Francisco y la Caja de Pandora

Cuenta la mitología griega que Zeus envió a Pandora, la primera mujer, a Epimeteo -hermano de Prometeo, aquél que se atrevió a robar el fuego-, con una Caja en la que se encontraban todos los males del mundo. Cuando se encontraba junto a él, Pandora abrió el frasco, y de él salieron el odio, la venganza, la envidia, el miedo, los celos... que se esparcieron por todo el orbe hasta nuestros días. Oculto en el fondo de la caja habia un único bien: la esperanza; pero, siguiendo el consejo del Padre de los dioses, Pandora dejó caer la cubierta antes de que aquella pudiera echar a volar, encerrándola para siempre en el arca.

Sólo quedó dentro la esperanza, que es lo único que queda al ser humano ante los males. Y Francisco ha entreabierto, de nuevo, la Caja de Pandora. Los males son muchos: lo estamos viendo en los últimos días con el escándalo del Banco Vaticano, los "lobbies" y demás. En otro momento, cualquiera de estos escándalos supondría un descrédito para la Iglesia católica. Sin embargo, desde la llegada de Francisco todo parecen oportunidades. La detención de un monseñor, la dimisión de los responsables del IOR... son parte de la decisión tomada por el Papa -para ser justos, asumida por Francisco, pues Benedicto XVI ya había comenzado la renovación- para fomentar la transparencia y luchar contra la corrupción que, también, se da en la Iglesia.

Todas las malas noticias, todos los males, tiene su poso de esperanza. Y este Papa nos está demostrando, con su vida y con su ejemplo, que es posible, incluso, cambiar la imagen de una institución milenaria como la Iglesia católica. Como si alguien hubiera vuelto a encontrar la Caja de Pandora, y dejara salir la esperanza. Y, aunque no lo cuenta el relato, junto a ella, la fe y la caridad.
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