Cobardes

Les escribo a vuelapluma, recién salido del cine y tras una sabrosa conversación con quien bien me quiere. Salimos de ver "Cobardes", una magnífica película que muestra, de modo descarnado y a la vez tan real, el acoso escolar y las diferentes reacciones con las que afronta este problema la sociedad, los padres, los profesores, los políticos y los propios chicos. Una pequeña joya que debería pasarse en todos los colegios de este país, y que viene muy al pelo a la hora de abordar los verdaderos problemas de nuestra educación.
No les destripo la película. Sólo dos detalles, con mucha rapidez (no son horas): el papelón que hace Paz Padilla en su condición de madre del acosador y esposa de influyente político. Su silencio ante las barbaridades que hace su hijo es sumamente esclarecedor: es más importante que su marido no se entere, o que no le salpique, antes de tomar medidas. Incluso, llega a presenciar en el móvil de su hijo un vídeo en el que unos compañeros pegan al "Zanahoria", el protagonista de la cinta. Sin hacer nada.
Segundo detalle: cuando la jefa de estudios reúne a los padres para hablar de algunas propuestas de cara al próximo curso. Los móviles suenan, nadie presta atención y sólo algunas madres preguntan cosas sobre sus niños, alejadas del propósito del encuentro.
¿Confían los padres en los profesores? ¿Están preparados para ser padres, con todo lo que ello conlleva? ¿Qué futuro tiene una sociedad en la que los padres dejan "aparcados" a sus hijos durante unas horas en un centro, sin preocuparse de si aprenden o no, sus dudas, miedos y horrores? ¿Qué podemos hacer al respecto?
Lo decía en un post anterior: vivimos en una sociedad en la que la educación está perdiendo su relevancia como conformadora de la realidad y del futuro. Politizamos a nuestros hijos, y no prestamos atención a otra serie de cuestiones, sin duda más relevantes para nuestro futuro. La violencia en las aulas, el poco respeto a nuestros mayores, costumbres y tradiciones, el desconocimiento de las leyes, de la seguridad vial, del trabajo en equipo, la falta de atención que los pequeños reciben por parte de sus padres, etc....
Dentro de un tiempo, si no está pasando ya, miraremos a los ojos de nuestros hijos a la vuelta de un duro día de trabajo, y no sabremos si vemos en ellos al lobo, a los corderos o a pequeños desconocidos. Y tampoco nos esforzaremos demasiado, pues venimos cansados y al día siguiente hay que volver a girar la rueda de la vida. Por eso, bien haríamos en elaborar propuestas, buscar coincidencias, abrir caminos para un nuevo impulso en la educación. En la que se tenga en cuenta el valor del profesor, y en la que los padres den a los docentes la confianza suficiente para que eduquen a sus hijos. Y que los niños sepan que, en el colegio, el profesor tiene autoridad. Una educación en valores, sí, pero también en ciudadanía, en democracia, en respeto al otro. ¿Cuántos "zanahorias" habrá acosados hoy en España, con ataques de ansiedad el domingo por la noche por no querer ir al colegio, mirando a todos lados antes de entrar al baño por temor a que le encierren dentro?
Nos estamos jugando el futuro de la sociedad, el mundo que daremos a las generaciones futuras. Pero el futuro no lo arreglarán otros, lo tendremos que preparar nosotros. Y para ello, trabajar en común. Con todos. Porque, si no, el título de la película se convertirá en el adejtivo calificativo de esta sociedad. Cobardes. No podemos ser cobardes.
baronrampante@hotmail.es