y no piden perdón, y cuando alguno lo hace -en este caso, el presidente del Gobierno- se minusvalora su gesto. Nada más noble, éticamente hablando, que pedir perdón. ¿Cómo un alto dirigente eclesiástico puede minusvalorar dicha petición cuando se trata de una virtud eminentemente cristiana? Incorporar el perdón a la vida política me parece una forma de regeneración ética, siempre, claro está, que vaya acompañada de medidas drásticas contra la corrupción y sus responsables.    

Luis Argüello
Luis Argüello EFE

La toma de postura partidista de Argüello ha sido asumida por el secretario general de la CEE, Francisco César García Magán, en una declaración que no fue aprobaba en la reciente Comisión Permanente y, por tanto, no contó con su respaldo, y menos aún con el del conjunto del episcopado español. El arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, se ha desmarcado de las declaraciones de Argüello afirmando que solo representan a su autor y no a la CEE y que, citando el Concilio Vaticano II, “la Iglesia no debe entrar en política partidista”. Sé que existen más reacciones de disenso entre los obispos españoles con respecto a la posición del presidente de la CEE en la dirección del arzobispo de Tarragona. Me gustaría que se pronunciaran públicamente. Así se mostraría el moderado pluralismo existente en la jerarquía española ante la sociedad y la comunidad cristiana. De lo contrario, la impresión es que los obispos constituyen un bloque monolítico caracterizado por la uniformidad.

La irrupción del presidente y del secretario general de la CEE en la esfera política con la petición de adelanto de elecciones me parece una toma de postura partidista que no tiene justificación teológica ni política y demuestra una vez más de qué lado político está la jerarquía católica española y de manera especial su presidente, que pretende marcar la orientación política de la CEE, no compartida por un sector de sus miembros, como tampoco de las católicas y los católicos.

Abascal, Quintana Paz y Argüello, en un acto en la Fundación Pablo VI
Abascal, Quintana Paz y Argüello, en un acto en la Fundación Pablo VI Ediciones Deusto

Argüello viene demostrando acercamiento, afinidad y sintonía con Vox a través de la participación en actividades de este partido. El año pasado clausuró un curso de verano celebrado en el Real Centro Universitario María Cristiana de El Escorial sobre Hispanidad, (Geo)política, Cultura y Universidad, organizado por el Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas (ISSEP), vinculado al partido de extrema derecha, con una conferencia sobre Isabel la Católica.

El presidente de la CEE es un firme defensor de la beatificación de Isabel la Católica, de quien ha destacado sus virtudes heroicas y su “celo evangelizador y misionero”, y ha reconocido que “además de madre y esposa, tuvo una vocación a la caridad social y política” Cree que difícilmente podría entenderse la Iglesia católica hoy sin valorar el impulso de la Reina Católica “a la evangelización y con ella al germen de los derechos humanos afirmando la dignidad de los indígenas”.

En la clausura del citado curso su director, Miguel Ángel Quintana Paz hizo la siguiente valoración: “Acabamos por todo lo alto. Volveremos el año que viene para cerrar este tríptico “Nación-Hispanidad-Cristiandad”. La Hispanidad conserva la llama de los cristianos en el mundo. Somos los últimos custodios del sueño de la Cristiandad y hemos de estar a la altura”.

Luis Argüello
Luis Argüello RD/Captura

Del 18 al 20 de julio de 2025 el ISSEP celebrará un nuevo curso de verano sobre Occidente, Cristiandad, Europa: ¿Ocaso de una civilización?, en el que participará, entre otros conferenciantes, Pío Mora y cuya clausura correrá a cargo del cardenal Gerhard Ludwig Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y editor de las Obras Completas del cardenal Ratzinger/Benedicto XVI.

Recientemente Argüello ha participado junto a Santiago Abascal en la presentación del libro Cosas que he aprendido de gente interesante. Filosofía, política, religión,de Miguel Ángel Quintana Paz, filósofo ideólogo de Vox. En dicho acto habló de la necesidad de dar una batalla espiritual y pidió a los cristianos que se implicaran en la batalla cultural.

Volviendo a la petición de elecciones, cuando tal cometido es facultad del presidente del Gobierno y todavía faltan dos años para el fin de la legislatura, sorprende que sea el presidente de la CEE quien pida “dar voz a los ciudadanos” cuando la Iglesia católica está configurada como una patriarquía en la que las mujeres son excluidas del liderazgo eclesial y del sacerdocio, y donde no hay división de poderes, ni los “fieles” tienen voz ni voto en la elección de sus dirigentes. Es la mejor demostración de la incoherencia eclesiástica.

Argüello, en declaraciones a los medios
Argüello, en declaraciones a los medios UPSA

Me gustaría recordar a monseñor Argüello algunas afirmaciones de dos papas del siglo V en relación con la participación del pueblo en la elección de los dirigentes eclesiásticos. Celestino I afirmaba que no se impusiera al pueblo un obispo no aceptado por el pueblo. León I Magno defendía que quien debe presidir a todos, debe ser elegido por todos. Asimismo, declaraba que no debe ordenarse a nadie contra la voluntad de los cristianos y sin que lo hayan pedido expresamente.

Con su declaración a favor del adelanto de las elecciones y su acercamiento a Vox, Argüello se convierte en un importante actor de la actual polarización política, social, cultural y religiosa, cuando su principal tarea en la vida pública debería ser invitar al diálogo en defensa del bien común entre posiciones políticas divergentes.  

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