Obispos que se tientan las ropas

La pederastia en la Iglesia española es un lugar oscuro, al que nadie ha querido entrar y, si se ha hecho, ha sido siempre con miedo, e intentando que nada se supiera. Dentro de -esperamos- poco tiempo, la Iglesia de nuestro país habrá de pedir perdón por sus brutales pecados de omisión ante este fenómeno, y los errores de estrategia y de anti-Evangelio cometidos durante décadas. El silencio, el oscurantismo y la doble victimización de tantos chicos (y chicas) pasará factura.
Y no sólo eso: muchos obispos se están tentando las ropas, recordando cómo, hace muchos años (algunos no tantos), actuaron de una manera muy determinada ante un caso de abuso que se presentó en su diócesis, en su parroquia, en su congregación. Es el problema de los armarios: que sirven para esconder las miserias... pero también para que éstas salgan a la luz cuando, al fin, alguien se atreve a abrir la puerta.
Y, entretanto, las víctimas, al fin, están comenzando a encontrarse. De momento a nivel personal: grupos de whatsapp, alguna quedada para compartir experiencias de supervivientes... y con un proyecto a medio plazo de establecerse como grupo, asociación o lo que decidan. Estamos, y estaremos, con ellas. Siempre. Como haría Jesús. Y que otros se tienten la ropa... acabarán rasgando sus vestiduras.