Aroma a despedida

En los mismos, varios temas. En primer lugar, la extrañeza por la ausencia de referencias al Papa Francisco. Apenas una frase cuando se le preguntó por la asistencia de Bergoglio a la JMJ. Habló más Rouco de Benedicto que del nuevo Papa. No es Rouco santo de la devoción de Francisco, y viceversa. Y se nota. En los gestos y, sobre todo, en los silencios. Especialmente, también, en la actitud.
Algunos periodistas y responsables de grupos pro vida también incidieron en que Rouco no fue especialmente beligerante respecto a la reforma de la Ley del Aborto, y sí en el deseo de que la clase de Religión no tuviera que pasar por lo que denominó "referéndum anual". Como si ése mismo refrendo no fuera por el que pasan los docentes de la asignatura por obra y gracia de los obispos, sin que ese tema, mucho más grave que el hecho de que los católicos -como sucede con la X de la Renta- elijan cada año la opción de asignatura para sus hijos.
Rouco no esperaba, o al menos así lo comentó ante sus íntimos, nuestra pregunta acerca de la renuncia. Tampoco la información publicada el día anterior. Salió como pudo, sin elegancia, aunque posteriormente reconoció que es un tema "del que es lógico que se hable", y lamentó no haber contestado con un genérico "estoy al servicio de la Iglesia". Y ése fue el otro asunto de los corrillos posteriores. Obispos, personal del Arzobispado y la Casa de la Iglesia, hombres que saben de lo que hablan y que han sido ya consultados, y que dan por hecho de que la marcha de Rouco es cuestión de tiempo. "El Papa ya le ha aceptado la renuncia, sólo falta consensuar el momento", llegó a decir un eclesiástico.
Antonio Cañizares parece el hombre del elegido para suceder a Rouco en Madrid. Dicen que el propio cardenal de Utiel ya lo ha revelado a sus íntimos. Con todo, algunos esperan la "sorpresa", personificada en Carlos Osoro. Y hay quien sigue apuntando a Ricardo Blázquez, que sí despunta como posible presidente, sin descartar a Juan del Río, el único de los obispos titulares en ejercicio que acudió al desayuno. Quien parece absolutamente descartado es Fidel Herráez, a quien se busca un acomodo, al igual que a Camino. Lo tendrá más difícil el segundo que el primero, por mucho que el jesuita trate de alardear de sus paralelismos con el hoy Papa. La trapa no tiene nada que ver con Villa Miseria.
Donde existen divergencias es en los tiempos. Algunos apuntan a que el relevo podría producirse de inmediato. Otros, que podría darse justo después de la beatificación de mártires del 13 de octubre en Tarragona, con lo cual la Plenaria de noviembre sería electoral, y no sólo por la marcha de Camino. Un alto dirigente de la CEE afirmaba, entre susurros, que Rouco aguantaría hasta junio de 2014, aunque ya en marzo se visibilizaría el cambio. "Desde el cambio de estatutos, Rouco ya no podría optar a un tercer mandato en la Casa de la Iglesia".
En cuanto al portavoz, todos apuntan a que se dividirá secretaría y portavocía. Y señalan que, si Blázquez se mueve, Camino podría ser premiado con la sede de Valladolid. O con la de Granada, si finalmente se cumple lo pactado hace tres años y varias veces pospuesto por obra y gracia de un Rouco Varela que ya no tiene el poder de antaño en Roma. Pero que todavía está dispuesto a morir matando.
Lo que sí se observa es un cambio claro de tendencia. Los que antaño se apartaban, hoy vienen a saludar. Los que estaban callados, y siguen callados, se justifican off the record con la excusa de esperar "a que Camino ya no esté". Pero ya no habrá condenas a teólogos ni llamamientos al orden a las escuelas católicas o los religiosos. Cambia el péndulo en Roma, y también lo hará en España.
De lo que no se habla, al menos en los corrillos del Ritz, es de la sucesión en Barcelona. Sólo un eclesiástico, a quien al menos hay que otorgarle el beneficio de la duda, se atreve a decir que "no tiene por qué ser un arzobispo catalán. Podría ser un valenciano, que ya chapurrea el idioma". Con todo, Jaume Pujol sigue siendo el principal candidato a la Ciudad Condal. Un cambio que se dará a la par que el de Madrid. Pero que será mucho más tranquilo, pues las cuotas de poder no son las mismas, ni las ambiciones. Y el Papa, justo hoy, ya se ha encargado de pedir a los nuncios obispos que sean "pastores" y no "príncipes". Y quien tenga oídos, que oiga. Y que no se le atragante el café. Aunque sea dentro de un desayuno con sabor a despedida.